Ten cuidado con las palabras: el Diccionario de Justicia

Ten cuidado con las palabras, nos advierte Carlos Pereda, en la introducción que hace al del recién publicado Diccionario de Justicia.

Ten cuidado con las palabras porque no es poco común que ‒para el bien de la libertad de expresión‒ las discusiones políticas que se llevan a cabo en distintos ámbitos (ya sea en las mesas redondas o en los artículos de opinión) alcancen un tono de confrontación acaloradas sin que sepamos bien cuáles son las definiciones ni los puntos de partida que sustentan el discurso de los polemistas.

Lo anterior se hace por demás evidente cuando se discuten temas actuales como “justicia” democracia”, “solidaridad” o “sociedad civil”. La poca claridad sobre las definiciones de estos términos hace que los discursos sean nebulosos. No podemos calibrar las diferencias fundamentales ni saber si éstas descansan en cuestiones ideologías, posiciones políticas, alternativas de políticas públicas o si simplemente se trata de diferencias en las definiciones de arranque.

Diccionario de Justicia

Así, por ejemplo, es frecuente que en una discusión sobre democracia, una de las personas sostenga que México es cada vez más democrático y otra sustente que lo es menos. En la medida en que no suele hacerse mención a los distintos puntos de partida, no podemos realmente entender la naturaleza de la disputa.

Mientras alguien puede argumentar que hay más democracia por el fortalecimiento  del  sistema electoral, la importancia del voto, y la alternancia de partidos en los cargos ejecutivos y representativos, otro(a)  pueden basarse en la  existencia  o inexistencia  de una separación entre los poderes ejecutivos, legislativo  y judicial (de las que bien hablaba Montesquieu); mientras alguien más puede vincular la noción de democracia  con las oportunidades de acceso a los recursos y la desigualdad social, otro(a) a las reglas de transparencia y los lastres de la corrupción, y otro más a la apertura o restricción de la libertad de expresión.

Bienvenidos sean los diferentes puntos de partida. Sin embargo, para promover una mayor claridad de las argumentaciones, sería deseable que los oradores, articulistas y demás participantes en los debates, no perdamos de vista que, en la medida en que los términos de los discursos políticos y sociales tienden a ser polisémicos, resulta cada vez más importante aclarar la naturaleza del propio lenguaje.

De allí la importancia de contar como un libro como el Diccionario de Justicia, a partir del cual los lectores podrán acercarse a una variedad de conceptos como “autoritarismo”, “discriminación”, “desigualdad”, “egoísmo”, “individualismo”, “paternalismo” y “populismo” que a menudo utilizamos más como adjetivos que como sustantivos apegados a un contenido.

La obra editada por Carlos Pereda en colaboración con Julieta Marcone, María Teresa Muñoz y Sergio Ortiz Lerroux, ha sido publicada por Siglo XXI.  Apegándose al orden del alfabeto, el libro empieza con “acción afirmativa” y termina con “virtudes cívicas”, y en sus páginas se encuentran las voces de más de cien autor(es) que desarrollan un conjunto de ensayos sobre una amalgama de conceptos que hoy resultan fundamentales para construir, fundamentar y entender los debates contemporáneos.

Twitter: @ginazablludovsky

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Enrique Medina

¡Muy buen artículo, y muy oportuno! Gracias.

zubair

Hola Mar! Muchas gracias por tu comentario y tu matización! Pongo más de 50″ porque la más joven, Natalie Massenet, tiene 52 años. Cierto es que a las mujeres de este rango de edad (de 50 a 60 años) las meto en el grupo de las de 60-70, pero para nada estoy insinuando que sean tan mayores” Además, una mujer de 60-70 años también puede no sentirse tan mayor” como se dice que son las de esa edad. Es difícil idear un título con el que la mayoría se identifique, por eso me decanto por algo más amplio Instagramers ¿maduras?”, puede que las de 50 (o más) no se sientan cómodas con esa definición, Instagramers ¿de más de 60?”, no porque hay una de 52 años y la he incluido porque a partir de los 50 la industria suele olvidarse de nosotras Muchas de 60 y 70 también pueden sentirse como que no encajan con la imagen de las mujeres aquí expuestas, por ejemplo, las del pelo blanco. Mi tía, por ejemplo, tiene 72 y ni por asomo parece una de ellas, parece que tiene 50 y tantos ¡O mi abuela, que tiene 99, se siente y parece una de 80! Como dije, es complicado dar con esa definición perfecta que contente a todas, la verdad. Un abrazo y feliz semana para ti también! ?

edgardo

gracias por vuestro trabajobuen fin de semanacustomer essay

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