Si hiciéramos una encuesta a todos los mexicanos acerca de la visita del presidente Maduro a México, hay una gran posibilidad de que la mayoría no quisiéramos que viniera a nuestro país. Es claro que las imágenes e información que tenemos de Venezuela nos duelen y, por lo tanto, desde nuestro miedo o enojo, nunca aceptaremos una dictadura de este tipo para nuestros hermanos venezolanos ni para nosotros.
Existe, por otro lado, un amplio número de mexicanos que está de acuerdo con la invitación que nuestro presidente electo le hizo al presidente Maduro. Este grupo lo representan muchos de sus seguidores que le apoyan, de momento, en lo que proponga y se suman a su vez quienes creen que las puertas de México deben estar abiertas a todo el mundo.
Desde la autoreferencia, ninguna postura es buena o mala. Son diferentes formas de observar la situación. Cada uno crea la realidad de acuerdo a su lectura personal para generar como resultado la polarización que vivimos y venimos a aprender en México.
Tratando de verlo simple y sin análisis filosófico, la realidad es aquello que existe en el instante presente y que integra desde nuestra percepción de lo concreto (lo que vemos físicamente) y lo abstracto (las emociones, paradigmas, juicios, etcétera). Esta realidad es diseñada desde un instante anterior único que inclusive es la suma de una serie de instantes del pasado.
Aunque de momento es una ilusión que el presidente Nicolás Maduro venga a México, la invitación y su confirmación de visita al país son la única realidad concreta que hoy tenemos. Por otro lado, lo que cada uno suponemos o queremos que suceda se vuelve lo abstracto. El cúmulo de todas estas realidades individuales que estamos creando, sumará en lo colectivo la realidad que se genere. En pocas palabras, aún puede suceder que asista o no. Dependerá de forma importante lo que sumen los grupos del miedo y del enojo. Lo que ocurra al final será para el aprendizaje de todos.
En resumen, la realidad detrás de la visita de Maduro a México, la obtendremos de la suma del día a día en lo colectivo. Hoy, es claro que estamos creando lo que sucederá. Y, aunque aún no existe, todas las posibilidades están presentes.
Ésta es una situación más de muchas que estamos viviendo en México y que nos dice que es momento de parar, observarnos y avanzar como país. No significa que estemos de acuerdo o en desacuerdo con la visita de Maduro. Tampoco que no podamos actuar o que dejemos de sentir enojo o miedo, sino que observemos lo que estamos sintiendo o percibiendo, y entonces desde ahí, aceptemos que estamos siendo parte de un resultado colectivo.
Esto es hacer consciente el instante presente y descubrir lo que Maduro significa para cada uno de nosotros. Él puede representar el miedo, a no tener plena libertad, a la falta de trabajo, a la separación de la sociedad, al maltrato humano, a la incoherencia, a la incertidumbre; en fin, a todos los conflictos que hoy están presentes como realidad en nuestro país y que desde el inconsciente colectivo seguimos creando. Nos está mostrando a nosotros mismos.
Por supuesto que Maduro es parte importante de la deshumanización que hoy existe en el mundo. Representa algo que nunca nos hubiera gustado vivir y que hoy nos duele que esté sucediendo. Es un personaje que no nos gusta a la mayoría y que ha venido a mostrarnos que es momento de humanizarnos, de redescubrirnos para evolucionar conscientemente como seres humanos.
Hagámonos conscientes desde cada uno para que nazcan nuevas posibilidades de solución a estas situaciones que no nos gustan y que, al mismo tiempo, comiencen su desaparición. Es momento de preguntarnos cada uno ¿Qué tan “Maduro” soy?
Qur tan “Maduro” soy?
Gran pregunta que me invita a una reflexión, ubicada desde mi perspectiva, llevándome a dos ejes.
• ¿Cómo me reflejo en ese personaje? y
• ¿Qué he aprendido a través de hacerme conciente sobre lo que mi pensamiento afecta en lo colectivo para crear realidades? ¿Estoy en el proceso de madurar o simplemente me estoy estancando en el raciocinio popular?
Gracias por tus comentarios Sandra!
Tristemente este personaje solo representa lo que nadie queremos tener cerca en nuestras vidas, un hombre sin escrúpulos, antagónico, narcisista y cuyo modelo mucha gente quiere seguir, eso no queremos para nuestro Mexico, si escogimos un presidente cuya personalidad y reacciones tienen algunas semejanzas con las de Maduro podemos decir hasta donde llegará nuestra “madurez” para soportar lo que creemos se nos acerca? Esperemos que nuestros gobernantes no caigan en ese abismo ejemplar que Maduro ha fraguado en ese país hermano y hermoso por su gente. Por lo pronto las señales que nos han dado son para preocuparnos, esperemos que enmienden sus decisiones que nos podrían llevar a una crisis no esperada en la actualidad
Gracias por tus comentarios Humberto!