Y si yo le preguntara en este momento: ¿qué imagen le llega a la mente cuando le digo la palabra “innovación”? ¿Qué me respondería? ¿Es una persona, una tecnología, un producto, un producto o todos juntos? Estoy casi segura de que alguno de ustedes pensó en Steve Jobs, en la marca de la manzana, en Uber o algo similar.
Nuestras referencias sobre la innovación están dominadas por imágenes de personas, empresas y marcas extranjeras, pero quiero decirle que en México también se hace innovación de calidad y lo más importante, innovación que resuelve problemas productivos muy diversos.
Hace un par de años entrevisté a una organización de productores de café ubicados en los límites del estado de Veracruz y Puebla que enfrentaban muy diversos problemas. Uno de ellos tenía que ver con la fertilidad de los suelos. Lamentablemente y como resultado negativo de la revolución verde, habían abusado del uso de plaguicidas y pesticidas, además de que tenían un conflicto grave con la erosión del suelo. Esto había llevado a que la producción de la zona decayera y, por tanto, al no haber trabajo se habían visto forzados a migrar y a abandonar su trabajo. Así, después de unos años, el poblado se quedó con una población mayoritariamente dominada por personas de la tercera edad, mujeres, niños y adolescentes.
El panorama no pintaba nada bien para los pobladores y se enfrentaron al dilema de ¿qué hacer? Afortunadamente, en medio de los problemas los pobladores contaban con un ingeniero agrónomo, también productor en la zona y conocedor de las necesidades. Su experiencia como técnico y extensionista lo llevaron a plantearse seriamente la posibilidad de encontrar una respuesta tecnológica para diversos temas, y con mucho interés y dedicación el ingeniero decidió acudir a un par de cursos en una universidad cercana donde planteó la problemática de la región. Se dio cuenta de que la solución no era tan complicada, en primer lugar, lo que se requería era reorganizar a los productores de café que se encontraban desarticulados por las crisis que habían enfrentado por las fluctuaciones del precio a nivel mundial y las mejoras tecnológicas que se han implementado por otros países productores, además de la falta de mano de obra. Y, en segundo lugar, la necesidad de solucionar un problema de plaga de hongos en el suelo.
El reto consistía en generar variedades resistentes de semilla de café. La solución, por lo tanto, radicaba en lograr la producción de híbridos con plántula con mejores características y resistencia. Después de un proceso de prueba y error, y de trabajo conjunto con la universidad a la que acudió, lograron desarrollar este tipo de planta de café, generaron tierra con mejores propiedades que la normal al enriquecerla con cierto tipo de bacterias y lombrices.
Esto a su vez implicó retos para la transferencia de la tecnología desarrollada, ya que era necesario enseñarles a los productores cómo injertar las plantas y cómo producirlas (con el tipo de tierra que se creó). Para ello, implementaron cursos de capacitación a los productores interesados y una vez que estos demostraron resultados se organizaron nuevos grupos de capacitación y así sucesivamente.
Sin embargo, los problemas a los que se enfrentaron fueron muy diversos, algunos tenían que ver con la falta de disposición de los productores para asistir a las capacitaciones, falta de personal que cuidara los injertos en los invernaderos y, sobre todo, continuidad una vez que habían dado la capacitación de manera que los injertos pudieran ser cultivados exitosamente. Poco a poco superaron los obstáculos y lograron establecer un proceso de producción equilibrada ya que al darse cuenta de que los injertos tenían buenos resultados, los productores (en su mayoría mujeres) se convencieron de que podía ser buena opción invertir tiempo en sus tierras, muchas veces olvidadas, y enseñarles a sus hijos como producir. Además, lograron que la producción de café fuese estable debido a que con cofinanciamiento gubernamental lograron introducir nueva maquinaria y desecharon el viejo método, en el cual usaban grandes cantidades de agua que contaminaban y también aprendieron a usar los desechos del café para la generación de energía.
La innovación de la que le he hablado aquí nada tiene que ver con la imagen que asociamos al término usualmente, no es una innovación disruptiva con impacto a nivel mundial, es más, seguramente es una innovación que en otro contexto no sería considerada como tal, pero, ¿qué la hace relevante? Desde mi perspectiva, es una innovación con mucho sentido ya que resuelve un problema muy particular, articula a los productores de nuevo y les ofrece una oportunidad para no migrar y, sobre todo, para convencer a los jóvenes de que puede ser una opción viable. Con mucho gusto le puedo decir que en el momento de la entrevista conocí a un par de jóvenes que habían decidido estudiar agronomía para poder contribuir con más mejoras tecnológicas en la producción de café. El ingeniero estaba pensando en hacer un pequeño laboratorio de investigación y desarrollo y dar soluciones tecnológicas a más cultivos de la zona, al mismo tiempo que se respiraba un ambiente de esperanza entre los pobladores al darse cuenta de que podían encontrar soluciones a sus problemas de manera sencilla y cercana.
Con todo lo anterior, lo único que quiero decirle es que cuando yo pienso en innovación, pienso justamente en este grupo de productores cafetaleros, pienso en que la verdadera innovación es la que tiene un impacto social e inclusivo; innovar significa solucionar y mejorar nuestro contexto. Por eso, ojalá después de leer esto usted también pueda ver que más allá de las grandes innovaciones, existen ejemplos palpables y cercanos, pero en muchas ocasiones totalmente desconocidos y que, sin duda, son igual de importantes que aquellos que aparecen en las cápsulas de tecnología.
Muy interesante y adecuado a las necesidades de nuestro país
Interesante artículo
Interesante artículo. Me gustaría contactar con usted para impulsar proyectos en el estado de Veracruz.