Frentes abiertos

Sin lugar a dudas, éste será un año complejo para nuestro país, tanto por los frentes que tenemos abiertos desde el año pasado, como la llegada de Trump a la presidencia de Estados Unidos, la política restrictiva de la Reserva Federal de ese país y la revisión del Tratado Libre Comercio, como por el proceso de sucesión presidencial que se registrará en nuestro país el próximo primero de julio.

México ha avanzado en la consolidación de sus instituciones, y cuenta con una vida democrática mucho más sólida que en el pasado, características que han permitido que los últimos tres cambios de gobierno se llevaran a cabo sin mayores sobresaltos económicos, cuando en la década de los años setenta y ochenta cada fin de sexenio auguraba una nueva crisis económica.

De hecho, la última gran crisis económica que se originó dentro del país fue precisamente con el cambio de gobierno a finales de 1994. La de 2008, aunque profunda, derivó de la crisis hipotecaria en Estados Unidos que terminó por impactar el desempeño de la economía global.

En 1994, se conjugaron eventos domésticos y externos que desataron una profunda salida de capitales, el abandono del esquema cambiario de bandas de flotación, una terrible devaluación del peso, el rebote de la inflación de niveles de 7% en 1994 a 52% en 1995 y la segunda caída más importante del PIB en la historia del país.

La tormenta perfecta inició cuando en la madrugada del primero de enero de 1994 se levantó un grupo armado en San Cristóbal de las Casas (Chiapas) denominado Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) y tomó, además de San Cristóbal, otras cuatro cabeceras municipales y otros poblados de menor tamaño en el estado.

El movimiento armado ocasionó incertidumbre y se percibió como altamente peligroso. Se calcula que en la toma inicial participaron al menos 2,500 efectivos del EZLN, con un saldo de decenas de muertos y heridos. Así inició 1994, con un escenario que el país no había vivido desde el principio de la década de los setenta cuando se terminó con los grupos guerrilleros de ese entonces.

Este evento, por sí sólo traumático, fue seguido por una serie de episodios igualmente inauditos en la historia democrática del país. México se encontraba en pleno proceso electoral, el candidato del Partido Revolucionario Institucional, Luis Donaldo Colosio se encontraba de gira en Lomas Taurinas (Baja California), cuando fue asesinado de dos disparos a las 17:12 hrs., suceso que enturbió el ambiente político y económico de México, afectando la confianza de los distintos agentes económicos y provocando una drástica salida de capitales.

Los eslabones en esta cadena de lamentables acontecimientos siguieron sumándose. El 21 de junio, en medio de la efervescencia electoral, el entonces Secretario de Gobernación, Jorge Carpizo McGregor, renunció al cargo tras varios meses de inestabilidad y crisis interna, lo que causó una gran conmoción política e inquietud en los mercados financieros locales.

Más adelante, el 28 de septiembre de ese mismo 1994, el Secretario General del PRI y ex Gobernador de Guerrero, José Francisco Ruiz Massieu, fue asesinado en la entrada del Hotel Casablanca en la Ciudad de México. En noviembre, el hermano del ex dirigente del PRI, Mario Ruiz Massieu, y Subprocurador de la República, cuestionó públicamente la estabilidad del sistema político mexicano, abonando ambos hechos a la incertidumbre del país.

Los trágicos acontecimientos políticos que se presentaron a lo largo de 1994, fueron una de las fuentes de inestabilidad financiera; no obstante, es importante tener presente que los flujos de capital respondieron también a la situación económica en Estados Unidos y que se materializó en un incremento sustancial de las tasas de interés a partir del mes de febrero de 1994, lo que restó atractivo al mercado de deuda doméstico.

Efectivamente, si bien en 1994 la inflación anual en Estados Unidos se mantuvo en un nivel relativamente bajo, 2.6% vs 3.0% registrado en 1993, los indicios de una fuerte expansión de la demanda agregada desde principios de año obligaron a la Reserva Federal a adoptar una política monetaria restrictiva con el objetivo de prevenir repuntes inflacionarios indeseables.

Con este antecedente, en la reunión de la Fed celebrada el 3 y 4 de febrero, los integrantes del Banco Central destacaron la posibilidad de que se presentaran presiones sobre los precios derivadas del mayor crecimiento económico, lo que obligaba a tomar medidas preventivas.

Así, la Reserva Federal decretó en dicha reunión un incremento de 25 puntos base en la tasa de referencia, dando inicio a una etapa de incrementos sucesivos a lo largo de todo el año. Es importante recordar que la Fed fue muy agresiva en la instrumentación de una política monetaria restrictiva en 1994, tanto así que en su reunión de noviembre anunció un incremento en las tasas de interés de 75 puntos base, el mayor incremento en una sola sesión desde 1990. De esta forma, las tasas de interés se duplicaron en el plazo de un año, al pasar de 3% al cierre de 1993 a 6.25% en febrero de 1995.

La tendencia registrada en las tasas de interés aumentó el atractivo para invertir en Estados Unidos, más aún, frente a la mayor prima de riesgo derivada de los acontecimientos políticos que se presentaron en el país, escenario que contribuyó a la salida de capitales del país.

¿Se podría presentar una crisis económica en este 2018 similar a la de 1994? No lo creo. Un elemento que contribuyó a que explotara el mercado cambiario en el 94 fue la existencia de un tipo de cambio administrado, es decir, que no era resultado de la interacción de la oferta y la demanda, lo que ocasionó que las presiones se acumularan hasta reventar las bandas de flotación ante la inexistencia de reservas internacionales.

Hoy tenemos un esquema cambiario de libre flotación, lo que permite mitigar las presiones, y en general, el país cuenta con sólidos fundamentos macroeconómicos. No obstante, sería inocente pensar que si se complica el proceso electoral, o alguno de los demás frentes abiertos, es decir, que no se renegociara en términos favorables el TLC o que la Fed adoptara una posición monetaria altamente restrictiva, esto no afecte el desempeño de los mercados financieros y el de la economía en su conjunto.

Esperemos que el proceso electoral, que sí está en nuestras manos, se maneje con transparencia y responsabilidad, y que quien resulte ganador se conduzca con verdadera vocación de servicio, y estructure un plan de gobierno que privilegie el crecimiento y el bienestar de la gente.

Manuel Guzmán M. es Director General de Novastone Capital de México. mg@novastonecapital.com

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