En el año 2000 con la llegada de un partido distinto a la presidencia de la República, y por primera vez en la historia, se tuvieron que realizar ajustes a la estructura burocrática federal para romper las formas y modos del hasta ese entonces eterno régimen priista, sobre todo en lo que respecta a las instituciones de seguridad. Fue así que, para evitar los riesgos de ser víctima de espionaje, Vicente Fox decidió desmantelar al CISEN (Centro de Investigación y Seguridad Nacional).
Esta medida atendía a una natural desconfianza que el presidente panista tuviera respecto de una institución que se creó, desarrolló y consolidó con el viejo régimen; no era menor la preocupación de que ésta siguiera a las órdenes de sus antiguos jefes, quienes seguramente ordenarían el espionaje de políticos, autoridades o servidores públicos del y en el nuevo gobierno.
El haber privilegiado en aquel momento el interés partidista a una visión de Estado tuvo, en los subsecuentes años, consecuencias desastrosas puesto que la inteligencia es básica para la prevención de la delincuencia de gran escala y la ubicación de objetivos prioritarios.
Con la llegada de Felipe Calderón, lo cierto es que se incrementó el presupuesto otorgado al CISEN, pero no menos verdadero es que se dio mayor importancia a la entonces Secretaría de Seguridad Pública Federal y a su poderosísimo titular. La inteligencia ahora se realzaría en aquella institución de seguridad pública, con lo que se provocó confrontaciones y desavenencias entre ésta y el CISEN, imponiéndose, siempre, el secretario García Luna.
En 2013, con el regreso del PRI a Los Pinos, operó la misma lógica que con Fox. De igual manera, se optó por desarticular todo el aparato de inteligencia de los gobiernos panistas, y por la misma circunstancia de desconfianza a ser espiados bajo el mandato de sus anteriores jefes. En consecuencia, se extinguió la Secretaría de Seguridad Pública Federal, pasando ahora la responsabilidad a Gobernación a través de la Comisión Nacional de Seguridad (CNS), misma que cuenta con tres órganos desconcentrados: Policía Federal, Protección Federal y Readaptación Social. Estos tres desconcentrados en los hechos le rinden directamente al Secretario de Gobernación, lo que genera la falta de sincronización y jerarquía real con la CNS, por lo que en la realidad se convierte en un gran elefante blanco que, según el Reglamento Interior de la SEGOB y la propia Ley General del Sistema Nacional de Seguridad Pública, será la encargada de diseñar las políticas en la materia. Es precisamente la CNS la que habrá de formular las acciones tanto de prevención como de combate al delito en todo el país.
Lo alarmante es que, hasta el momento y faltando poco más de un año para que se lleven las elecciones presidenciales, el país no muestra pies ni cabeza respecto de una verdadera política que haya servido para mejorar las circunstancias en las que estamos viviendo.
El Secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, tiene que tomar una decisión muy complicada. Tiene que decir si busca la candidatura del PRI a la presidencia con la gran probabilidad de que termine siendo la crónica de un fracaso anunciado; lo anterior, precisamente, porque la factura del incremento de la violencia y la delincuencia en el país se le tiene que cobrar solamente a él, por ser el responsable de la seguridad a nivel nacional. O más bien, debe optar por mantenerse como titular de la política y seguridad interior para controlar desde ahí el proceso electoral de 2018.
Pareciera que lo más prudente para aquel grupo político es elegir la segunda opción y dejar la candidatura para otro priista que tenga mayor legitimidad, tanto al interior del partido como para con la ciudadanía, pero además que tenga la cualidad de convencer a los indecisos y lograr consensos con sectores tradicionales tanto de la llamada izquierda como de la derecha.
Si fueran estos los requisitos, parece claro que la candidatura priista se va a decantar por dos funcionarios del gobierno federal; ya sea el titular de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (aunque no pertenece formalmente al partido) o, también, por el titular de la Secretaría de Salud. Si fuera esto así, me parece que quien puede de mejor manera conciliar posturas y generar acuerdos con propios y ajenos es José Narro Robles, dada su reconocida y amplia trayectoria, como por su capacidad negociadora.
En fin, falta poco para que se defina, bastará con estar atentos con lo que suceda en los próximos días…
@marcialmanuel3