Desde los albores de nuestra gesta independiente a principios del siglo XVII, se tuvo perfectamente claro que para lograrlo era necesario romper con el yugo de una nación que era ya, para ese entonces, muy diferente a la nuestra.
Ciudad de México.- Desde los albores de nuestra gesta independiente a principios del siglo XVII, y lo que ello implicaba en favor del desarrollo de costumbres, idiosincrasia y cosmovisión propias; en general de una cultura que nos identificara como mexicanos, se tuvo perfectamente claro que para lograrlo era necesario romper con el yugo de una nación que era ya, para ese entonces, muy diferente a la nuestra. Además que de no haber iniciado aquella lucha independentista, nos hubiera significado muchos más años de explotación y maltrato por nuestros dominadores.
Así entonces, se concibió que la concentración de poder de un régimen monárquico, además de no ser propio, estaba totalmente en contra del sano desarrollo de una población, la nuestra. También quedó claro que iba entonces en contra de la concepción de un Estado moderno, el cual contempla para ser posible, el regir su actividad bajo la legalidad, misma que es derivada de una Carta Magna escrita, que por un lado reconociera derechos fundamentales y ciudadanos a la población y por otro lado delimitara el ejercicio del poder, dividiendo éste supremo poder en tres funciones del Estado: Ejecutiva, Legislativa y Judicial con actividad autónoma y soberana una de otra.
El pensamiento liberal de nuestro país se caracterizó por la implementación de una república federal, es decir, un país que se construyera en la unión de Estados con características propias que cedieran parte de su soberanía y delegando algunas libertades y poderes propios a la federación, para la consecución de un fin nacional. República federal en la que se repartieran, también, las funciones del gobierno como mecanismo para inhibir los abusos de poder cuando los detenta una sola persona.
República federal que de serlo, generaría insoslayablemente condiciones de vida democrática, sin embargo durante años se concibió al federalismo como la absoluta autonomía de los estados de nuestra república hacia el poder ejecutivo volviendo así a la lucha de centralistas contra federalistas, cuando en realidad federalismo significa unión y es en esa unión en donde cabemos todos como mexicanos, con una presidencia liberal el federalismo adquiere matices diferentes.
La coordinación que desde la Presidencia de la República se propone viene a reforzar el pacto federal en beneficio de nuestro país. Lo peor que nos puede seguir pasando es que con el argumento de que cada estado es libre y soberano, no puedan construirse consensos de unidad. La propuesta que hace el presidente de México Enrique Peña Nieto, es de un federalismo coordinado y corresponsable, en el que los logros alcanzados sean producto del esfuerzo de todos y que hagan frente común a los grandes desafíos que tiene nuestra nación.
En suma, se trata de un federalismo que además de definir con claridad responsabilidades y, también, los recursos de cada orden de gobierno, esté fincado en administraciones estatales y municipales eficaces, en un esquema de permanente coordinación entre los ámbitos gubernamentales para lograr un mejor país.
Llevamos más de 150 años ininterrumpidos construyéndonos y perfeccionándonos dentro del marco de una república federal y democrática, en la que el federalismo, actualmente, se propone como una inclusión en la toma de decisiones para la consecución de objetivos comunes que logren mejores condiciones de vida para todos.