La actuación del 26 de enero de 2014 de Joselito Adame será recordada en el futuro como la de su unción a otra altura en el escalafón taurino. Estuvo rotundo en los tres toros en los que actúo, si bien el primero de Villa Carmela se lesionó un cuerno y hubo la necesidad de acudir a un reemplazo de Montecristo noble y de gran estilo, que mereció el arrastre lento. Antes de la lesión del toro del encierro titular, con el percal estuvo en artista, también en el de remplazo, en el que instrumentó entre otros lances, una larga cordobesa y el Quite de Oro de la autoría de Pepe Ortiz el llamado Orfebre Tapatío.
Con la muleta tuvo pasajes de gran plasticidad y luego con el de Montecristo ejecutó una gran estocada recibiendo, para lograr dos orejas y rozando obtener los máximos trofeos que ya se huele caerán muy pronto.
Joselito se encamina a la cima del toreo y capta la atención de los taurinos como hacía varios años no lo provocaba un diestro mexicano, el suyo ha sido un proceso largo desde niño torero, su peregrinar por Europa desde muy chiquillo y sus gallardas actuaciones, le van abriendo merecidamente las puertas del triunfo.
Para muchos la actuación de El Pana será la última de su longeva carrera en La México pero para recordar sirva el siguiente dato; En la tercera novillada (de la temporada 1978) se presentó en una de selección Rodolfo Rodríguez El Pana y desde julio, hasta diciembre, junto con Ángel Majano y César Pastor y otros, propiciaron una temporada histórica rematada con dos mano a mano con Pastor, en el primero de los mismos el 10 de diciembre de aquel año con un gran novillo Cariñoso de Begoña (que por cierto lidió con divisa negra el lunes pasado en León, en señal de duelo por haberse adelantado en el paseíllo de la vida Mauricio Bailléres Gual, indultado y para él las dos orejas simbólicas.
Denostado y admirado a la vez hasta la irracionalidad, objeto de excesivas adulaciones a la par de acres críticas es el toreo de El Pana, los partidarios le perdonaron todo, sus enemigos le reclamaron la falta de continuidad. Lo que puede explicar la longevidad es que están a prueba de los tiempos venideros, ellos representan al toreo romántico de los inicios de la fiesta o si acaso de los principios del siglo XX, en los que los toreros se decía tenían aroma a tabaco y a gachís, con ese lenguaje que los toreros de hoy en día ya no usan, logran con el toro y no contra él, por eso son gachós distintos que chamullan el caló gitano, ya no propio de los toreros actuales.
Ahora los toreros por lo general son atletas y ya no saben de chonadas, ni de toros de media casta, pero como José, El Pana fue niño torero y tuvo un montón de oficios más, como el que más lo caracterizó, el de tahonero. Su menda ya está cansada del trajín y ya le queda poca cuerda en activo, con él se va el toreo que se gestaba en la crudeza de la calle y no en el gimnasio con el preparador físico, cosas de la época y de lo que actualmente vivimos en todas las actividades humanas, José y hace bien, así gestó su carrera, preparándose y yéndose a España para marcar su ruta hacia la cima.
Pasan los años y aún es muy joven Morante para presagiar su longevidad taurina, la de El Pana ya sobrepasó los sesenta años y si buscamos un parangón con uno más cercano en concepto a Morante, Curro Romero se vistió de luces, hasta los sesenta años, de ser así tenemos Morante para rato, eso lo decidirá él, pues aun sin brillar, el domingo en la tarde de unción de Joselito, José Antonio, en él está latente la llama del toreo inspirado, él y pocos lo saben, como muchos de los que llegan, tuvo que luchar denodadamente para convertirse en el adalid del toreo de sentimiento en nuestro tiempo.
Pero regresemos a Joselito, el corolario me lo apunta Ramón Carazo Canto al final de la corrida “Hoy sentí algo muy fuerte. Por primera vez en los años que llevo como aficionado, tuve la sensación de presenciar un verdadero cambio de estafeta. No que las piezas no estuvieran ahí, sino que como muchas cosas en éste arte, necesitaba de una tarde cumbre para cuajar de lleno y calar hasta el cemento de nuestra querida plaza. Todo el mundo hablará de la faena de José Adame hoy, mañana y por mucho tiempo. Supongo que todos tendrán uno o varios momentos grabados en la retina. El mío es el Quite de Oro que ejecutó el joven maestro. Cosa rara, que una imagen que cala tanto en la médula provenga de un lance que, a cargo de José, se siente ligero y profundo al mismo tiempo. Esperemos que la suerte se convierta en signo y ojalá que la puerta que se abrió hoy marque el camino. Yo, por lo pronto, con mucho gusto me voy a buscar al toro incierto del futuro a porta gayola. Por si las dudas” Con ese remate, para qué más palabras ¡Enhorabuena por el toreo!