Enajenación del alma y primicias de la psiquiatría

Una de las manifestaciones más notorias y trascendentales de la relación entre el espíritu y la materia, entre el mundo físico y el anímico, entre lo mental y lo corporal se refiere a la naturaleza de la locura y a la noción que se sostenga de patología mental. La relevancia se puede ejemplificar con la siguiente pregunta: ¿Es la locura una alteración anímica/mental/subjetiva o es un trastorno físico/corporal/cerebral? Si suponemos con buenas razones que ambos factores están involucrados, llegamos de bruces a la pregunta central del problema que nos interesa: ¿cómo se conjugan lo mental y lo corporal?

El que muchos sujetos considerados como locos o desquiciados por su comportamiento y expresión verbal no presenten una lesión corporal ostensible probablemente fue una razón importante para reafirmar un dualismo mente-cuerpo con la idea de que se trataba de enfermedades de la mente y no del organismo físico. En muchos lugares y tradiciones esto fortaleció la noción del loco como poseído por espíritus malignos o víctima de conjuros y brujerías. Hemos visto que durante el Renacimiento el médico holandés Johann Weyer impugnó la idea de que muchas mujeres consideradas brujas fueran poseídas por demonios y condenadas a la hoguera, pues argumentaba que estaban enfermas de la mente, una propuesta en su momento revolucionaria. Sin embargo, el destino del enfermo mental fue con frecuencia el aislamiento, la discriminación y muchas veces el confinamiento forzado en asilos y manicomios, donde se les maltrataba de múltiples formas.

El célebre momento de 1795 en el que el médico francés Philippe Pinel (1745-1826) liberó a enfermos mentales de sus cadenas en el manicomio de La Salpêtriere en París, se toma como una piedra miliar en la conformación inicial de la Psiquiatría y el tratamiento humanitario del enfermo mental. Esto es verdad, pero me interesa destacar que esta acción surgió de una ideología empirista y filantrópica de Pinel sobre la enfermedad mental, hija de la Ilustración y el ideario de la Revolución Francesa.

Phillipe Pinel
Litografía de Philippe Pinel (1745-1826) firmada por A.M. (tomada de Wikimedia).

Pinel era un médico graduado en Toulouse que empezó a escribir sobre la enfermedad mental para una gaceta médica en París en referencia al suicidio de un amigo. Hacia 1785 asistía a tertulias en casa de Madame Helvétius donde varios intelectuales discutían sobre filosofía, política y asuntos sociales. En ese mismo año Mesmer salió de París luego de que su “magnetismo animal” fuera rechazado por una Comisión Real. Pinel se percató que el mesmerismo, luego denominado hipnosis, era efectivo en algunos casos y en otros no lo era. En su momento, Pinel simpatizó con la Revolución Francesa, aunque se horrorizó al presenciar la decapitación de Luis XVI en 1793 a la que fue requerido por ser médico. En 1800 publicó su Tratado médico-filosófico de la enagenación [sic] del alma o manía, traducido al castellano en 1804. Un ejemplar de esta traducción fue encontrado en 1964 por mi maestro, el neuroanatomista y psiquiatra Dionisio Nieto, en una librería de viejo en México y de la cual preparó una edición fascimilar que tengo en mi haber.

La aproximación de Pinel a una medicina del enfermo mental tuvo influencia del empirismo de John Locke el cual, como hemos revisado, fue adoptado en Francia por los enciclopedistas y en especial por el abad Condillac. El empirismo fue aplicado por Pinel inicialmente en el manicomio de Bicêtre en acciones tan humanitarias y prácticas como retirar sangrías, purgas, baños fríos o calientes y otros tratamientos inoperantes en la locura o prohibir las visitas del público para burlarse o ridiculizar a los enfermos. En referencia a la práctica clínica, Pinel se convenció de la necesidad de visitar diariamente a los pacientes para recabar su historia personal, explorar cuidadosamente síntomas como los delirios o las alucinaciones e instaurar tratamientos para observar los resultados mediante el procedimiento de ensayo y error que se generalizaba en la ciencia de su tiempo. Esta aproximación empírica y sistemática lo llevó a reconocer que los enfermos presentaban síntomas específicos y a proponer una taxonomía psiquiátrica en cinco categorías: melancolía, manía sin delirio, manía con delirio e idiotismo, lo cual fue el principio de una clasificación nosológica afín a la de las enfermedades corporales.

