Los individuos pueden aumentar no solo de manera significativa su empleabilidad, sino también alcanzar una mejor orientación y satisfacción de sus vidas.
Ciudad de México.- La empleabilidad es una noción relativamente reciente y derivada de una voluntad de ejercer el trabajo remunerado, a partir de condiciones o aptitudes ofertadas y demandadas en un mercado.
La empleabilidad aumenta cuando las personas cuentan con las condiciones necesarias para satisfacer un mercado que precisa y afina cada vez más su demanda de servicios y destrezas.
El individuo -hombre y mujer- se ha “ocupado” desde siempre, de manera diferencial y específica, en función de su género, condición social. Mas recientemente la formación juega un papel definitorio y aún mas recientemente, la vocación de inclusión y la meritocracia, con fuerte tendencia en todos los ámbitos a la no diferenciación entre hombres y mujeres.
Las condiciones actuales del trabajo, sin embargo, en razón de una sobredemanda y una baja oferta, distan mucho de procurar a los individuos la garantía de una ocupación acorde a sus intereses, formación y vocación.
La competencia por los puestos profesionales crece y con ella la habilidad de los individuos para posicionarse y de los empleadores, para exigir cada vez más de los postulantes a los cargos. Vivimos así un mercado dominado por la oferta.
Organismos multilaterales como la OIT, buscan proteger las condiciones del trabajo ad mínima y agregan algunas nociones como la de “decencia” en el trabajo, noción construida recientemente a partir de las notificaciones de abuso, por parte de grandes consorcios bien posicionados, a través de sus marcas en todo el mundo, cuyas back offices y sus prácticas laborales se descubrieron abusivas de la condición de grupos de trabajadores: niños, mujeres, personas con algún hándicap etcétera.
Ante estas realidades, la empleabilidad agrega en complejidad a partir de la consideración a las funciones de dignidad, decencia, satisfacción y remuneración. Cabe entonces explorar algunas de las condiciones que pueden contribuir a nivel país y quizá región, al fomento de la empleabilidad.
Desde luego que la educación formal provee una primera razón de la criba utilizada por el mercado, que en condiciones de escasez desarrolla metodologías para seleccionar a los individuos a partir de sus formaciones, sus escuelas e incluso, no nos asustemos, su apariencia física establecida con base en dudosos criterios de estética, aunque firmemente anclados en convenciones sociales.
Recordemos que el 90 por ciento, o más, de las leyes que rigen cualquier sociedad son leyes no escritas. Acuerdos tácitos entre la población.
Así, a partir del análisis de estas condiciones, podemos reconocer que por lo menos una parte de empleabilidad está basada en factores que tienen un carácter sicológico y cultural complementario.
En esta nota queremos reflexionar sobre aquellos elementos de carácter no formal, que pueden aportar a las personas alguna orientación para la empleabilidad. Estos factores aparecen en forma de destrezas. La conciencia de estas y su ulterior manejo, en el marco de la idiosincrasia nacional, puede contribuir de manera significativa para aumentar los índices de empleabilidad de las personas.
He aquí las destrezas de referencia:
Conciencia de Identidad. Contribuye al reconocimiento que el individuo tiene de si mismo, su origen étnico, su mestizaje, su cultura su entorno social. En su devenir las personas consideran aquellos elementos que les permiten asirse con orgullo a las incidencias fuertes de la historia de sus de sus etnias, grupos de referencia (familia, entorno de referencia) determinantes en fin de sus altas identidades de asociación.
La meditación y el trabajo sobre estos factores abona a la tabla de valores que se construye el individuo y que utiliza en su auto definición. La explicación de los aquí y ahora, en función de sus procesos y su historia. Es otra manera para explicar que no hay viento favorable para quien no tiene rumbo. La conciencia de identidad da rumbo a la empleabilidad, en la medida que el individuo entiende su orientación como la confluencia de los vectores que la determinan y ante los que se impone.
Conciencia de la Globalización. Los individuos deben percibir que no están solos, ni aislados en su mundo. Es importante que las personas aprendan a saber cómo se las mira desde otras identidades y también a mirar al otro desde los propios entornos de referencia, con afán comparativo a veces y de aprendizaje siempre. Diálogo e intercambio son la divisa.
Tomar conciencia del espacio que vivimos como unidad biológica y formarse con esta percepción y conocimiento que incrementa el potencial individual y pone en práctica destrezas generalmente apreciadas por los empleadores.
“AlfabITización”: (alfabetización telemática: Informática y de telecomunicaciones) Vivimos cerca de las tecnologías de información IT, no son más un complemento, sino parte de la esencia existencial de los individuos. En cinco años el 98 por ciento de la población nacional tendrá un smartphone. La inteligencia artificial no es un hecho aislado, sino constitutivo de la nueva generación de habitantes del planeta.
La Inteligencia va siendo cada vez más la inteligencia colectiva, los intercambios facilitados a través de las redes, la inmediatez de la información que no sólo está allí, sino que está allí para responder a preguntas cada vez mas pertinentes de individuos que utilizan estos sistemas, como extensión de sus capacidades cogitativas.
Manejarse con confort en redes sociales, (…) utilizar las herramientas básica de diseño (prezzy, photo shop, power point, auto cad) y de procesamiento de datos (word, excell…) garantiza la agregación de valor.
Habilidades comunicativo-expresivas. Vivimos un tiempo de narrativas. Necesitamos construir las propias, es el story telling que tanto éxito ha procurado a algunas culturas. (Corea, Sudáfrica, Colombia, Chile, Brasil…).
Los individuos deben aprender a contar su historia, a ver en su historia el lado épico de la misma. Cada individuo es un vector y poner en valor las propias fuerzas vectoriales es un trabajo que debe ser profundamente personal.
Aprender a contar es aprender a hablar, conocer el idioma, pero también las técnicas de la narrativa, ser sensibles al interlocutor, resolver en la escala personal la propia ecuación de expresividad, para traducirse con fidelidad, para acentuar lo necesario y para hacer del discurso narrativo, algo inteligible.
Fomento de la Vocación Emprendedora. Se trata, mas simplemente de lo que pudiera pensarse, en acompañar, dignificar, acortar la distancia entre lo dicho y la materialización de la palabra.
Emprender significa dar crédito y dar también seguimiento a las ideas. Hacerlo con un criterio de empleabilidad es hacerlo primero con un compromiso personal de responsabilidad de autoempleo.
Más allá de la moda del emprendimiento (emprendedurismo le llaman algunos…) está la capacidad individual de poder moverse con libertad en un espacio relativamente constreñido que es el que marca el cuaderno de cargas del empleo. La actitud emprendedora es menos la de la creación de empresas, que la vocación de en-prender: encender una luz en el espacio propio. Mantenerse siempre alerta y creativo, constructivo, analítico. De esta forma se garantiza el empleo y se emprende para sí y para los otros.
Finalmente la Procuración de Imaginario. Las personas requieren saber que trabajan para un referente que es la pantalla donde se reflejan los cambios procurados y construidos a través del trabajo: familia, comunidad, ciudad, Estado, país, planeta.
Contar con un imaginario es establecer y entender dinámicamente el sentido del trabajo que se realiza. Un imaginario es la axiología, la tabla de valores que inspira al individuo para aplicarse en el trabajo. Es responder simplemente a la noción de ¿a quién sirvo?
Atendiendo a estas orientaciones, los individuos pueden aumentar no solo de manera significativa su empleabilidad, sino también alcanzar una mejor orientación y satisfacción de sus vidas.