“El amor es un juego que dos juegan y ambos ganan”.
Eva Gabor (Actriz húngara-estadounidense).
El fin de semana pasado, una muy querida amiga me dijo una frase que me dejó pensando… “Sabes Cris, yo creo que cuando hablamos de estar enamoradas… lo que en realidad nos sucede es que nos encanta la sensación que experimentamos en nuestro ser, cuando alguien nos llama la atención y eso es lo que buscamos una, y otra, y otra vez”.
De lo que realmente nos volvemos adictos es de ese sentimiento que nos invade el cuerpo, la mente, las horas y las noches, esa sensación de sentirnos vivos, capaces de subir montañas, de cruzar ríos, de viajar kilómetros, de pasarnos las noches en vela, de buscar expresar nuestra mejor versión a cada minuto. Ese cosquilleo en la piel, en la cabeza, en todo el cuerpo.
Es hermoso experimentarlo y es muy nuestro, es solitario; podemos estar experimentando ese sentimiento y que nadie se dé cuenta. Puede estar frente a ti la persona por la que lo sientes y esa persona nunca saberlo.
Entonces, ¿de quién nos enamoramos?
Todos los estudios sobre el enamoramiento dicen que dura sólo un tiempo. Es un estado emocional producto de una enorme alegría, provocada por sentirse poderosamente atraído por otra persona, que muchas veces no nos permite dormir, comer o concentrarnos, inclusive nos volvemos un poco torpes y no dejamos de sonreír todo el día.
Algunos estudios hablan de 2 a 3 años de duración, con un máximo tope de 7 años. ¿Por eso hablarán de la famosa cosquillita de los 7?
El enamoramiento tiene su origen en la corteza cerebral, (sí, no en el corazón como nos han hecho creer) y segregamos diferentes hormonas, la dopamina que se libera en la primer fase, la serotonina que es la responsable de la conducta del enamoramiento y la oxitocina, la hormona del apego, entre otras. Es un cocktail delicioso que nos “emborracha”.
Cuando nos enamoramos, tenemos deseos de contacto físico, queremos un abrazo, un beso, caricias, sentimos un profundo anhelo de intimidad, emocional y sexual. No queremos perder contacto con la persona que nos está provocando esos sentimientos y queremos, deseamos profundamente, que la otra persona sienta lo mismo que estamos sintiendo, que no nos rechace.
Se habla mucho de que, cuando estamos enamorados, es como si estuviéramos ciegos, esto es porque el enamoramiento es justo el estado en el que el otro me parece perfecto, sólo puedo ver lo positivo de la otra persona, busco sin cansancio los puntos en común, y en donde no existen, veo coincidencias.
Por eso los amigos, la familia y la sociedad nos dicen una y otra vez, “no decidas en ese estado, espérate tantito por favor”.
¡Cuántas decisiones equivocadas se toman por querer seguir sintiendo ese sentimiento! Se dice que en esta etapa, rara vez se conoce a la otra persona, muchas cosas ignoramos y sin embargo juramos haber encontrado a la persona perfecta para nosotros, ¡al amor de nuestras vidas!
Pero, ¿y si es lo contrario? Qué tal si es justamente el momento en el que soy capaz de ver en el otro, algo que los demás no ven, su potencial, su valor, como dice Viktor Frankl en su artículo “El sentido del Amor”:
Esta atracción tiene un componente fuertemente inconsciente e inexplicable que solamente comparten las dos personas que lo están viviendo. Un momento anterior eran dos extraños y ahora no pueden vivir separados. ¿Será?
Muchos estudios sugieren que después del enamoramiento llega el amor, yo sin duda lo creo así, no siempre, pero sí es posible brincar del enamoramiento al amor.
Muchas veces, en mi consulta privada, escucho decir que después de estar enamorados, el amor parece un poco decepcionante, ¿dónde está la emoción que sentíamos? ¿Las mariposas en el estómago? ¿La convicción de cruzar los mares?
El amor llega más tarde en la relación y tiene aspectos muy positivos, por lo pronto, dejamos de parecer mensos sonriendo sin parar, y paramos de equivocarnos en todo –hasta con ojeras y chocando coches–, entre otras barbaridades, si pasamos la etapa del enamoramiento, llega una profunda calma (con el enamoramiento hay mucha incertidumbre), una constante aceptación y entrega, para llegar ahí se requiere paciencia, comprensión y apertura. Conocer a la persona y eso lleva tiempo.
El amor requiere estar aquí y ahora, vivir en un fundamento de realidad donde ya no estamos idealizando al otro, lo vemos en todo su esplendor, con sus errores y virtudes y las aceptamos, entendemos y honramos.
Nosotros somos dinámicos, siempre estamos cambiando, la vida es cambio y el amor requiere de atención y ganas de siempre ir descubriendo al otro en sus diferentes etapas y momentos, con sus cambios de humor y estados de ánimo, con sus miedos y triunfos.
Para mí, el amor es el escenario donde puedo ser testigo de la vida del otro, puedo y quiero tener ese privilegio de ser quien interpreta sus muecas, quien conoce sus gustos, sus olores y sus sabores, quien toma su mano y se ríe de sus chistes, ser quien despierta a su lado y tiene las noches resueltas.
Por siglos, se ha estudiado el amor, se intenta describirlo, entenderlo, e incluso, meterlo a “límites controlables”, pero siempre hemos fracasado, el amor nos sigue sorprendiendo una y otra vez, y se nos escapa; nos cuesta trabajo entender que nuestro lenguaje no alcanza para describirlo, nuestro entendimiento no lo clarifica, sólo el mundo de las emociones lo contiene y el secreto (para mí) es sentirlo y disfrutarlo mientras dure.
Muchos han tratado de describirlo con palabras, algunas posturas me gustan:
El día en que sea posible para la mujer amar no por debilidad sino por fortaleza, no por escapar de sí misma sino para encontrarse a sí misma, no para humillarse sino para reafirmarse; ese día el amor será para ella, como es para el hombre, una fuente de vida”.
Simone de Beauvoir
Al principio todos los pensamientos pertenecen al amor. Después, todo el amor pertenece a los pensamientos”.
Albert Einstein
Lo mejor es enamorarse, y lo segundo estar enamorado; lo peor es desenamorarse. Pero todo ello es mejor que no haber estado enamorado nunca”.
Maya Angelou
La pregunta sigue en pie: ¿de quién nos enamoramos? Mi respuesta es, que nos enamoramos de la idea, del sentimiento, de lo que pensamos y de las sensaciones que experimentamos.
Es hasta que amamos, que en realidad amamos al otro en todo su esplendor, con defectos, virtudes, miedos, alegrías, sabores y olores. Es en lo cotidiano, en el día a día, en su mirada, su caricia, su presencia.
Nos enamoramos de nosotros, amamos a los otros.
Esto es para ti que siempre estás del otro lado leyéndome.
P.D.: Mándame tu historia de amor a mi correo:, las voy a leer (públicas o anónimas) en mi próximo podcast: “El arte de la felicidad”.