La Constitución en los tiempos mexicanos

La primera condición para vivir es

vivir bien, primero es el ser y luego

la manera de ser.

Miguel Alonzo Romero

(Diputado Constituyente de 1916-1917).

El próximo lunes 5 de febrero se conmemora el centésimo primer aniversario de la promulgación de la Constitución de 1917.

Con este motivo acudo al proceso histórico que acumula la experiencia de 1824 (Constitución fundacional), 1857 (Constitución liberal) y 1917 (Constitución Social). Al reconocer a los Constituyentes de esos tres momentos, señalo algunos y dejo a los lectores la tarea de completar la lista: Miguel Ramos Arizpe, José Miguel Guridi y Alcocer, Lorenzo de Zavala y Servando Teresa de Mier, de la primera; Guillermo Prieto, Ignacio Ramírez, Ignacio L. Vallarta, de la segunda; Heriberto Jara; Francisco J. Múgica; Félix F. Palavicini; Jesús Romero Flores; Pastor Rouaix; Héctor Victoria Aguilar, Juan de Dios Bojórquez y Luis Manuel Rojas, de la vigente. Mención especial merecen José María Morelos y Pavón, y Andrés Quintana Roo, quienes redactaron “Los Sentimientos de la Nación”, que dieran sentido al alma de nuestro México.

Más allá de los avances y retrocesos en el proceso de constitucionalidad, debemos enfatizar en la mejora gradual a través de sus aciertos. A lo largo del tiempo se ha venido forjando un marco jurídico, del cual quiero destacar diez puntos:

  1. Nuestra Constitución es democrática al originarse en tres luchas populares (Independencia, Reforma, Revolución), se puede interpretar, en esencia, que responde al “Demos” aristotélico.
  2. Es consensual al ser producto de un liderazgo colectivo que conduce a las distintas fuerzas en conflicto; corre los riesgos y asume las responsabilidades; lo que le otorga a nuestra Constitución un contenido aspiracional.
  3. Es paradigmática al referirse a un modelo que configura una forma de gobierno, la cual, por lo menos formalmente, garantiza la voluntad popular: se establecen equilibrios entre los tres poderes y tres órdenes de gobierno, que son el resultado de los debates sostenidos entre los representantes electos por la sociedad organizada. En su conjunto, la Constitución evita y, en su caso, sanciona el ejercicio arbitrario del poder.
  4. La Constitución ofrece el marco para que el gobierno, la sociedad y el territorio, es decir, el Estado, se sometan a un orden jurídico para que en nuestra Nación prevalezca un Estado de Derecho.
  5. Es una Constitución viva y dinámica, porque dentro de las pautas institucionales se transforma conforme a las circunstancias, encauza la lucha política para evitar un cambio violento de valores. Regula el acceso al poder por la vía de elecciones libres, con partidos y candidatos independientes.
  6. Es incluyente. En su texto está representada toda la población, sin distingo de religión, etnia, género, ideología, condición socioeconómica, edad; con vocación universal norma la salud, educación, trabajo, vivienda, alimentación, cultura, medio ambiente, infraestructura, recreación, deporte, entre otras materias.
  7. Es racional y programática. Define campos de acción para los sectores público, social y privado, con base en la planeación del desarrollo democrático, mediante una distribución de tareas que permiten a los actores asumir plenamente sus responsabilidades. Estructura, organiza y prevé la disponibilidad de recursos para que funcionen los tres poderes y órdenes de gobierno en beneficio de la sociedad, mediante un servicio público profesionalizado, apegado a la Ley, honesto, eficiente, imparcial, con productividad, transparencia, rendición de cuentas y lealtad a las instituciones.
  8. Es realista. Valora las posibilidades del cumplimiento de la norma de manera que se convierta en derecho positivo y no quede sólo en buenas intenciones.
  9. Nos da la seguridad, certidumbre y confianza en la regulación de la propiedad particular y colectiva; así como de las empresas privadas, ocupaciones individuales y de las entidades productivas del Estado, que ejercen su función de manera legal y legítima. Nos garantiza el ejercicio de la libertad de tránsito, de profesión, de expresión y derecho a la información…
  10. La Constitución nos inscribe en la agenda internacional. Nos da identidad al ofrecer al exterior un rumbo nacional sostenible en tiempo, espacio y forma.

Ahora bien, percibimos y sabemos que muchos de los preceptos constitucionales y de las leyes que de ella se derivan no se cumplen, sea por descuido, negligencia, omisión o comisión de las autoridades y de la ciudadanía; o bien no se toman en cuenta por considerarlos como simples deseos, o por rebeldía. En la mayoría de los casos no sucede así, aunque el incumplimiento en algunos, pesa mucho en el ánimo social.

Es evidente que ninguna constitución se cumple con base en ocurrencias o intuiciones del liderazgo. Es la voluntad política lo que logra los avances necesarios, como se ha demostrado en nuestra historia a pesar de las vicisitudes. La condición insoslayable para que la voluntad política se abra espacio es que se someta a Derecho, inclusive para crear nuevos derechos.

Es necesario superar los déficits de seguridad pública, de control de la violencia, de la injusta distribución de la riqueza, de la persistencia de la pobreza extrema o simplemente pobreza. Nuestra Constitución nos protege, a la vez que nos estimula a lograr un cambio impostergable con estabilidad.

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Luis Enrique Guerra Brenes

Esta radiografía que realiza el Dr. Cartelazo resulta de amplia importancia pues, nos da un panorama general de donde viene nuestra histeria constitucional hasta la actualidad, con una puntual facultad de resaltar los elementos más importantes.

En cuyos diez puntos se abordan temas que contextualizan lo medular de la constitución y como bien se apunto sobre el mismo, se pueden tener una serie de virtudes sobre el mismo, pero existen elementos que pueden ir mermando los aspectos positivos.

Pues la Constitución es nuestro máximo normativo, pero también es el supuesto máximo, por lo cual materialmente los principios que en este instrumento fundamental guarda no siempre son llevado a cabo a civilidad o con la mayor probidad que se esperaría dimane de la misma.

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