Lo que nos toca hacer para 2021

Primero, debemos cuidar a todos como si ya tuviéramos el virus y cuidarnos como si todos ya lo tuvieran. Con una velocidad acelerada de contagios, debido a las fiestas que no se pudieron evitar (más que a la temporada de invierno) y a una movilidad mayor por la decisión social de que las vacaciones no se perdonan, lo responsable es aislarnos lo más que podamos, mantener las medidas de higiene y la sana distancia en caso de salir.

En caso de que experimentemos síntomas, así sean leves, confinarnos de inmediato, seguir las instrucciones de un médico y contactar a las autoridades de salud, a través de los diferentes medios que están a la mano. Una realidad de esta pandemia es que muchas y muchos pacientes no se atienden a tiempo y por ello agravan su situación; en esta crisis sanitaria cada instante cuenta porque no sabemos cómo atacará este virus. 

La ventilación de todas las áreas, ya sean éstas particulares o comunales, ha probado que es condición para que no exponerse a una saturación del virus, es decir, mientras mayor cantidad entre a nuestro cuerpo, peor nos pondremos; así que no es conveniente estar en lugares cerrados, con poca circulación de aire y en grupo (el escenario de cualquier fiesta de fin de año) es la diferencia entre tener un contagio leve y uno grave.

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Imagen: Nature.

Hay que organizarnos con la familia, los vecinos, los amigos, para estar al pendiente de cualquier necesidad y caso de salud que pueda presentarse. No habrá un mejor año próximo si no asumimos la parte que nos toca y actuamos para que, como una sola sociedad, esperemos nuestro turno para la vacuna y tomemos las decisiones correctas para evitar abusos en el momento en que esté disponible. 

El debate sobre quién la recibe en primer lugar y quienes esperamos en la fila es estéril y se politiza rápidamente, dividiéndonos todavía más. Creo que es un consenso general que los trabajadores de la salud tienen preferencia, nuestros adultos mayores también, los enfermos crónicos por obvias razones y de ahí por rangos de edad. Nuestra mejor defensa en lo que llega nuestro momento es cuidarnos y cuidar a los demás, tal y como ha ocurrido antes de que tuviéramos vacunas.

Eso significa que este inédito avance de la ciencia, único en la historia de la humanidad, no es un cheque en blanco, ni permite a quien la recibe aventar el cubrebocas al cielo y enterrar el gel antibacterial. Serán de seis meses a un año, todo el 2021 prácticamente, en que debemos continuar con estas precauciones si queremos evitar más tragedias, en la forma de dolorosos fallecimientos.

Entenderlo de esa manera, traerá dos beneficios: la reducción de los casos graves y de las muertes, al tiempo de que construiremos un nuevo sentido de la responsabilidad civil, que no ha sido precisamente nuestro fuerte durante este año aciago.

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Imagen: SCMP.

Podemos sacarle mucho provecho a lo que hemos vivido en estos últimos diez meses y establecer las bases de otro tipo de mexicanos y de un país diferente y mejor. Si nos ponemos ese propósito como meta y lo conseguimos manteniendo la salud y la solidaridad un año más, creo que este sufrimiento habrá servido.

Pero si regresamos a nuestros mismos malos hábitos, pronostico que nuestra recuperación –a todos los niveles– será lenta, compleja y nos cobrará facturas que no podemos dimensionar todavía. 

Acudir al olvido sólo para superar una emergencia como ésta nos retrasará años en la tarea de edificar una sociedad más justa, equitativa, honesta consigo misma y corresponsable en cada una de sus acciones. Será, sin duda alguna, un precio muy alto a pagar en contra de las siguientes generaciones.

Porque este calendario no oficial de la pandemia indica que tendremos buenas noticias hasta el verano y no en todos los estados de la República, lo que anticipa que la Ciudad de México y el Estado de México, entre otras entidades, seguirán con muchos problemas sanitarios, mientras otras entidades regresan a una nueva realidad, pensando que es la vieja normalidad a la que estaban acostumbrados.

Esa disparidad de circunstancias generará un desequilibrio en lo económico, en lo educativo y en lo social que podría perjudicar a regiones enteras, principalmente a las de mayor concentración de población, de servicios y de comercio al menudeo, contra otras entidades que dependen de esta infraestructura económica para vender sus productos y muchos bienes de consumo.

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Imagen: BN Americans

Además, retrasará la salida de la pandemia, porque quien vive en un estado en semáforo verde puede pensar que es buena idea cruzar a uno en color naranja o rojo (ella o él están sanos) y regresar a contagiar a su comunidad que ya estaba en otra etapa. Si hoy nos hemos hartado del confinamiento, imaginen que ahora sí experimentemos esas olas de enfermos cada tres meses y cambios súbitos de semáforo por el descontrol de la enfermedad. 

En resumen, para 2021 lo que debemos hacer es preservar la salud de otros, tanto como la propia. Actuar con responsabilidad en cada decisión que tomemos, se trate de ir al supermercado o de regresar a la oficina en algún momento, y colaborar con nuestras comunidades inmediatas.

Malgastar la oportunidad de aprovechar las lecciones de esta pandemia sólo nos acercarán a una siguiente que será varias veces peor. Tratemos de evitarlo.

Mientras tanto, a la distancia y de todo corazón, que el próximo año sea de absoluta salud, de unidad y de tiempo bien aprovechado. Felicidades.


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