“Obsérvese, pero no se cumpla”

México se debate entre el avance o el retroceso en su arreglo gubernativo de cara al siglo XXI. ¿Es un régimen autoritario y centralista la única fórmula gubernativa viable para México? Ésa es una pregunta que demanda una respuesta inmediata.

México consuma su independencia el 28 de septiembre de 1821. Lo logra después de la efectiva supresión de múltiples levantamientos, entre los que destaca el encabezado por José María Morelos y Pavón, un gran estratega militar, fusilado el 22 de diciembre de 1815.

A partir de ahí el movimiento independentista es efectivamente reprimido por el Ejército realista, subsistiendo sólo pequeños levantamientos regionales, mal armados, dispersos y hambrientos, carentes de un liderazgo nacional.

Escudo de Mexico

Dos circunstancias abren la posibilidad de la independencia: la imposición francesa de la Constitución de Cádiz a la España ocupada por el Ejército napoleónico, misma que concedía igualdad y derechos a todos los ciudadanos del Imperio español; y a la traición de Agustín de Iturbide a España, nombrado desde noviembre de 1820, Comandante General del Ejército Realista del Sur, el cual, con el respaldo de la oligarquía novohispana, decide aliarse con Vicente Guerrero para pacificar y legitimar el proceso de Independencia, convirtiendo a México en una Monarquía Imperial Centralista y Parlamentaria, que preservaría los intereses de la oligarquía local de la América septentrional. En otras palabras, independizarse para seguir igual.

Primer Imperio

Para 1824, el Primer Imperio Mexicano ya había fracasado debido a la fragilidad de las finanzas públicas del gobierno y a la desorganización del parlamento que, dotado de amplias facultades centralizadas, era incapaz de tomar decisiones. Ocasionando una parálisis general del primer gobierno imperial.

Iturbide.
Imagen: Pinterest.
Primera República Federal

El Congreso Constituyente promulgó en 1824 una nueva Constitución con un régimen republicano federal. El primer presidente de la República fue Guadalupe Victoria, quien fue incapaz de controlar el enfrentamiento de las diferentes facciones en pugna por el poder: los conflictos entre liberales y conservadores; republicanos contra monárquicos; federalistas contra centralistas. Todo lo anterior llevó al colapso a la primera República Federal, con la complicidad de Antonio López de Santa Anna, personaje central de la primera mitad del siglo XIX.

República Centralista

El presidente Valentín Gómez Farías dispuso en 1822 una serie de reformas liberales que provocaron la reacción de la facción conservadora, disolviendo a la República Federal y dando paso a la República Centralista. Se promulgaron siete Leyes en 1835, provocando un estallido separatista en todo el país. Cada uno de los estados fue reprimido, salvo Texas que se independiza con el patrocinio de los Estados Unidos de América en 1836; y Yucatán cuya reincorporación se alcanza hasta el año de 1848.                                                                                                                                   

La Reforma y el Segundo Imperio

El desacuerdo generalizado sobre la mejor manera de organizar el país no pasó desapercibido para las potencias extranjeras de la época, quienes vieron la oportunidad de imponer un gobierno títere a su imagen y semejanza: Francia, apoyando el Imperio; y Estados Unidos de América apoyando la República.

Con el tiempo, y gracias a las circunstancias geopolíticas, la República Federal se impuso en la ley. Rigiendo una República Federal a partir del presidente Benito Juárez García y posteriormente con el gobierno de Porfirio Díaz Mori, quienes habrían de sortear intervenciones extranjeras y guerras civiles hasta pacificar al país. La fórmula que habían aprendido los gobiernos de México fue aquella ya aplicada por los gobiernos virreinales y que se convertiría en la única forma probada para gobernar México: “Obsérvese, pero no se cumpla”.

mapa del imperio.
Imagen: MXCity.
La Revolución mexicana y el México posrevolucionario

La Revolución mexicana responde principalmente al hecho de la distribución desigual de los beneficios del desarrollo económico de la “Paz Porfiriana” y al enquistamiento de una oligarquía político-económica que acompañara aquel arreglo gubernativo. La falta de reelevo en la figura presidencial era el más evidente de sus razgos. Sin embargo, hemos de reconocer que Porfirio Díaz Mori pacificó al país, generó un crecimiento económico nunca antes visto, aplicando pragmáticamente la máxima de “Obsérvese, pero no se cumpla”. En los hechos gobernó una República Federal centralizada, mediante el control federal impositivo y el monopolio de las fuerzas armadas en un Ejército nacional al servicio del presidente de la República.

El México de la alternancia democrática

La salida del Partido Revolucionario Institucional de la Presidencia de la República y la alternancia generada, antes y después, en las otras ramas y órdenes de gobierno, generó una pluralidad política sólo comparable al desastroso siglo XIX. El marco jurídico ahí está presente, y se ha esperado que la autonomía de diversos órganos, así como el balance entre las ramas de gobierno, pueda ser suficiente para transitar a una etapa superior de desarrollo, propia de una potencia emergente como lo es el México del siglo XXI. No obstante, a la fecha, la moneda está en el aire.

En Perspectiva

Es tiempo de reflexionar si México habrá de avanzar o retroceder en su arreglo gubernativo en el siglo XXI. O ¿acaso estamos condenados a la fórmula de “Obsérvese, pero no se cumpla” con 500 años de antigüedad? ¿Usted qué piensa, estimado lector?

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