La educación sacrificada

No hay condiciones para abrir las escuelas porque los gobiernos no las han generado, no porque la educación sea una actividad inherentemente más peligrosa. Diversos estudios han mostrado que, bajo ciertas condiciones, precauciones y cambios de comportamiento, las escuelas pueden abrir de manera relativamente segura (Schools for Health, Harvard University).[1] En México no se han generado las condiciones necesarias para reabrir las escuelas porque, otra vez, nos damos cuenta de que la educación no es prioridad. Incluso, el responsable del manejo de la pandemia, Hugo López-Gatell, se ha preguntado “¡¿Cuál sería el beneficio de abrir los recintos escolares?!”. Una joya.

Desde agosto, la ONU llamó al mundo a dar prioridad a la reapertura de las escuelas donde la pandemia esté controlada. Inicia noviembre y nos seguimos preguntando ¿cuándo estará controlada en México? Increíblemente, parece haber más presión por abrir los estadios que las escuelas. ¿En serio? El máximo organismo mundial (no la FIFA, sino la ONU) advierte sobre la catástrofe educativa que parece estamos empeñados en minimizar. La UNESCO proyecta un abandono escolar de nivel básico que rebasará los 30 millones de niñas y niños globalmente. Este mismo organismo estima que 15.5% de los alumnos mexicanos en el nivel medio superior no continuarán sus estudios, y el mismo porcentaje se proyecta que dejará inconclusos sus estudios de educación superior.

educacion en pandemia
Imagen: The Atlantic.

En cuanto a educación básica, de acuerdo con estimaciones de la Secretaría de Educación Pública (SEP), la decisión de sacrificar la educación tendrá como resultado que alrededor de 2.5 millones de niños y jóvenes no vuelvan más a las aulas. Tan sólo en las escuelas privadas de educación básica, el promedio de deserciones ronda el 50%, según lo ha expresado la Asociación Nacional de Escuelas Particulares. Por su parte, la OCDE ha señalado que el abandono escolar irá acompañado de un aumento del trabajo infantil, los matrimonios forzados y los embarazos tempranos. La ONG internacional Save the Children estima un incremento del 25% en embarazos adolescentes, y por si esto fuera poco, alrededor de 400 millones de niñas y niños han perdido el acceso que tenían a los alimentos escolares; en México está cifra es alrededor de 6 millones niños.

La pandemia de COVID-19 amenaza con deteriorar aún más los resultados educativos. Los niños y jóvenes que necesitan más educación para salir de la pobreza son probablemente los afectados con la decisión de sacrificar la educación. El Banco Mundial advierte que los cierres escolares tendrán implicaciones irreversibles en los aprendizajes, niveles de productividad y los ingresos durante toda la vida activa de los ahora estudiantes. Este organismo calcula que por cada 5 meses que las escuelas permanezcan cerradas, los estudiantes dejarán de percibir alrededor de 16 mil dólares durante su vida profesional.

Pero, aun llevando la educación en línea, ¿están los más pobres realmente aprendiendo en casa? Un estudio realizado por la UNICEF, señala que uno de cada tres niños en el mundo no puede acceder a las clases a distancia. En el caso de México, según la OCDE, sólo el 3% de los hogares más pobres tienen una computadora conectada a Internet (en contraste, 85% de las familias mexicanas más privilegiadas).

Para al menos 463 millones de niños y niñas en el mundo no existe el aprendizaje a distancia. La educación y el derecho de millones de niños y jóvenes a recibir una educación con la mayor calidad posible se ha sacrificado en aras de otras prioridades más visibles, y las autoridades continúan sin generar las condiciones adecuadas para que las escuelas abran, al menos de manera parcial. En cambio, irónicamente, se ha dado prioridad a la reapertura de otros sectores donde los riegos de dispersión de la pandemia son inmediatos e incluso mayores: gimnasios, tianguis, plazas comerciales y bares funcionan ya bajo una nueva normalidad.

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Imagen: Keith Negley.

De fondo, lo que se revela es una dramática realidad: la educación no es una prioridad en México. La pandemia, no ha hecho más que magnificar los rezagos y deficiencias históricas del sistema educativo nacional: bajos presupuestos para la provisión del servicio educativo, deshonrosos salarios para los maestros, escaso apoyo para el desarrollo profesional de los profesores, limitado acceso a la tecnología.

El dilema se antoja complejo, pero seamos claros, el problema no es que las escuelas sean centros de “supercontagio”, sino que la educación ha sido elegida por varios gobiernos para cargar con los costos de la pandemia, por ser una catástrofe que no se nota, es silenciosa. Como lo dice el Nobel de Economía, Paul Krugman, las escuelas están siendo sacrificadas para poder abrir los antros.

La diferencia con algunos países europeos es abismal. Por ejemplo, en Alemania, Reino Unido, Irlanda y Francia han vuelto al confinamiento por una segunda ola de contagios; la actividad económica está al mínimo. Bares, restaurantes y centros comerciales están cerrados, sin embargo, las escuelas siguen abiertas. Ésas son las prioridades correctas, en países que apuestan a la educación como la única palanca de desarrollo de largo plazo. 


Notas:
[1] Emily Jones, et al., “Schools for Health: Risk Reduction Strategies for Reopening Schools”, Harvard T.H. Chan School of Public Health & Healthy Buildings Program, junio de 2020.


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