Hay temas que son intocables en México. Uno de ellos es la maternidad. Ya sea por una herencia histórica llena de culpas, la influencia religiosa, conflictos de género o, de forma muy simple, por la reiteración de conductas aprendidas en películas de Pedro Infante y Marga López, la figura de la madre es imposible de cuestionar y, al contrario, se venera de una forma compulsiva.
El género por excelencia de este país, el melodrama, ve a la mujer quien engendra como bondadosa, con múltiples autosacrificios, asexuada y capaz de perdonar cualquier cosa. No en balde los Polivoces tuvieron una gran aceptación con sus personajes de Doña Naborita y Gordolfo Gelatino.
Sin embargo, un escritor capaz de mover el lente para conocer de una manera distinta a esta figura es osado en el sentido literario y social. ¿Qué se podría decir de una madre mexicana sin caer en clichés y panfletos cursis? ¿Cómo retratarla de una forma compleja? ¿Y si se representara oscura, perversa?
Cuando en la ficción se habla de la maternidad se habla de la mujer. Se ponen en relieve, aunque duela reconocerlo, las percepciones retorcidas (y caducas) sobre lo que debe aspirar este género en nuestro país; la literatura escucha y ve la cotidianidad para lograr una radiografía escalofriante.
¿En serio todas las mujeres son como Marga López? ¿Se cumplió la liberación femenina en México? ¿De qué cosas se liberaron y qué cosas siguen (seguimos) arrastrando? El melodrama puede contestar a estas preguntas pero encontrar voces que tienen algo distinto a sus respuestas edulcoradas siempre es necesario escuchar.
Por eso aplaudo enormemente el estreno de “Edipo imaginario o embarázame y vete” en el Teatro Xola porque pone el dedo en la llaga. Hace añicos la solemnidad para abordar la maternidad y en cambio lo hace de una manera transgresora, sin ningún tipo de consideración por la moral y las buenas costumbres.
Ésta no es la primera obra que se atreve a ventilar los trapos sucios, no obstante, es de las pocas en un espacio teatral con una audiencia numerosa y compleja. No queda sólo en los límites de algún sector específico o gustos locales.
El Teatro Xola, en este último año, se ha arriesgado en apoyar proyectos con un alto compromiso con los públicos actuales y sus competencias comunicativas. Con “Edipo imaginario o embarázame y vete” llega, sin duda alguna, a su punto más alto de controversia y compromiso teatral.
Basada en la tragedia de Sófocles donde Edipo se casa con su madre y asesina al padre, la historia se centra en Graciela quien desea embarazarse en sus treinta y tantos a pesar de sus múltiples fracasos amorosos; para ello se hace amante de un hombre casado que gusta de la fantasía de hacerse pasar por el hijo pequeño de esta mujer: actúa como un niño dependiente de la madre.
Poco a poco la fantasía se instala en la realidad y Graciela cumple con el rol materno que el hombre busca en todas sus relaciones. La tía de la protagonista, Josefita, se convierte en cómplice del arreglo que se sale de control por todos los ángulos cuando el embarazo se logra.
Esta obra cuestiona la identidad de la mujer en un tipo de sociedad como la nuestra. La idea de la maternidad se retrata como algo (pre)determinado por la biología y la sociedad; el debate inicia cuando los amantes muestran sus carencias y su comportamiento tiende a una idea de la maternidad enfermiza, dominante y posesiva. El texto es directo con la premisa: la mujer cuida y el hombre se deja cuidar.
El autor, Alberto Castillo, llega más allá cuando toca temas como el aborto. No hay ninguna licencia para abordar el punto y dejarlo en carne viva. Todas las preguntas políticamente incorrectas se plantean en el argumento para sumergir al espectador en una reflexión, por momentos, aterradora. No hay precauciones, sutilezas.
En términos dramáticos, la estructura es funcional porque mantiene durante toda la obra el interés en el conflicto. La sencillez de los diálogos disfraza una enorme profundidad. Al ser un comedia llevada al extremo, la construcción de personajes es adecuada porque desata múltiples momentos de risa y crítica. La tensión dramática crece de tal manera que, al final, la audiencia no sabe si seguir riendo o detenerse sólo a observar la tragedia emocional de la pareja.
La actuación de Yolanda Ventura, Beto Torres y Lupita Sandoval consigue un ritmo precipitado sin ninguna falla y carencia. Su energía siempre crece en todo momento y la expresión corporal es notable porque le otorga volumen a los diálogos.
El director, Rodolfo Portal de la Cruz, está preocupado por lucir a sus actores. No hay movimientos escénicos complicados, ni una propuesta de montaje extravagante. Todo está al servicio del texto. Las transiciones entre escenas con ayuda musical no distraen la atención del espectador ni entorpece el ritmo logrado por los actores.
“Edipo imaginario o embarázame y vete” es un texto mexicano a la altura de las necesidades de los públicos actuales. Su historia es profunda, atrevida y polémica. Ésta convence en su formato pero deja preguntas al aire con una fuerte dosis de crítica social. Se cuestiona a la figura femenina y pone en evidencia a los Edipos que nos podemos encontrar en la calle, en el trabajo, en la casa…
“Edipo imaginario o embarázame y vete”
De: Alberto Castillo Pérez
Director: Rodolfo Portal de la Cruz
Teatro Xola Julio Prieto (Eje 4 Sur Xola 809, esquina Nicolás San Juan)
Martes 20:30 hrs.