¿Dónde estamos al momento en México?

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ÉRASE UNA VEZ EN MÉXICO, cuando Don José había dejado de seguir las noticias de México y del mundo. Por una parte, ya estaba cansado de tantas malas notas, mucha retórica y poco contenido, tanto dentro como fuera del país. Y por otra, se sentía sitiado, con cada vez menos periodistas sagaces y con buena parte de los medios nacionales en decadencia sumisa. Era tiempo de darle vacaciones a la mente y a la conciencia. Después de todo, hacía tiempo que había dejado el servicio público y la incompetencia de unos y otros no hacía menos que irritarlo. Decía Don José “Querían el poder, pues ahí lo tienen. Veamos qué pueden hacer por este país hambriento de estadistas”. Y entonces trataba de preocuparse menos por los asuntos públicos y más por asuntos privados, mismos que a su edad le demandaban cada vez más atención.

Sin embargo, era su naturaleza. “Hombres y mujeres para servir a los demás”; “el que no vive para servir, no sirve para vivir”, le inculcaron en su universidad católica y jesuita. ¡Ja!, menuda ecuación la que le formó su mente crítica, que lo llevó por los más diversos senderos en su no tan larga vida.

Destrucción de manglares.
Fotografía: Actualidad Ambiental.

Desde la universidad le enseñaron, y en la experiencia profesional lo confirmó: “una opinión sin datos. No vale nada. Es una ocurrencia”. Así que no quería ser prejuicioso y, en una oportunidad entre sus asuntos privados, se asomó nuevamente a los asuntos públicos: su verdadera pasión. Y dijo: “a ver José. No seas prejuicioso. Dale a este gobierno el beneficio de la duda”. Veamos los datos: inflación anual 4%, un poco alta, pero controlable; la inversión privada con un incremento anual a enero 1.6%, recuperándose de la caída de 6.8% del pasado diciembre. Mejora que viene de la creciente inversión en el sector construcción. Muy importante por su impacto en las cadenas productivas nacionales. Hasta ahí vamos más o menos bien. José sonríe.

En contraste, algo saltó a la vista de Don José. Pemex: el petróleo. ¿Qué están haciendo en esa área? El Banco de México sugiere que Petróleos Mexicanos está poniendo en riesgo la estabilidad macroeconómica y el crédito del país entero; que la mejora del desempeño de la petrolera estatal no puede venir de más inyecciones de capital, que se debe ir a fondo con una reestructura. ¡Dios santo!, el petróleo construyó a México, no hay manera de negarlo; pero también puede ser la ciénega que se lo trague si no actúan con prudencia.

Contaminación de manglares.
Fotografía: Funiber Blogs – FUNIBER.

Esa nueva refinería de Pemex, la de “Dos Bocas” en Tabasco, decía la Secretaría de Hacienda que costaría $6 mil millones de dólares; ahora resulta que serán $8 mil millones dólares para terminarse en tres años. Fuentes fidedignas como el Instituto Mexicano de la Competitividad señalan que esa refinería es una mala idea, con sólo 2% de probabilidades de éxito comercial. De las 300 hectáreas de selva y manglar destruidas en el terreno donde se construirá la nueva refinería, mejor ni hablamos. ¿Quién en su sano juicio haría una inversión de esa envergadura en esas condiciones? O, más precisamente ¿Por qué hacer una inversión multimillonaria destinada a fracasar?… Sí usted, mi único lector, es de casualidad buen amigo del señor presidente, o de su esposa, dígale por favor que por ahí no es. Existen múltiples factores negativos que confrontan el proyecto como la alta volatilidad de su costo de construcción; la caída de la demanda de los hidrocarburos como combustibles; la incapacidad de Pemex de suministrar el petróleo crudo requerido; y la sobrada capacidad de las refinerías existentes en el mundo para atender un posible incremento en la demanda.

EN PERSPECTIVA, señor presidente, y con todo respeto, no es por ahí. Su lugar en la historia lo tendrá si pacifica el país generando más empleos en las manufacturas y en los servicios. No apueste todo su capital político, y el futuro de México, a una sola ficha. Usted, conocedor de la historia nacional, bien sabe que ya lo hicimos en el pasado. ¿Y cuál fue el resultado, señor presidente? El desastre. Por favor, señor presidente, por mis hijos, sea sabio una vez más. Una muestra de “honestidad valiente” y “me canso ganso” que le prendo su veladora y hasta del manglar destruido me olvido. ¿Quedamos?

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VERONICA

Es mucho pedir para alguien que gobierna con el hígado y que no tiene conocimientos de economía y de cómo funciona ésta. No hay información que le cuadre. El siempre tiene otros datos. Nos va a llevar a una crisis, creada por él, irreparable.

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