Hay coincidencias con el diagnóstico de AMLO, pero no con la cancelación del aeropuerto en Texcoco por decisión política que, se pretende, sea ejemplar.
Hay un amplio acuerdo social en que el poder económico se ha impuesto al Estado y que ha logrado que la política pública beneficie a muy pocos; es claro también que la falta de democracia explica lo profundas que son las desigualdades y la corrupción en México.
“Se acabó el predominio de una minoría, y la vinculación con poder económico y poder político”, dice López Obrador, lo que implica la recomposición de élites en ambas esferas y la pérdida de influencia de quienes han estado acostumbrados a mandar.
Eso está bien, así lo entendió el electorado el 1 de julio: el gobierno entrante tiene que ganar márgenes de maniobra política que el Estado perdió durante los treinta años en que estuvo de moda el neoliberalismo.
Para empezar a recomponer el colectivo nacional, el Estado tiene que recuperar capacidades y, en ese tema, AMLO tiene un gran respaldo político en la sociedad.
Los poderes económicos que ocupan espacios políticos defenderán su influencia con todo lo que esté a su alcance, incluyendo movimientos de sus capitales, con los que pueden afectar la estabilidad macroeconómica y el ritmo de inversiones y crecimiento de la economía.

De ahí que la lógica política del gobierno entrante, no debería desentenderse de la de los mercados. Desde el lunes, México está siendo visto, dentro y afuera, como un lugar de pronóstico negativo para invertir.
Si el aeropuerto de Texcoco es una buena inversión como negocio y hay inversionistas particulares interesados en terminarla, inclusive sin la participación prevista del gobierno, ¿por qué oponerse a que sea un negocio particular?
El impacto ambiental de la obra ya está hecho y es irreversible.
México necesita un gran aeropuerto, un hub que atraiga turismo y que facilite los viajes de negocios; no tiene por qué ser suntuario, pero sí funcional para los setenta o cien millones de pasajeros que movería cada año en su primera etapa; se necesita un aeropuerto que no se sature en una década, como sucedería con el de Santa Lucía.
Quizás, cuando vean las reacciones de los mercados y de las calificadoras de inversión, AMLO y sus cercanos piensen en cómo desdecirse de su declaración del lunes y cómo volver a abrir la posibilidad de concesionar el NAIM en Texcoco.
Sugerencia: habían dicho que se levantaría una encuesta, además de la consulta, a cuyas enormes deficiencias podría atribuirse la necesidad de profundizar en la opinión ciudadana, lo que inclusive le daría mayor legitimidad a la democracia participativa con la que piensa gobernar.
La encuesta de El Financiero del 23 de octubre dio 55% por Texcoco y 37% por Santa Lucía.
Tratando de golpear a los corruptos llevándose entre las “patas” a los que no lo somos es realmente un absurdo ya que estamos formando parte de los daños colaterales del golpe dado. Considero que está bien golpear a los corruptos y además aplicarles la ley a “raja tabla”, lo que no está bien es la falta de análisis del impacto de hacerlo así como saber las consecuencias del cómo se instrumenta dicho golpe. Eso es, creo yo, actuar un poco a la ligera. Por ejemplo ¿ya sopesaron los casi 50 mil empleos que se van a perder a partir del 1ero. de diciembre? ¿indemnizarán todos esos despidos injustificados? ¿qué pensarán esos trabajadores al no poder llevar el sustento a sus hogares? Por otra parte, ¿ya se analizó cómo va a ser el impacto en turismo? Adicionalmente ¿se habrá analizado la imagen de México internacionalmente, también serán corruptas las calificadoras, los mercados internacionales, los inversionistas extranjeros o qué piensa el futuro gobierno de México? Finalmente, sería bueno, para variar, que no se minimice el impacto de la decisión de cancelar el NAIM de Texcoco.
Como siempre, los ciudadanos comunes perdiendo ante los politicos. A esa decisión no la respalda el análisis técnico financiero necesario en estos menesteres. Y no la respalda porque simple y sencillamente el Andres no sabe de eso y porque además lo que le interesa es posicionar a sus compinches. El señor NO ESTÁ CONTRA EL NEOLIBERALISMO, ESTÁ CONTRA AQUELLOS QUE TRABAJARON CON EPN. Tampoco puede tomarse como verdadero su afán anti corrupción cancelando proyectos productivos de esta naturaleza y dejando sin trabajo a 46000 trabajadores a la de !YA! Y 160000 en lo futuro! Si de verdad quisiera quitarle corrupción a la vida nacional, debiera levantar las demandas y denuncias correspondientes! Lo mueve pues, el encono, la frustración de llegar tarde a su propósito y la venganza por las ofensas recibidas. Pero ir contra el público ciudadano que casi es seguro votó contra EPN, solo revela de parte del señor, una actitud irresponsable y de pleno desprecio por instituciones y ciudadanos! Miente al decir que los ciudadanos quisieron eso: él lo tenía decidido y solo usó su demagógica encuesta anticonstitucional para darle atole con el dedo al ciudadano.