Estamos viviendo tiempos de cambios, cambios que no sabemos a dónde nos llevarán. El mundo ha estado muchas veces a punto de reventar mientras que los gobiernos ven disminuidas sus posibilidades de gestión. Es, a final de cuentas el dinero el culpable de todo, el dinero convertido en derechos laborales o bien en la sana economía de las familias para que estas tengan acceso a los derechos más elementales.
La democracia y la falta de empleos, sobre todo cuando existe pobreza, se amenazan mutuamente. Me queda claro que la crisis en Europa es en buena medida la consecuencia del derroche, pero también que a diferencia de la mayoría de las crisis, en esta ocasión los banqueros españoles no son quienes más han perdido. Por ello es que esta crisis que radica básicamente el la ciudadanía, ha generado las movilizaciones que en otros tiempos derrocarían a cualquier gobierno.
Los españoles en paro laboral son ya demasiados. El Partido Popular no ha tenido la visión ni la responsabilidad suficiente como para poder generar programas de apoyo popular;, de hecho los diferentes gobiernos han venido adelgazando la masa burocrática y cada vez el riesgo de una “Primavera Europea” es mayor.
Por lo pronto España de ser un país en donde la seguridad pública era relativamente alta, se encuentra con los problemas de asaltos a mano armada, robos de varios tipos y cada vez una mayor miseria, misma a la que sin políticas públicas tanto nacionales como de la zona Euro, esa crisis promete que no durará menos de diez años, con las consabidas consecuencias en el tejido social, mientras que el Presidente Rajoy sigue dando discursos.
Por otra parte en México se miden las fuerzas políticas y las fácticas. Guerrero, Michoacán, Oaxaca y el Distrito Federal, están generando problemas adicionales a los ya conocidos como el narcotráfico. Ahora son los maestros y los alumnos quienes vandalizan las instituciones y marchan deteniendo el tránsito en las carreteras por horas afectando a cientos de miles de personas.
Los pueblos que decidieron armarse en virtud de que el gobierno no ha sido capaz de brindarles seguridad ahora parecen haber sido infiltrados por grupos delincuenciales paradójicamente de los mismos de los que intentaban defenderse. Estas graves muestras de ingobernabilidad están poniendo a prueba al Presidente Peña Nieto y a la sociedad en su conjunto. La sociedad se polariza, se enfurece y es entonces la intolerancia lo que en estos momentos está privando en el país.
Lo peor de todo es que, hoy en México, la mayoría de la gente apoyaría la represión aún convertida en violencia, pero los Estados autoritarios se convierten automáticamente en gobiernos expuestos a ser derrocados.
Es necesario poner orden, de esto no me cabe duda; es necesario, urgente modernizar a México y convencer a quienes se oponen a ello. De otra manera los riesgos son enormes y México seguirá sumido en la pobreza y sus pobres en la ignominia.
Los paralelismos entre España y México, son extraordinarios, salvo que en esta ocasión unos luchan por no caer en la pobreza mientras los otros en una pobreza extrema y al no tener ya casi nada por perder, luchan en contra de lo primero que se les ponga enfrente, como causa común.
No es la violencia ni la intolerancia lo que construye modelos políticos. Tienen que calmarles los ánimos y repensar las diversas maneras en que se puede salir del problema.
Para esto es necesario el diálogo con la ciudadanía y que este no sea sólo mediático, sino un diálogo real en donde seamos capaces de encontrar soluciones diferentes (aunque los problemas sean los mismos).