Ciertamente que el mundo está lleno de absurdos, pero todos los días podemos ver la aparición de uno nuevo, uno que nunca se nos habría ocurrido que existiera y que sin embargo existe.
Es increíble cómo la propia autoridad puede distorsionar el contenido del derecho para “sancionar” discrecionalmente a quien desea hacerlo, como lo decía Juan Domingo Perón, “al amigo, todo; al enemigo, ni justicia”.
Así, las autoridades de Tucson, Arizona, están demandando a un profesor universitario, Scott Warren, quien es, además de activista, pro-derechos humanos y cuyo “grave delito” fue dejar galones con agua en el desierto de Arizona, desierto que cabe señalar, año con año cobra infinidad de víctimas de “indocumentados” que pretendiendo llegar al sueño americano arriesgan sus vidas y en muchos de los casos las pierden al intentar cruzarlo.

Warren junto con otros activistas de la organización “No más muertes”, empezaron a ser citados por las autoridades migratorias en 2017, para iniciarles procesos judiciales. El delito, de acuerdo a las autoridades norteamericanas, es haber quebrantado las regulaciones establecidas para el Refugio Nacional de Vida Salvaje del desierto Cabeza Prieta, las que prohíben el uso de automóviles en ciertas regiones del desierto, y sancionan también el hecho de dejar basura en el parque.
Bajo estos dos argumentos, las autoridades consideraron que dejar galones de plástico conteniendo agua, era el equivalente a “dejar basura” en el parque, por lo que iniciaron, como ya se adelantó, un procedimiento judicial en contra de Warren y otros.
Vemos en este caso el uso absurdo y discrecional de la aplicación de la ley. El ejemplo, situado en Estados Unidos puede extrapolarse a cualquier país. De hecho, el ejemplo me hace pensar en las recientes declaraciones de nuestro presidente López Obrador, para quien, desde su óptica, es más importante la justicia que la ley.

Cabe señalar que la justicia a secas no sirve, y menos cuando dicha justicia es solamente “la que diga o interprete el presidente”. Hace unos días, nuestro presidente dijo que, si tenía que optar entre justicia y ley, optaría sin dudarlo por la primera.
En ambos casos aquí planteados, se puede apreciar cómo es que ni un extremo ni el otro pueden ser aceptados, no es posible permitir la aplicación de la ley sin criterios de justicia, ni la aplicación de la justicia sin criterios de legalidad.
Palabras similares a las de Perón eran las que usaba Benito Juárez quien, por cierto, es referente de nuestro actual presidente; Juárez decía: “Para los amigos justicia y gracia, para los enemigos, la ley a secas”.