Que nos cante otro gallo

Me molestan mucho los memes, chistes, videos tontos, militantes, trucados, perversos, y cada vez menos ingeniosos contra Andrés Manuel López Obrador. No quiero votar por él. No me convence su discurso acomodaticio, mercadeado, sensiblero, definido por el fin de ganar el poder; pero me convencen menos las bromitas trucadas, donde se le hace decir lo que no dice, los videos en que se le pretende hacer ver borracho, las etiquetas que le califican de “pendejo”.

Miro estas imágenes como si se tratara de una campaña orquestada no sólo por lo que menos le quieren, sino por los que más le tienen miedo. Yo pienso, que Andrés Manuel, no es el presidente que quisiera representara a mi país. Creo que le falta formación a la complejidad conceptual, económica, política, social y cultural a la que se enfrentaría como presidente de México. Pienso que es muy personalista, que no le gusta ni trabajar en equipo ni compartir el balón. Hace ya un par de semanas, quedó manifiesta su autarquía cuando sorprendió a muchos de su equipo, entre otros a Clouthier, la propia coordinadora de su campaña, con la inexplicada inclusión de Napoleón Gómez Urrutia (NGU), en su lista de candidatos al senado.

Como muchos, siento que existe en los medios, una eficacísima manipulación de la información y que, en efecto, algunos dueños de compañías mineras son, desapegados al gremio, inconscientes de sus condiciones laborales, indolentes, ignorantes, abusivos, sordos y arrogantes. El líder sindical Gómez Urrutia (NGU), hijo de Napoleón Gómez Sada, ex director de la Casa de Moneda, tiene estudios en Oxford, obtuvo la naturalización canadiense, y lo defienden sindicatos de Estados Unidos y otros países. Esto no es menor, quiero escuchar su historia. Escucho a López Obrador hablar de convocar a los meros-meros de la industria minera, a Slim, a Larrea a Bailleres, para una reconciliación (¿?), pero aún allí no encuentro sus argumentos en favor de NGU.

Le escucho decir de Germán Martínez (quien fuera mejor amigo, junto con Juan Ignacio Zavala y Javier Corral, del presidente Calderón) que lo perdona, aunque no olvida las críticas que aquél le hizo en su momento. Su amnistía al narco me llena de curiosidad. Vi los memes que en tono de mofa (¿?) proponen al Chapo como Secretario de Agricultura y acepto si, considerar que es una salida, aprovechar el ascendiente de las élites del narco con los trabajadores agrícolas para, retribuido el dinero obtenido de ilícitos, cambiar mentalidades y hacer industria, pero tampoco me lo logra explicar, quizá porque ni siquiera lo ha articulado.

Cambio de paradigmas, rompimiento de esquemas, nuevas plataformas, escenarios alternativos, todo esto sí, pero no al margen de la vida institucional. De todas las críticas hechas a Andrés Manuel, una que realmente me puede es esta falta de respeto por las instituciones, procuraduría, cuerpos legislativos, militares, todos han pasado su escáner y su diagnóstico despreciativo.

Desde luego que el país necesita nuevas orientaciones, una Idea del Ser, una propuesta ‒ya lo hemos dicho‒ de mexicanidad, de valores compartidos de identidad -no de nacionalismos populistas-, pero ninguna propuesta es creación ex-nihilo, ¿cuál es la percepción de la historia que las sostiene? Los acomodaticios que se reclaman y adjudican inteligencia, Germán Martínez del lado de Morena, Javier Lozano del lado priista, Mancera con el PAN y el PRD, son todos, muestra del patetismo político que arrastra al país a un enfrentamiento que quizá esté en los deseos de más de uno.

Hace unos días, en buen francés, John Ackerman señaló que, si no gana Morena la elección, se armarían los chingadazos.  Pero los militares no se chupan el dedo y acompañados por quienes les hacen gordito el caldo pueden también reaccionar y entonces sí que los guamazos serán de-a-dévis.

