El problema mente cuerpo, un enigma recalcitrante

Si consideramos las características más propias de una persona o de la especie humana en general, dos factores sobresalen: el hecho de que las personas constituyan una unidad de dos elementos aparentemente distintivos aunque disímbolos: un cuerpo y una mente. El cuerpo es un objeto físico y concreto que ocupa un espacio entre otros objetos del mundo físico; en tanto que la mente es una capacidad al parecer abstracta de sentir, representar, recrear y evaluar para poder actuar en el mundo de manera apropiada y así prevalecer y sobrevivir. Ambos constituyen una unidad funcional, pues un cuerpo sin vida mental resulta un cadáver y una mente sin cuerpo sería un fantasma intangible o un espíritu descarnado. La persona humana es entonces un cuerpo que por estar vivo y en funciones puede albergar, procesar y expresar esa información distintiva que calificamos como mente, procesos mentales o actividades psicológicas.

Esta fórmula de cuerpo y mente plantea uno de los misterios y enigmas más antiguos y recalcitrantes para el propio ser humano que los vive “en carne propia”.  El enigma es la naturaleza precisa de esa unión, relación, o dilema entre la mente y el cuerpo. ¿Se trata de una sóla cosa o dos, una material y otra espiritual? Y si se constituyen como una unidad ¿cómo se integra la parte física del cuerpo con la porción anímica hecha de percepciones, emociones, pensamientos, fantasías, recuerdos, deseos, sueños, intenciones o decisiones? La cuestión tiene una importancia existencial inmensa y aún trágica, pues de ella depende si la persona termina con la muerte, si hay un elemento espiritual que permita la trascedencia, de si la locura es una enfermedad física o anímica, o de si la mente puede enfermar o sanar al cuerpo. Todas las personas tienen diversas creencias al respecto, pero pocas se adentran a examinar más el asunto. La historia del problema mente-cuerpo es la de sus mayores exploradores y la intención de estos escritos es la de invitar al lector a explorar con ellos ese terreno nebuloso, que viene a ser el de su propia existencia.

El enigma ha sido recurrente y los intentos de abordarlo y solucionarlo constituyen hazañas intelectuales por la vastedad y profundidad de las teorías expuestas a lo largo de muchos siglos y porque la comprensión cabal del dilema constituiría uno de los más espectaculares logros de la especie. No sólo sería un triunfo del conocimiento sobre el mundo y el ser humano, sino un esclarecimiento del conocimiento mismo, pues éste es la herramienta que conecta el mundo de los objetos, entre los cuales está el propio cuerpo, con el mundo de la mente, el mundo del sentir y del saber que constituye y permite la conciencia, la existencia, el estar y actuar en el mundo. Se revela así uno de los aspectos que hacen de este problema un dilema desconcertante y una dificultad recalcitrante: para llegar a una solución sobre la naturaleza de la unión, relación o disyuntiva entre mente y cuerpo, sería necesario comprender la naturaleza de la conciencia y el conocimiento, puentes que median entre el concepto y la cosa, entre la teoría y el hecho.

Las letras griegas psi y fí representan a la mente (de allí las nociones de psique, psicología o psiquiatría) y al mundo natural (de allí las nociones de física y cuerpo físico). Juntas en este diagrama representarán apropiadamente al problema mente-cuerpo.

En la larga serie de ensayos breves que se inica intentaré contar la historia del problema mente-cuerpo, de los conceptos y tratamientos, los accesos y respuestas que se han dado al enigma. El problema ha tenido muchas manifestaciones y ha ocurrido un progreso en el entendimiento, pero hemos topado una y otra vez con pared. Ese progreso forma parte de la cosmovisión cultural, pues por una parte las nociones ofrecidas son hijas de esa forma de ver y estar en el mundo propias de una sociedad humana, pero por otra preñan esa misma visión sobre la naturaleza del mundo y de los humanos en su seno. Veremos así que el problema ha involucrado a religiones, artes, ciencias y a la historia misma, pues es relevante y aún central para la cultura en todos sus aspectos, en especial los más depurados y refinados de ella. Veremos también cómo y por qué el problema ha permanecido sin una solución satisfactoria y qué se ha considerado constituiría su resolución.

Visitaremos brevemente a los campeones de variadas ideas que han contribuido, enriquecido y a veces problematizado la discusión. Ojearemos por qué en la actualidad muchos consideran que la solución debería incluir un conocimiento profundo de las funciones del cerebro y otros que es imposible para el cerebro humano comprender cabalmente como funciona el cerebro humano, otra manifestación de esa paradoja anotada arriba sobre la imposibilidad de un conocmiento completo sobre el conocimiento o de la mente para inspeccionarse y dilucidarse a sí misma. Muchos de esos campeones han sido, previsiblemente, grandes pensadores de la historia, varios de sus mayores filósofos, científicos o artistas. No es para menos: el gran enigma del humano es el propio humano.

