El fin de la crítica

“Para ver una obra se necesita algo que el ojo no puede dar, una atmósfera de teoría artística” Afirmó Arthur Danto, critico, filósofo y académico honorario de la Universidad de Columbia. Con su libro el Fin del Arte, el gran best seller post moderno, los objetos que carecen de valor estético pueden ser considerados arte si están soportados por la filosofía, las teorías y el statement del artista. Danto murió el 25 de octubre a la edad de 89 años. Sus ensayos han sido medulares para el arte VIP, para la existencia de artistas sin obra y la de curadores, académicos y filósofos como él, que glosen sobre obras que no son capaces de mostrarse a sí mismas como arte. El éxito de los libros y las ideas de Danto radica en que el potencial de creación de obras fue exponencial, con la premisa “que los artistas piensen en la obra y nos dejen a los filósofos en trabajo de explicarla” la producción artística fue lo más sencillo que alguien podía abordar. En el show de Marina Abramovic en el MoMA manifestó que su performance de estar sentada era una de las obras trascendentales del siglo XXI. Con Danto el arte sin talento era el fin del arte, en el sentido de que ya no veríamos al arte como lo conocíamos hasta ahora, en el siglo XX, el arte presencial llegaba a su fin para que tomara su lugar un arte teórico, sin obra, pero con ideas detrás. No creo, como Danto afirma, que esto sea el fin del arte, creo que fue el fin de la crítica para dar paso a las explicaciones teóricas de la obra. Una explicación es diferente que una observación analítica de los valores y las jerarquías de una obra. Hay explicaciones para todo, pero describir una obra y partir de esa descripción para hablar de sus logros o frustraciones, de sus carencias y sus virtudes, exige otro compromiso. Con esta posibilidad que ofreció Danto la crítica desapreció y dejó esa posición incómoda y perturbadora de hablar de lo que veía, de hacer un análisis del fenómeno estético. Explicar la obra, adjudicarle un discurso no compromete al crítico, al contrario lo suma a esta corriente y lo integra como un ser afín, cómodo y amable. La obra de Danto permitió que el crítico sea bien recibido, necesario y cómplice. El texto se convirtió en algo más importante que la obra, de hecho las obras desaparecen, son literalmente el vacío, y los textos están ahí, en cédulas y ponencias. La verdad que con estos libros y el impacto que tuvieron en la estética y el arte, todos salieron ganando: los artistas sin talento, los críticos y los curadores cobraron una importancia fundamental en la creación de obras, exposiciones y catálogos. Me extraña que su muerte haya pasado casi en el silencio dentro del círculo del arte VIP video-instalación-performance porque se trata uno de sus santos de cabecera, el ser que bendijo con su dogma la creación de este siglo. Por lo menos deberían dedicarle exposiciones u homenajes, reconocer lo que les dio y la importancia de sus textos para que la mediocridad tuviera un soporte intelectual.

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