Estos escenarios son patéticos y no muestran en ningún caso el sistema de valores a que se asocian los candidatos ni la visión de la historia cuyo vector representan. A esto le llamo ligereza existencial, una, en la que todos los actores parecen estarse inventando en cada momento, sin bases para construirse ni metas por alcanzar.

Molesta, por otra parte, leer en algunos intelectuales orgánicos, idealistas a modo del status quo, arengas seudo-teorizantes y maniqueas que denostan, y pontifican ‒”Éste es malo”; “éste bueno”; “cuidado con eso”; “vigilemos aquello”‒. Todos quieren garantizarse un aprecio, una chamba, una iguala, todos, quedar bien con quien desayunaran mañana o el jueves, todos toman sus pequeños riesgos de des-marcación, porque a la Groucho Marx, si sus valores terminan no gustando, pues los adaptan y listo. Buenas escuelas les son legado de los chapulines.

Decir ‒no entiendo nada‒ es salida fácil, porque todo es claro, todo se comprende. Jimmy Hendrix dijo: when the power of love overcomes the love of power, the world would know peace. Mi inglés es malo, pero creo que la traducción sería algo así como: El día que se quiera más a México que al poder, entonces habrá país.

No quiero votar por Andrés, perdió brújula e ideología, no son ahora, primero los pobres, sino los que más votos le aportan y para lograrlo ahora resulta que todos los zapatos le quedan bien, que para todos tiene una respuesta, que su capacidad de consenso no tiene límites, que está dispuesto a hacer tabla rasa, a comenzar de nuevo, a todo perdonar, a todos aceptar.

Pero, ¿por quién entonces? ¿Por José Antonio Meade Kuribreña? ¿Por qué cae bien a las clases medias en su austeridad sofisticada? ¿Porque sus pláticas son conciliadoras? ¿Porque es decente? ¿Porque tiene experiencia en la administración? ¿Porque no tiene cola que le pisen? Todo esto es base, no la meta, ¿o qué?, ¿admitiríamos otra manera de ser? Por lo menos en teoría, no.

Meade tendría que ‒para convencer a cualquiera fuera de su círculo duro de militantes o de adeptos, de empleados o de amigos‒ abordar un lenguaje mucho más llano y más sincero ‒no hay comunicación que no pase primero por lo interpersonal, y las personas con quienes interactuó en los mítines de la precampaña, sintieron falsas sus risas, real su cansancio, su frustración, evidente, su descompostura, a veces, no está siendo él,  sólo está haciendo la tarea.

El ahora candidato Meade, mostró una camisa de fuerza manejada a través de la tercerización ad-nauseam, de los de pinos, del partido, del otro partido, de los verdes, de los señores de los medios, los desgastados de su equipo, los recomendados de los cuates, los delegados por los gobernadores sabiondos; ¡uf! Qué flojera. Tampoco puedo hoy votar por él, porque como él, no soy militante de ningún partido, porque como él, quizá, sé intuitivamente cuando una cosa hace sentido y cuando no lo hace también, y Meade, hoy, no hace sentido.

He compartido varias veces en mi círculo de relaciones la anécdota de una vivencia de hace muchos años cuando por razones académicas (…) acompañé un tramo de la campaña del entonces candidato Salinas, en el sureste, en Campeche, entonces escuché de un arengador que animaba a la multitud antes de la llegada del actor principal, una joya de frase que no olvido:

Vaaaamos… a reeeeecibir a nuestro candidatoooo… con Esa espontaneidad que hemos venido practicandoooo  (¡Es bellísima!).

