Los partidos de izquierda casi siempre encuentran su lugar o razón de ser en la oposición a los reformas que tienen que ver con la economía.
Por el contrario la derecha se opone radicalmente a las reformas sociales que busquen atender de mejor manera el bienestar de los ciudadanos.
Las reformas y contrarreformas siempre han estado en el discurso político como moneda de cambio y como justificación de la existencia de los partidos, pero lo que muchos olvidan es que las posturas políticas representan aunque sea de manera parcial y aunque parezca redundancia, a una parte de la población.
El problema de no reformar es que el país se queda o permanece en el pasado; el problema de reformar en exceso es que los movimientos sociales pueden llegar a generar desestabilización en la gobernabilidad, y en lugar de llevarnos a mejores estadios por la modernidad, nos pueden llevar a un atraso peor que el anterior a la reforma.
Los medios están jugando un papel fundamental en la información de las reformas; esta información no siempre es veraz y evidentemente esto se debe a que sus intereses están también en juego, aunque la reforma no tenga que ver con la de comunicaciones.
Es clarísimo que México es el país de unos cuantos y que son estos quienes manipulan la información a contentillo, ya sea propio o de quienes mandan línea.
Reformar al país para mejorar en cualquier aspecto es congruente con los cambios actuales que como sabemos tienen una vertiginosidad extraordinaria, pero cómo y qué reformar? Y todavía más, en la reforma hay quien se beneficie de manera espectacular? O es el pueblo quien realmente se beneficia? Para conseguir reformas es necesario convencer al pueblo y para ello convencer a los partidos políticos, quienes tomarán dos actitudes, o representarán los intereses superiores de la nación o pedirán prebendas para las personas o los grupos y entonces las reformas serán producto de la cooptación y con ello no necesariamente lo mejor para el país.
De entre las reformas que se están produciendo, la que está por entrar en vigor, la ley de lavado de dinero y con ello se nos perseguirá a todos como si fuéramos delincuentes, uno de los problemas más graves es que se sigue persiguiendo a los causantes cautivos y no se avanza en favor de una base gravable mucho más amplia.
Cuando vino el impuesto a los depósitos en efectivo creció el “Colchon Bank”, y evidentemente perdió la banca y por ende el erario público. Con todo lo que viene veremos por todos lados dinero en efectivo en lugar de tarjetas de crédito.
Para mí lo más sorprendente es que los Estados Unidos de Norteamérica, son quienes imponen a los países, entre otros el nuestro, a tomar este tipo de medidas, pero que al final resultan una trampa caza bobos, ya que mientras en muchos países se persigue el dinero que no necesariamente es ilegal, aunque pueda no haber pagado impuestos, nuestros vecinos del norte siguen y seguirán captando miles de millones de pesos de los países latinoamericanos, vengan de donde vengan.
México sigue siendo un país que no resulta del todo atractivo a la inversión y si además le sumamos la persecución de capitales, la desinversión puede ahora ser la constante.
Parece increíble que no exista el sentido común en las medidas que se están tomando y que los partidos políticos no frenen iniciativas que terminarán perjudicando a la economía de las familias.
Falta poco para que las amas de casa dejen de usar tarjetas de crédito, como llegó el momento en que dejaron de usar chequeras y me parece increíble también que los banqueros mexicanos permanezcan mudos cuando sus intereses también se están viendo afectados.
@Fschutte