El amor es, acaso, la única utopía que nos va quedando

La frase no es mía, es la de un poeta, que azarosamente fue mi padre.

En tiempos tan difíciles de vivir y mucho menos de entender, son pocas las ideas o las palabras que pueden darnos certezas, seguridad o sentido.

Y aunque es cierto que todo tiene un lado oscuro, incluyendo al amor, no cabe duda que arriesgarse en él, es por lejos, la mejor apuesta que podemos realizar. Es probable que nos vaya mal, que fracasemos y nos sintamos derrotados no pocas veces, y pese a todo, maldiciendo la vida, volvamos a insistir y a entregarnos a ese juego irracional y contradictorio.

Las utopías nos son fundamentales ya que sin ellas el precipicio por el que habitualmente transitamos se nos haría imposible de tolerar. Pero así también, es ese abismo el que nos hace seguir adelante, no dejarnos vencer y superar todo lo que nos ocurre, por difícil o imposible que pueda parecer.

amor utopia
Imagen: Joey Yu.

Es cierto, las utopías pueden estar en aparente retirada, puede que muchos piensen que la era del pragmatismo se ha instalado por sobre nuestras vidas, que el “amor romántico” sea una institución demodé y que, en su nombre, se haya abusado o maltratado. Pero, al mismo tiempo, hay algo que subyace en nuestros inconscientes y en nuestro ADN psíquico más profundo: nuestra enorme necesidad de sentirnos menos solos en el universo y en nuestras vidas cotidianas.

El amor responde a lógicas y leyes que tienen un física propia; no hay, afortunadamente, reglas o respuestas universales para esta experiencia. Si la homogeneidad se instalara en nuestro registro afectivo, sería el fin no sólo del amor, sino que muy probablemente del impulso más importante del ser humano: el deseo.

Es verdad, casi no nos quedan utopías y sueños, estamos cansados y descreídos. Pero el deseo, esa fuerza gigantesca, sexual y trascendente al mismo tiempo, es la clave por la que nos seguimos movilizando y buscando, muchas veces sin saber qué y por qué, pero con la certeza de que hay algo que debemos hacer que calce en nuestras vidas, que nos de sentido y pertenencia. Que nos apasione y estabilice, que nos haga mejores personas, que nos permita, a momentos tocar la felicidad.


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