“El Vestidor”: La vida desde un escenario

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Cada vez que escribo una reseña trato de invitar al lector a vivir una experiencia reveladora mediante el teatro. Reveladora, en el sentido más propio de la ficción, al descubrir un cosmos que sólo podría existir gracias a la mente del escritor que es interpretada por el director para hacer una representación hecha por un equipo de actores y gente de producción.

            Reveladora, en el sentido más personal, porque mediante la representación el público puede transformar grandes y pequeños aspectos de su vida. La función no acaba con los aplausos, al contrario, se mete hasta el tuétano del espectador durante días, meses y años para lograr nuevas perspectivas.

            La meta para cualquiera que se dedique al teatro consiste en una transformación, casi espiritual, entre aquéllos que son capaces de representar y aquéllos quienes estén dispuestos a “dejarse llevar” por la representación. Lo más emocionante (y adictivo) de hacer teatro es cuando se conjuntan los elementos justos y necesarios para lograr una catarsis colectiva.

            Este tipo de experiencias no se dan a manos llenas. Encontrarte con un viaje con estas dimensiones e intensidades es un regalo. Hay pistas de que la magia está sucediendo cuando existe un silencio sepulcral en una sala, las personas están al borde de la butaca o los ojos de los asistentes no pueden dejar de mirar el escenario.

            Todos estos síntomas los vi en “El Vestidor” que se presenta en el Foro Chapultepec.       No había visto en todo el 2013 una obra tan llena de alma capaz de regenerar a todo el colectivo de la noche. La frontera entre el escenario y las butacas se borraba para perdernos en una ilusión sin precedentes. Todo en escena provocaba interés y confrontaba.

            “El Vestidor”, en una primera lectura, trata sobre el amor al teatro. Esta historia es de las pocas que hablan de la experiencia teatral sin caer en localismos o en situaciones sólo interesantes para los miembros del gremio. Sin embargo, el texto de Ronald Harwood no quiere quedarse en el mundo de las tablas y los actores, salta a la idea de la vida como una lucha.

            Su Señoría, el director y el actor principal de una compañía de teatro, está dispuesto a dar una función de “El Rey Lear” en un teatro decadente de Londres en pleno bombardeo de los nazis durante la Segunda Guerra Mundial. Su vestidor, Norman, trata de ayudarlo a lograr este objetivo porque, además, vive una pérdida de memoria progresiva, su salud  es débil y tiene conflictos con su esposa y varios miembros del grupo teatral.

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            La actuación de Héctor Bonilla, como Su Señoría, es espléndida. Demuestra con su precisión y forma de caracterizar por qué es uno de los mejores actores de México; con esta interpretación hace uno de los trabajos más entrañables de toda su carrera. Bruno Bichir, como el vestidor, hace gala de todo su entrenamiento vocal y corporal para ponerlo al servicio de un personaje con tintes de comedia pero con una complejidad inusual.

            Pilar Ixquic destaca por su gran sentido del ritmo. Arturo Reyes, Andrea Riera, Alfonso Bravo y Cristóbal García Naranjo tienen una progresión energética adecuada y unos matices bien logrados en la construcción de sus personajes. Por último, la participación de Verónica Langer es sorprendente porque hace una interpretación cargada de una interesante vida interna.

            La dirección de Alberto Lomnitz es convencional. Hace del escenario un camerino y la sala de un teatro con una economía de movimientos y efectivos cambios de escenografía. La preocupación por mantener un ritmo vertiginoso es funcional en este tipo de texto; su trabajo se centra en hacer lucir el trabajo actoral sin dejar a un lado la espectacularidad del artificio escénico.

            “El Vestidor” es una obra que divierte en el sentido más amplio de la palabra. Ser testigos de la mancuerna Bonilla y Bichir provoca conmoción. El montaje de Lomnitz conduce a una avalancha de revelaciones irremediablemente; nos modifica en las dos horas que dura el espectáculo, provoca catarsis y la duración de sus efectos es insospechada.

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“El Vestidor”

De: Ronald Harwood

Dirección: Alberto Lomnitz

Foro Cultural Chapultepec (Mariano Escobedo 665)

Viernes 18:30 y 21:00 hrs, sábados 18:00 y 20:30 hrs., domingos 17:15 y 19:45 hrs.

 

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