Para hacer el recorrido planteo que el problema ha cursado por cinco etapas históricas:

(1) La primera corresponde a la antigüedad clásica hasta el Renacimiento. En un tiempo donde la religión campeó en las culturas y manifestaciones humanas, el dilema fue la relación entre el espíritu y la materia, entre el alma y el cuerpo, entre lo divino y lo humano.

(2) La segunda etapa abarca el Barroco del siglo XVII, el de la gran Revolución Científica, y el siguiente siglo de la Ilustración y de las luces. En ese tiempo el problema tomó la forma de la relación entre la mente y el cuerpo con el que es conocido hasta hoy. Medraron entonces las nociones polares e incompatibles de una sola o bien de dos sustancias en relación. En términos filosóficos, la disyuntiva entre un monismo (una sola esencia o sustancia) o un dualismo (dos sustancias en diversos tipos de relación mutua).

(3) En la tercera etapa, la creciente cultura científica del siglo XIX impuso que la disyuntiva y la discusión sobre mente y cuerpo se centrara en el cerebro y de cómo este órgano podría generar, albergar y expresar porcesos mentales. Quienes favorecieron la predominancia del cerebro se concebían como organicistas y quienes favorieron a la mente fueron mentalistas o vitalistas.

(4) La cuarta etapa corresponde a la primera mitad del Siglo XX cuando la naciente filosofía de las ciencias planteó de manera aún más concreta la relación entre la conciencia y el cerebro como el meollo del problema. Filósofos y científicos debatieron ampliamente el papel del lenguaje en la concepción de este asunto.

(5) Más adelante, a partir de la década de 1960 aparece una transdisciplina de amplio aliento llamada ciencia cognitiva que al acoplar en su inicio ciencias del cómputo, filosofía de la mente, lingüística y neurociencias planteó una unidad conciencia-cerebro que llevó a una polémica fascinante y laberíntica. Esta quinta etapa de las ciencias cognitivas ha resultado en importantes avances y en un atolladero desesperante pues no hay solución planteada que no tenga objeciones o dificultades.

Hoy día hay esperanzas de que la conjugación de muchas disciplinas biológicas, psicológicas, sociales, estéticas  y humanas en una plataforma conceptual y matemática que se ha denominado “ciencias de la complejidad” provea de hipótesis novedosas y viables para entender el problema mente-cuerpo y la naturaleza de la conciencia. Ofreceré argumentos y evidencias para sostener esta posibilidad. En esta luz, el problema retorna desde el enfoque microscópico de como se genera, alberga o procesa la conciencia en el cerebro hasta planteamientos más globales en el sentido que no se podrá avanzar sin incluir en la ecuación al cuerpo vivo y activo en el entorno o a la cultura en forma de los símbolos que median esa interacción. ¿Constituirá ésta una sexta etapa del problema mente-cuerpo?

Empezaremos por el principio más antiguo y que llamamos animismo.

Los contenidos de la columna Mente y Cuerpo pertenecen a la próxima obra del autor. Copyright © (Todos los Derechos Reservados).
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Cybele B. Díaz Wionczek

Parece emocionante la propuesta del autor. ¡Habrá que seguirla!
Felicidades a él y a la publicación, por incluir una columna tan original e interesante en su repertorio.

José Alfredo Díaz

Sencillamente fascinante. Felicitaciones.

Raúl Maldonado Rodriguera.

Tuve la “Fortuna “ de platicar con Ud., a finales de noviembre afuera del Muac. Le agradezco me invitara a leer su columna.
QUE MARAVILLA!
He leído las 4 primeras y las 7 últimas aunque sea a la carrera. QUE MARAVILLA!
Por falta de tiempo no he podido leer todos los artículos. Pero ardo en deseos de leer todos y con más detenimiento.
Desde hace años me preguntaba que estaría escribiendo.
La conclusión de su libro “La Conciencia Viviente”, que culminaba una gran etapa de sus estudios e investigaciones y libros anteriores, preludiaba algo grande.
Estoy adentrándome a contemplar sus largas y arduas reflexiones de muchas décadas.
Muchas gracias por su admirable esfuerzo de síntesis en muchos campos de la búsqueda Intelectual y de la Experiencia de la Humanidad .
COMPARTO ESTA GRAN PASIÓN.
Tepic, Nayarit a 26 de febrero de 2018.

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