Gracias Francisco, por extraernos de ese cotidiano anquilosante.
Como parte del México mayor que se evoca a veces y se construye con trabajo, inteligencia, dedicación, formación y enorme voluntad, acompañé hace unos días a mi amigo Francisco de Paula León Olea, al estreno de su obra Fantasía del Universo en la recién remozada sala Ollin-Yolliztli.
Interpretó la Orquesta Metropolitana, el Coro Filarmónico de la UNAM bajo de dirección del Maestro Arontes, y la percusión pianística de Anthony Tamayo. Todos bajo la conducción del Director Rodrigo Macías.
La obra sinfónica en 5 movimientos incluye un trabajo coral sencillo y bien aplicado y un ejercicio pianístico que recorre con singular garbo el desarrollo. Destaca un excelente trabajo de cuerdas bien aplicadas en que dialogan las voces de los violines y los violoncelos.
Percusiones y xilófonos juegan un papel medular y simbólico que evoca una construcción armónica compleja y rítmica con un tema incisivo que queda en la memoria y hace participar de un viaje por los movimientos evocadores de espacios íntimos y cósmicos.
Los alientos se aplican con distinción y arremeten con libertad en los tonos de oboes y metales que se yerguen en distintos momentos con acentos exquisitos que mantienen la atención y en un delicioso vértigo guían de nuevo a los compases obsesivos que marcan los planteamientos esenciales del edificio musical.
Acompañamos en una tarde de vientos enormes, un EVENTO, una variación perceptible en un medio ambiente artístico algo anquilosado. Qué gusto da esa ruptura con el cotidiano, a que nos invita hoy el Maestro Francisco de Paula con su creación Fantasía del Universo.
La música es el lenguaje del universo, es el sonido de la creación, inspirado y armonizado en la escala humana.
El compositor escuchó desde su oído absoluto, las primeras notas musicales, con su madre, Doña Martha Olea Figueroa y se inspira para este poema sinfónico de un escrito suyo de juventud. Si, esa época de la vida, los 17 años en que suelen los jóvenes poner un acento en cuestionamientos esenciales. Quien soy: Hombre, de donde vengo: El Mundo, a donde voy: al universo siempre, con que vehículo: El Alma con que resultado: El Amor, estos son los inspirados movimientos de su obra.
Así, de Paula, con el poeta Eluard parece decirnos de manera notada y clara. Amar, no, haber amado, vivir, no, haber vivido.
Comentábamos con el autor en los días previos al estreno, en algún café de la CDMX, acerca de la secta de los acusmáticos pitagóricos. Ese grupo de alumnos del filósofo que investigaban el sonido de las órbitas astrales y su vibración, su tono, su timbre… Y pareciera que Francisco hubiese asistido en Cortona a la academia pitagórica, y compartido sus propias tesis sobre el sonido del Universo.
Escuchamos así, una propuesta interpretativa que invita a viajar por el espacio interior y el universo infinito. Lo hicimos de la mano de sus notas y construimos con León Olea, en toda complicidad, una fruición, una armonía, entre el yo aquí, ahora y el otro, en algún lugar, en otro tiempo…
Quizá sea esa la motivación del diálogo con el filósofo Edgar Morin, a quien dedica de Paula su obra. El pensamiento complejo pareciera así, coinciden ambos, resolverse sólo a la escala de lo humano que comprende, acepta y vive en la complejidad.
Alegra en todo caso, vivir desde la música, desde la armonía, desde la paz del universo perfecto, esos momentos a que nos condujo en la Ollin Yolliztli, este compositor mexicano ajeno a los círculos alambicados de la música clásica en México.
Y salimos, tras una Chacona de Chávez que introdujo la velada y el Sanctus del Réquiem que de Paula compuso también años atrás, felices y gozosos como si fuésemos aquél personaje de Toy Story, Buzz Lightyear para dirigirnos fraternalmente, con Francisco de Paula… Al Infinito y más allá… Tal vez a una introspección extraña, en estos tiempos en que clepto-cracia, narco-política y partidocracia hueca, parecen gobernar la escena perceptiva.
Gracias Francisco, por extraernos de ese cotidiano anquilosante, gracias por guiarnos de manera tan bella acompañados de tus notas por espacios sonoros evocadores a los que tu obra da vida.
