Debatir la plataforma política

Muchos y muy variados son los temas que aparecen en los medio de comunicación. Lo más sorprendente es que desde ya hace un año continúan hablando de la sucesión presidencial y haciendo público los resultados de encuestas nacionales, que afirman las aspiraciones de unos y desestiman las de otros. Los sucesos más destacados se han dejado venir como una oleada imparable, relacionados con las reglas internas de algunos partidos para postular a sus candidatos a una larga lista de cargos de elección popular, que de alguna forma ha trastocado las esperanzas de muchos, apagado las veladoras de otros más y roto el corazón de los ilusionados. Pero así es la política, es un juego de reglas aceptadas por para acceder al poder, lo justas e injustas que estas pudieran ser, es absolutamente relativo. Quizá en unos cuantos años las reglas vuelvan a modificar los escenarios y a redefinir las rampas de acceso al poder.

Con todo ello, empezamos a elaborar intrincados análisis que hacen las delicias de los dueños de México, de aquellos que siempre caen parados y que contemplan la escena como si supieran cual será el colofón de la historia. Y quizá lo sepan. Desde arriba se tiene una perspectiva más general de las cosas.

Lo que nadie ha puesto sobre la mesa es más importante para el resto de México que para aquellos que son los dueños del país, sin embargo, nunca reparamos qué tan importante puede ser. Me refiero a la plataforma política de los partidos, sus propuestas, sus análisis, sus consultas, sus debates y la difusión que se haga de ellas en redes sociales y demás medios masivos de comunicación. ¿Qué tan definitoria pudiera ser una propuesta? ¿Qué tan amarrada puede estar al compromiso de un gobierno electo democráticamente?

Algunos comentan que ante la posibilidad de formar gobiernos de coalición, crecen las posibilidades de que la agenda de compromisos contraídos entre las partes coaligadas sí se cumpla, ya que de lo contrario el gobierno formado perdería su fuerza y un largo etcétera. A bote pronto me parece que ese argumento es deleznable, dada la praxis de gobierno en todos los niveles y de cualquier extracción política. Lo que es vendible en elecciones, puede presentar serias dificultades a la hora de ponerlo en marcha cuando ya se constituye un gobierno. Quien ha ejercido la tarea de gobierno, está consciente que extraer del ideario político todo un programa de gubernamental multinivel es una misión muy compleja, ya que existe todo un rosario de aspectos técnicos y presupuestales que desaceleran las acciones ejecutivas y desmotivan a los beneficiarios. Una coalición de partidos pactada para gobernar, lo que en realidad busca es formar mayorías y equilibrar el poder; es decir, su fin político originario no necesariamente sería una agenda de gobierno, sino hacer gobierno.

Por ello, es importante que las propuestas de campaña se debatan abiertamente por temas, contrastando diagnósticos y defendiendo mecanismos de solución. Sería muy interesante medir las capacidades de proceso de análisis de un problema imperante; así como los argumentos técnicos y fundamentos legales para armar los andamios de la solución. El debate temático es más objetivo y didáctico que cualquier discusión superficial entre candidatos a los diversos cargos de elección popular. Seguramente restará importancia a los simples e ignorantes argumentos empecinados en culpar de todo cuanto mal habita en tierras mexicanas, a la “mafia del poder”.

Sería verdaderamente interesante y revelador, ver a los candidatos de los partidos políticos discutir diagnósticos de la problemática que envuelve el desarrollo de la pequeña y mediana empresa en México; el desglose de las propuestas en materia de comunicaciones y transportes; las propuestas de solución al problema de las pensiones y vivienda; o la visión sobre el desarrollo de energías alternativas, y la estrategia de incorporación de las nuevas generaciones al mercado laboral. Es indudable que el triunfo estaría lejos para quienes ignoran otro argumento más que la denostación, y estando en conocimiento de la magnitud del reto intelectual, rehusarán participar en un duelo de ideas y propuestas.

Hacer que las condiciones actuales de algunos sectores se transformen está muy lejos de ocurrir sólo por decir: “hágase la luz”. Esos retos mayúsculos sólo ocurren cuando se combinan visión, compromiso, liderazgo, capacidad técnica e intelectual, además de estar impregnado de la realidad por la que atraviesa nuestro país. Esos perfiles son escasos, pero los hay. En poco tiempo veremos a los partidos construir, desde su ideario, una plataforma política para ofrecer y convencer a los mexicanos.

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