Pinel y lunáticos
Phillipe Pinel liberando a los lunáticos de sus cadenas en el asilo de La Salpêtrière de París en 1795. Pintura de Tony Robert-Fleury (tomada de Wikimedia).

De todo ello y de su vocación filantrópica Pinel derivó la convicción de que el mejor tratamiento del enfermo mental es integrarlo a un ambiente saludable, agradable y estimulante de libertad, higiene, trabajo y buena alimentación. Introdujo además el tratamiento que llamó moral de la enfermedad mental, consistente en la provisión de empatía y cuidado directo del enfermo que implica conocer bien su padecimiento y tratarlo con cuidado y consideración, poniendo especial atención a las emociones. Dedujo este énfasis de considerar que las pasiones tumultuosas eran muchas veces causas de la enfermedad mental, lo cual establecía una noción de etiología o génesis de la locura en el propio aparato mental más que en la anatomía o función del cuerpo. Para llegar a esta conclusión realizó múltiples medidas antropológicas y anotó en muchos casos de idiotismo alteraciones anatómicas de la cabeza y la fisionomía, pero esto no sucedía en otras patologías que había reconocido. Pinel concluyó que la enfermedad mental sería incurable si se debe a una lesión orgánica del cerebro, en tanto que si se deriva de un curso anómalo de las pasiones se podía abordar con el tratamiento moral o emocional que él favorecía. Introdujo la idea que el médico necesitaba ganar la confianza del paciente sin perder su autoridad para dialogar sobre sus procesos mentales y lograr modificarlos en una aproximación que más tarde se convirtió en la psicoterapia.

Enfermos mentales, Pinel
Seis figuras del cráneo de enfermos mentales en el libro de Pinel de 1800 (fuente: Wikimedia). Pinel informó que no encontraba bases en la fisionomía para explicar el origen de muchas enfermedades mentales.

La distinción entre enfermedades mentales de origen físico o cerebral que requieren tratamientos orgánicos o farmacológicos y enfermedades mentales que requieren tratamientos psicológicos se convirtió en una dicotomía de escuelas y doctrinas psiquiátricas cuyos remanentes llegan hasta nuestros días. Hay en esa dicotomía una forma de dualismo mente-cuerpo que contrasta entre causas y tratamientos de orden físico-corporal-cerebral y de orden mental-psíquico-emocional. Apenas en tiempos recientes esta dualidad se ha empezado a ver rebasada con aproximaciones integrales, emanadas de una visión unitaria de mente y cuerpo combinada con la aceptación de tratamientos complementarios de orden psicológico, neurológico, comportamental o social.

En referencia a la patología mental en la época de la Ilustración vale la pena mencionar brevemente a un avezado naturalista y entomólogo suizo de nombre Charles Bonnet (1720-1793) quien en 1760 describió el caso de su abuelo que refería alucinaciones visuales complejas a pesar de haber quedado ciego y sin presentar síntomas de locura o demencia. En su honor, la neurología actual llama “síndrome de Charles Bonnet” a las alucinaciones visuales que se presentan en ciegos por lesiones adquiridas de la vía visual. Los pacientes mantienen que sus alucinaciones no son reales y el hecho es de interés para el problema mente cuerpo, pues se trata de una percepción vívida en ausencia de estímulos visuales. La explicación posible es que el cerebro genera una percepción precisamente por la ausencia de la estimulación proveniente de los ojos. Resulta relevante que Bonnet adoptara el paralelismo de Leibniz para explicar no sólo la relación entre la mente y todo el cerebro, al cual concebía como una madeja de fibras en vibración física, sino también para explicar las alucinaciones de su abuelo ciego y mentalmente sano.

Clínica psiquiátrica
Clínica La Salpêtriere de París en la actualidad. Foto Marie-Lan Nguyen (imagen tomada de Wikimedia).

En ensayos venideros seguiremos las nociones teóricas y prácticas que surgieron posteriormente en referencia a la locura, la enfermedad mental, el delirio o la alucinación como aspectos destacados y reveladores de la relación supuesta entre mente y cuerpo.

Los contenidos de la columna Mente y Cuerpo forman parte del próximo libro del autor. Copyright © (Todos los Derechos Reservados).
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