Forma y fondo

Si no cuidamos las formas, se destruirá el fondo, la esencia de lo que queremos preservar para futuras generaciones y más vale que lo tomemos en cuenta y se actúe en consecuencia, para que después no nos lamentemos de haber sido tibios en exigir seriedad, esa será la única fórmula que nos sirva para blindarnos de los ataques de los no taurinos.

 

Ciudad de México.- Para defender al toreo es importante, primero, se respete por parte de los profesionales para acabar de una vez por todas con las continuas discusiones a las que se presta cuando vemos encierros en México y en España, que dejan la impresión de ser por debajo de los mínimos aceptables, los colegas españoles duros se centraron en acres críticas, por ejemplo, a algunos ejemplares lidiados en Alicante y los no tan duros, también lo hicieron dando un toque de atención para que la forma no fastidie el fondo.

Lo que menos necesitamos los taurinos en éste momento es estar divididos ante los embates de quienes quieren prohibir la entrada de los menores a las plazas de toros o cerrarlas; así como disminuir las pocas prestaciones que otorgan a una tradición tan arraigada en algunos países manteniendo escuelas taurinas para la tauromaquia que políticamente ya muchas personas la consideran incorrecta, pues las estadísticas (que entiendo que son como los bikinis que muestran mucho pero al final ocultan lo importante) no nos son favorables, somos una minoría los que queremos la continuidad del toreo y me remito como ejemplo a que las televisoras abiertas la tienen vedada y las de paga muy restringida, al igual que un sinfín de marcas que no invierten en publicidad ligada a la tauromaquia por temor a las represalias de sus consumidores.

Por eso, pugnamos por la dignidad de la forma para cuidar el fondo de lo que representa que un torero extraiga del peligro arte efímero. Si ya muchos ganaderos decidieron que va por delante la extrema nobleza en lugar de equilibrarla con acometividad y codicia, estamos entrampados en un dilema, porque estamos trastocando los valores fundamentales de la fiesta y eso es jugar con fuego, la fiesta “light” no es brava, no nos hagamos patos, llamémosla por su nombre para ser claros y no caer en confusiones.

Como dice el refrán, pongamos orden en casa antes de hacerlo afuera, los novillos del domingo pasado en La México pasaron por los kilos, pero el trapío fue deficiente y lo saben los ganaderos que seguramente no se habrán ido del todo satisfechos, como tampoco salió el público con la anécdota de la carencia de tracción animal en el arrastre y las protestas al ver una camioneta hacer la función de las mulas o de los caballos como desde hace algunos años se acostumbra en La México.

Seguramente, para todo habrá una explicación como que los novilleros están muy poco toreados y no hay por qué exponerlos a novillos bien presentados o al accidente que no permitió que llegaran las cabalgaduras a tiempo para el arrastre en la novillada del domingo pasado, pero la molestia de los que acudieron ¿quién la compensa? No todos estarán de acuerdo con los dos argumentos de explicación esgrimidos y las entradas reflejarán el grado de interés por los festejos novilleriles futuros, con base en toreros con mucha actitud pero poco bagaje.

Si no cuidamos las formas, se destruirá el fondo, la esencia de lo que queremos preservar para futuras generaciones y más vale que lo tomemos en cuenta y se actúe en consecuencia para que después no nos lamentemos de haber sido tibios en exigir seriedad, esa será la única fórmula que nos sirva para blindarnos de los ataques de los no taurinos, si no ejecutamos de acuerdo a ese principio, el pronóstico en un lapso de unos pocos años, se ve funesto. Luego no nos demos por sorprendidos, digo.

Imagen: Twitter
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