¿Por qué siempre andamos de prisa? Hoy, podemos observar que estamos viviendo en la era de la urgencia, donde cada día queremos hacer las cosas más rápido y, por supuesto, perdemos la oportunidad de disfrutarlas. Deseamos cambios inmediatos, inclusive cuando nosotros mismos no queremos cambiar, ¡queremos que México cambie ya! Creando con esto una incoherencia colectiva.
En este camino de urgencia inconsciente, vamos desgastándonos como individuos y como sociedad. Mientras disfrutamos de teléfonos inteligentes más rápidos que nos permiten percibir que vamos a mayor velocidad, nos enfrentamos al tráfico cada vez más pesado que nos lanza al abismo del estrés y la frustración por la lentitud en que nos movemos. Raras veces respiramos profundamente y vamos agotando todo por hacer el mayor número de cosas sin hacernos conscientes del impacto personal y colectivo que esto genera.
Estamos viviendo en un país del hartazgo sin darnos cuenta que nosotros lo estamos construyendo por la forma en que vivimos. No somos conscientes que, para lograr cambios importantes, se requiere de tiempo y nos quejamos constantemente en lugar de iniciar un cambio posible para lograr un impacto colectivo. Los países más avanzados en la calidad de vida han desarrollado la cultura colectiva desde hace cientos de años. No es sólo cambiar por cambiar, sino cambiar para avanzar en el cambio; escalón por escalón.
Gracias a este inconsciente colectivo que creamos, atraemos gobernantes que nos prometen un cambio, que no saben qué cambiar y menos para qué cambiar. Además, nos urge que lo hagan sin que nosotros tengamos que hacer nada y al final el cambio no se da. Por ir tan rápido, los planes y deseos se quedan en el camino sin que nadie se percate de ello. Es como un ciclo generado por la urgencia que nos regresa a donde mismo sin avanzar. No puedo generalizar ya que sí suceden algunos cambios, sin embargo, no aquellos que se necesitan para llevar a México a una gran transformación social.
Mientras no compartamos de forma colectiva hacia dónde queremos llegar, no tendremos un camino claro y seguiremos llegando a sitios y situaciones que no nos gustan. Me recuerda a la conversación de Alicia en el país de las maravillas donde ella le pregunta al gato “¿qué camino debo tomar?” y el gato le responde con la pregunta “¿hacia dónde quieres ir?”. Alicia le dice “No importa el lugar”, por lo que el gato le responde “entonces no importa el camino que tomes”.
Yo creo que nuestro reto como mexicanos es ponernos de acuerdo hacia dónde queremos llegar; tener un claro propósito para México. No es sencillo porque habrá que tomar en cuenta muchas voces de diferentes lugares para poder integrar una causa que permita incluir a la mayoría. Teniendo esto, será más sencillo iniciar el camino del cambio de forma consciente y sabiendo que no es necesario ir de prisa todo el tiempo para lograrlo.
Esto sería un cambio de paradigma y, para que esto funcione con continuidad, debe ser liderado desde los ciudadanos. De esta forma podremos también escoger los gobernantes que nos den la confianza para liderar el país por ese camino. México requiere un propósito colectivo para salir adelante y dejar de dar vueltas en donde mismo.
Se oye soñador… ¡Sí lo es! Sueño -como muchos mexicanos- con un México que sea incluyente y que aproveche los potenciales de su gente. Donde ir de prisa sea sólo para salvar al otro y que el camino en colectivo lo podamos ir disfrutando conscientemente. Esto ya existe en otras partes del mundo. Así que, si ellos lo han logrado, nosotros también podemos hacerlo; poco a poco, alejados de la urgencia colectiva del cambio y sin echar culpas a nuestros códigos culturales que siempre son el pretexto de que no se haga algo.
La fórmula correcta siempre empezará por lo individual para sumar a lo colectivo. La invitación es a detenernos para observarnos y ver hacia dónde queremos ir como parte de esta evolución de un México consciente, ya que al final habrá un camino que recorrer sea el que creamos correcto o no.
Si te encontraras al gato de Alicia en el país de las maravillas ¿qué le responderías si te preguntara hacia dónde quieres llegar?… Si no puedes responderla claramente, es momento de parar, respirar profundamente y definirlo.
Yo creo Alejandro que muchos tienen muy claro a donde quieren pero creo que no tienen consciencia del costo que implica.
Que no cueste y al costo que sea, tumbando al de a lado, amigo, familiar, conocido.
Resulrados rápidos para gozar rápido y ……. stress colectivo entonces.
Eso es lo que se percibe y asi una serie de antivalores empiezan a prevalecer.
Gracias por tu aportación Carlos
Tocas creo entre líneas un punto importante, que es la responsabilidad personal, esto es que tengo que hacer yo para lograr el cambio, porque estamos creo mas en l actitud que el cambio venga de “otros” o de “arriba” y perdemos tanto el poder individual de hacer el cambio, y peor aún la responsabilidad personal.
Sé que lo mas fácil es pedir a “ALGUIEN” el cambio, en vez de decir “YO voy cambiar esto en lo personal”. Un ejemplo sería no queremos corrupción, entonces sería decir “yo no voy pagar mordidas”, y si sumamos muchos se resuelve el tema.
Pero lo anterior implica cambio de perspectiva de “pedir” a “yo actuar”, que está cañón. Es mas facil ser “pediche que ser responsable. Además de requerir una reflexión, que en el corre y corre del día a día lo veo imposible.
Así es Xavier, y el tema es que en nuestra naturaleza de supervivencia le tenemos miedo a esa responsabilidad por eso nos inventamos que se requiere mucho esfuerzo cuando el despertar está frente a nosotros… gracias por tu aportación
Así es Xavier, y el tema es que en nuestra naturaleza de supervivencia le tenemos miedo a esa responsabilidad por eso nos inventamos que se requiere mucho esfuerzo cuando el despertar está frente a nosotros… gracias por tu aportación