Sin duda alguna Joaquín Cosío es uno de los actores más queridos en el medio. No sólo por su extraordinario talento sino por su inmensa generosidad y empatía en escena. El público puede ver en sus ojos, cuerpo y voz lo que los compañeros en escena experimentan al estar con él. Su encanto hechiza hasta al más escéptico con sus poderosos dones.
El mes pasado estrenó “Los ingrávidos” en el Teatro Orientación junto con HaydeéBoeto y Cassandra Ciangherotti. El montaje no sólo es noticia por la atención a Joaquín, también porque es la adaptación dramatizada de la novela (que lleva el mismo título) de Valeria Luiselli.
La escritora plasma las memorias de una traductora en donde se hilvana de una forma ingeniosa el lado laboral y personal. Mediante un dominio preciso del lenguaje y una estructura interesante Valeria habla sobre cómo la ficción puede tocar (hasta cambiar) la realidad.
Fernando Bonilla decide hacer una versión teatral del texto por todos sus guiños al drama. Explota al máximo los recursos escénicos para resolver una complicada historia con demasiadas transiciones de tiempo y espacio. Y es más audaz porque sólo con tres actores representa los diferentes episodios de vida de la protagonista.
Casada con un arquitecto y con dos hijos esta traductora hace una remembranza de los inicios en la profesión durante su estancia en Nueva York, las parejas más significativas, la forma de entender la libertad sexual y los fracasos más implacables.
“Los ingrávidos” es un gran rompecabezas que la protagonista arma para darle sentido a su propia existencia. Es un gran acierto de Fernando Bonilla no seguir una historia lineal porque con los brincos de tiempo y espacio se retrata de forma más efectivo el crecimiento personal y espiritual de esta mujer.
Hay una figura esencial para entender las decisiones de la traductora: Gilberto Owen. El trabajo de este escritor mexicano de la primera mitad del siglo XX es descubierto por ella y siente una gran conexión emocional con sus poemas. Tan es así que se obsesiona para traducirlo y publicarlo en la agencia donde trabaja.
Lo que en realidad quiere explorar Fernando Bonilla con “Los ingrávidos” es la derrota, cómo te enfrentas a ella, cómo la superas. Lo más bonito de la anécdota es cuando Owen se convierte en el alter ego de la protagonista (denominada sólo “Ella”) para levantarse de todos los tropiezos amorosos, profesionales y personales. El escritor mexicano representa la esperanza de vivir en paz con uno mismo.
El montaje tiene un gran sentido lúdico para transportarnos a los múltiples tiempos de la historia. Hay un gran trabajo corporal para representar a los diferentes personajes. Con un solo gesto los actores se convierten en un hombre o una mujer, un niño o un adulto, Owen o la traductora. A pesar de la complejidad Bonilla logra una sencillez en sus intérpretes para seguir la anécdota.
Un elemento escenográfico puede recrear varios espacios con enorme efectividad. Bonilla se enfoca en aprovechar el lenguaje teatral e invitar al espectador a acabar de construir las imágenes con su imaginación. El único elemento distractor (y por momentos fallido) es el uso de una proyección que ejemplifica ciertos momentos de la historia. Es disparejo porque no concuerda con la propuesta escénica y a veces es reiterativo ante la acción dramática.
La participación de Casandra Ciangherotti vuelve a destacarse por una precisión técnica y una creación entrañable en cada uno de sus personajes; ella había sobresalido por “El efecto de los rayos gamma” y con este trabajo vuelve a confirmar su capacidad y disposición para el escenario. Logra los rompimientos más importantes del texto con una enorme precaución de no desvirtuar el ritmo y tempo del montaje.
HaydeéBoetto es una de las actrices más impresionantes que he visto porque sabe contrastar una gran energía y sutileza. Parece no hacer esfuerzo a pesar de tener grandes demandas técnicas. Por otro lado es a prueba de balas el trabajo de Joaquín Cosío; su energía e impulsos hacen personajes de carne y hueso, al extremo verosímiles.
Además, insisto, destaca su enorme generosidad porque en todo momento Cosío cuida a sus compañeras, les da los estímulos adecuados para que ellas construyan a sus personajes. Este papel lo alterna con Jorge Zárate y por supuesto no dudo de su efectividad para sostener el montaje.
“Los ingrávidos” es un gran ejercicio teatral y actoral. Es una bien lograda adaptación de una novela a la dramaturgia, sin una pérdida de significado y sentido a pesar de la complejidad de la estructura original. Y, sin duda, es uno de los trabajos más importantes para el gran y siempre admirado Joaquín Cosío.
Posdata
Este fin de semana son las últimas funciones de “Mary Poppins”. Es una pena que no se haya podido mantener financieramente. Si no han visto la versión mexicana del musical no duden en ir. “Mary Poppins” representa un alto nivel actoral, vocal y técnico poco visto en México.
“Los ingrávidos”
Basada en la novela de Valeria Luiselli
Dramaturgia y dirección: Fernando Bonilla
Teatro Orientación (Centro Cultural del Bosque. Reforma y Campo Marte s/n)
Del 27 de julio al 15 de septiembre de 2013
Jueves y viernes 20:00 hrs., sábados 19:00 hrs., domingos 18:00 hrs.