Antes de hacer algún comentario sobre la corrida que representó el final de la Temporada de Cuaresma, regreso a algo de lo que escribí la semana pasada sobre el nombre de los astados de Marco Garfias, lidiados el domingo 26 de marzo de 2017, con relación a que los mismos por sus nombres me recordaban a la Semana Santa.
Marco Antonio hijo del inolvidable ganadero, me hace la precisión de que efectivamente fueron alusivos a la Procesión del Silencio de San Luis Potosí aquella que ocurre el Viernes Santo y me escribe lo siguiente: “Se escucha el clarín…El centurión de la Guardia Pretoriana se encamina del Teatro de la Paz hacia el Templo del Carmen…Da tres toques en la puerta…El clarinero a caballo abre el paso por las calles… ¡Silencio! ¡Ha iniciado la columna de la Procesión del Silencio!
Lo escribo con la emoción de que en unos días, ese pregón se pronunciará en una de las más bellas ciudades coloniales de nuestro país, gracias a Marco Antonio por el buen apunte, recordando con mucho cariño a su señor padre.
Y por cierto, para que no pase desapercibido, no quise dejar de escribir sobre la destacada labor de brega realizada por Sergio González al toro de Piedras Negras que desafortunadamente hirió a Antonio Romero, fue una lección del gran subalterno, antaño matador de toros y que tal vez paso de largo, por el percance del zacatecano, la lidia de capote de Sergio, fue de lo mejor que se haya ejecutado en la Temporada Grande.
En la corrida de triunfadores del 2 de abril, los tres actuantes Barba, Murillo y Silis demostraron que no se arredraban ante la imponente presencia de los toros lidiados durante la Feria de Cuaresma y que están listos para ser tomados en cuenta para contender con sus colegas nacionales y extranjeros en el futuro.
El encierro de San Marcos y uno de Valparaíso eran toros con toda la barba, requerían firmeza y los tres, la tuvieron, arrebatando instantes buenos de capote y de muleta, el premio consistente en una serie de corridas, pudiera tener como triunfador a Juan Luis, pero los tres exponentes demandan más oportunidades, para demostrar que tienen mucho más que decir en su difícil profesión, la cual día a día viven con gran vocación.
Se han ganado ser tomados en cuenta y si bien los más maduros son Barba y Silis, los detalles de Murillo son para no dejarlo en la cuneta, aunque es cierto que por la falta de torear, no aprovechó a cabalidad las condiciones de dos toros que prometían más, uno de Marco Garfias y otro de San Marcos.
Si hubiera un solo ganador, como resultado de la última tarde lo sería Juan Luis Silis quién aprovechó con gran capacidad al sexto de la tarde, pero como sus demás compañeros en casi toda la feria falló en la suerte suprema y perdió una oreja que tenía ganada por su faena de muleta, recibiendo al final como reconocimiento vuelta al ruedo.
Para terminar, cierro con la nostalgia de ver en su despedida a José Ignacio Flores, torilero desde 1953 en La México y oficialmente en su nómina desde 1955, esto es empezó desde adolecente a trabajar en un sitio mágico por donde sale quién es el elemento principal de la fiesta. Con agradecimiento recordaré que por muchos años antes de la corrida amablemente me prestaba su tarjeta de sorteo para conocer el orden de lidia de los astados de la tarde.
La vuelta al ruedo después del tercero de la tarde, fue un homenaje a la afición de Nacho que seguramente continuara en el tendido a partir de los próximos festejos.
Así es la vida, unos se retiran y otros llegan en esa continuidad del existir del ser humano que no para en tanto y tantos siglos de su existencia ¡Que disfrutes tu retiro, querido Nacho! ¡Y que el futuro brille para los que actuaron en la Temporada de Cuaresma! ¡Y que mi querido y admirado Maestro, Juan Silveti siga en plena recuperación en su querida Salamanca!