Ser maestro

A lo largo de mi vida, he conocido a distintas personalidades que han dedicado parte de su vida a la docencia, que a mi parecer es una de las vocaciones más humanas, y en la que el corazón sin duda alguna debe tener una intervención especial para su desarrollo; me refiero a ser maestro, ese arte de trasmitir a los demás la experiencia que se ha adquirido a través de los años, de trasmitir los conocimientos con la firme esperanza de que el alumno lo entenderá y lo aplicará para beneficio propio y de los demás.

Ser Maestro, implica una gran responsabilidad, pero también es un privilegio, ya que es una satisfacción encontrarse a un alumno y que éste te diga que te recuerda por haber sido una persona que tuvo a bien cambiar algo en su interior de manera positiva y que, a lo largo de la vida de esa persona, siempre estarás presente cuando recuerde a aquellas personas que sembraron algo importante en su interior.

En el día del maestro, vale la pena reflexionar respecto del espíritu que se espera encontrar de quien enseñe, así como de las condiciones en las que nos encontramos como país en torno a la educación. ¿Acaso hemos logrado contar con un sistema educativo eficiente y digno en México?, ¿acaso todos los profesionales docentes tienen la educación y ética necesaria para desarrollar tan importante labor?

Estas interrogantes, si bien podemos dirigirlas al propio Estado en cuya atribución recae la de proporcionarle al pueblo una educación digna, también lo es que deberá constituir una parte importante de reflexión para aquellos que hacemos de la docencia, una parte importante de nuestras vidas.

La reforma educativa, si bien es cierto pudiera ser perfectible en muchos aspectos, también lo es que en esencia plantea un principio que resulta importante y trascendente, como lo es la evaluación continua. Es evidente que la evaluación garantizaría que en el país se cuente con educación que cumpla con estándares previamente establecidos, y que ello le daría la tranquilidad a los gobernados de que la educación que se imparte a sus hijos es de calidad y con ello en miras a un país mejor.

Hagamos de nuestra tarea de enseñar, la más digna de todas, busquemos la trascendencia, que no es más que la añoranza de lo bueno, persigamos que el recuerdo de cada uno de nuestros alumnos, sea digno de ser conmemorado, ya que esa característica, hace inmortales a las personas y a su filosofía.

Como en todas las profesiones, hay profesionales buenos y malos, sin embargo, a nuestro país le urgen profesionistas docentes comprometidos con su vocación, es decir, aquellos maestros en cuya labor busquen tratar de mejorar al mundo desde las aulas.

Prediquemos las bondades y acciones que emanan del amor y el respeto hacia los demás; impulsemos la construcción de un futuro en el que el día de mañana, los nuestros tengan un motivo y una inspiración para hablar de lo que sembramos y lo que profesamos siempre en pro de los demás, sin que haya mediado interés alguno que lo justifique.

Es evidente que en el tema, hay mucho por el cual trabajar. Continuamente nos encontramos con noticias que desalientan el pensar que existe un México con futuro tratándose de la educación, pero esas personas que lo hacen, son una minoría que desacreditan la labor en general. Es comprensible la lucha por las mejores condiciones laborales de su entorno, pero lo que no debe tolerarse es la falta de ética y compromiso hacia la profesión que han decidido tomar como modo de vida, ni el ejemplo que algunos maestros dan a nuestros niños y jóvenes, con las distintas marchas y bloqueos.

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