Meade debería escucharla y repetírsela varias veces, practicar alguna forma de comunicación que le haga sentirse, porque apenas saliendo de su zona de confort, no más no se le da. Su expresión transmite oquedad, sus sonrisas no logran simpatías, sus arengas no salen de las gónadas, sólo de la garganta. Los aplausos necesitan en su mayoría de inducción. En síntesis, no sabemos hoy quién es ese candidato a la presidencia, ¿qué piensa realmente?, ¿a qué país nos invita?, ¿de qué madera está hecho? Algo libanés, un poco inglés, algo español, criollo por dentro y fuera, Meade debe sensibilizarse y conocer el país que quiere gobernar, hacerlo más allá de la estadística y la visita arreglada; ir a su historia a sus raíces claro, pero también a sus dolores, su inconsciente, sus motivaciones y necesidades. Meterse con México es un riesgo que debe asumirse directamente y no a través de un equipo dinosaurio, desgastado y que en parte mostró ya sus ineficacias.

Anaya, émulo de Elan Musk y Steve Jobs, pero tropicalizado a región 4, pasa, ensayando largo tiempo para explicar los saltos cuánticos de la tecnología y convida con gestos asertivos, pero sin argumentos de fondo, a un país de futuro, pero sin papel en el mismo. Otra parte de su energía la aplica a defenderse de señalamientos que espurios o no, le han hecho tal daño que frenan el crecimiento de una ola que se anunciaba sunami y se convirtió en chapoteadero; finalmente poco aplica a la planeación y la construcción de argumentos nuevos. Su equipo se siente flojo y adolece de una falta enorme y carisma. Su ideología queretana se asocia a una visión norteña, pero de segunda clase, de país progresista que no atiende a sectores con quienes no sabe comunicar porque los desconoce.

Con cierta formación, ambicioso, didáctico, exitoso, Anaya ha logrado hacerse de enemigos importantes. Pisó sobre Margarita y Corral, el gober-estrella del panismo, le sacó la vuelta y le acusa de autoritario, varias fracciones de su partido se sienten afectadas y algunos de los gobernadores panistas le están cobrando caro y justifican en su actitud arrogante, su acercamiento a José Antonio, que hace valer su apartidismo y quien parece haber logrado, allí sí, en esas altas esferas locales, alguna conexión.

Mientras, yo-mero, chapulineando mi propia existencia, entre México y Francia ‒me encuentro hoy en territorio galo, en el hexágono continental‒ me acerco a otra realidad, a otra simbólica y miro a estos ministros estrella, algunos que conozco como Jean Michel Blaquer, calificado recientemente por la prensa francesa como “el vicepresidente”, y es que Blanquer sí supo construir y explicar con claridad la reforma educativa del BAC (el bachillerato).

Lo supo hacer simple porque conoce la educación nacional desde sus cimientos, ha recorrido en muchos puestos el Ministerio de Educación hace más de 20 años. En la DGESCO (Dirección General de Educación Escolar), en el IdA (Instituto de las Américas), en la ESEC (Escuela Superior de Estudios de Comercio), entre otros cargos, Blanquer es como el Justo Sierra francés, que supo labrarse un camino desde la base y hasta la cumbre.

El Presidente Macron, se siente orgulloso de su Ministro de Educación, Edouard Philippe, el Primer Ministro, no se siente ni amenazado ni celoso de él. En otro extremo, en el Legislativo, el diputado Cédric Villani, premio FIELDS de matemáticas (especie de Premio Nobel de esta ciencia), amigo personal del mandatario, hace su trabajo sin concesiones, está sirviendo a la República y lo sabe, acepta comisiones como la reforma de la enseñanza de las matemáticas y trabaja sobre un reporte acerca de la Inteligencia Artificial. Los diputados de todas las fracciones se sienten orgullosos de contar con él en la Asamblea, nadie le rivaliza ni le grilla con ellos, con los mejores, hay gobierno y hay gobernanza en Francia.

En vez de sufrir los desplantes del güero del salón de arriba, los candidatos mexicanos bien harían en servirse de la intelligenzia nacional, activa, abandonada y poco politizada, para animar sus propuestas, así, quizá otro coq, nos cantaría.

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Gracias Gastón!
Como siempre, valiente y asertiva tu opinión fundada.

gastón

gracias Roberto. El país posible es el país que estemos dispuestos a construir

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