El 3 de enero Ford anunció que cancelaba sus planes de inversión por $ 1,600 millones de dólares en una nueva planta ensambladora en San Luis Potosí. En cambio, hará una inversión de $ 700 millones de dólares en su planta de Michigan creando 700 empleos, enfocados a fabricar coches eléctricos y coches autónomos, dos importantes nuevas tendencias de la industria automotriz.
Por su parte, Danielle Paquette, reportó en el Washington Post que, para Ford, este cambio en sus planes hacían sentido desde una perspectiva de negocios, ya que los ingenieros con especialidad en tecnologías de información se encuentran en EUA; mientras que el Focus, modelo de bajo costo y bajos márgenes, seguirá produciéndose en México, ampliando la capacidad de una de las plantas existentes en el país.
Como podemos ver, en la perspectiva del caso de Ford, el componente de innovación no es algo que se “fabricará” en México, está se encuentra en Estados Unidos donde la industria de las telecomunicaciones y tecnologías de información son muy superiores a lo existente en nuestro país.
Ahora que se avecina una inminente renegociación del TLC, es importante poner en perspectiva el rol de nuestro país en dicho acuerdo. Si bien es cierto que nuestra ventaja competitiva ha sido, en una gran parte, la mano de obra calificada y a bajos costos, lo cierto es que debemos avanzar fuertemente en crear las capacidades de las industrias del siglo XXI, requerimos de una infraestructura de telecomunicaciones robusta que permita a nuestros ingenieros acceder a la red de conocimiento de elite que se encuentra en las universidades y centros de investigación de nuestros principales socios comerciales.
México tiene que garantizar un ambito regulatorio que favorezca la competencia y genere incentivos para tener una mayor inversión en el sector de las telecomunicaciones, para ello se requiere, entre muchas otras cosas, acabar con el dominio de América Móvil sobre el sector en su conjunto, debe permitir oxigenar el ecosistema para ser terreno fértil para la innovación. El caso de Ford hace patente que la innovación dentro del mercado norteamericano no está hoy en nuestro país. Si queremos aumentar la productividad, salarios reales y el bienestar, es imperativo superar el discurso de costos laborales bajos y enfocar nuestros esfuerzos en los principios de la llamada “4ta revolución industrial”.
A casi 4 años de la Reforma en Telecomunicaciones, el tiempo sigue corriendo, la tarea sigue pendiente y el mandato constitucional sigue vigente.