Tratado de ¿libre? comercio

“Creo que el TLCAN tendrá que terminarse si queremos hacer un buen acuerdo” le dijo Trump a la revista Forbes. Que lo termine, ojalá que lo termine porque el “buen acuerdo” que busca, no hay que dudarlo, es a costa de México y eventualmente, de Canadá. Él no piensa en liberalizar el comercio, como han creído Peña Nieto y Videgaray, sino en administrarlo en favor de las grandes corporaciones de su país.

Puesto contra la pared, al gobierno mexicano podría ser el que terminara el tratado con prestancia, exigiendo lo imposible: que, además del flujo de mercancías y capitales, el nuevo TLCAN incluya la libre movilidad de personas y trabajadores, como en Europa.

Ya en plan de exigir -con la conciencia de que no hay posibilidad de éxito-, también habría que demandar mecanismos a fin de compensar las asimetrías de México con Estados Unidos y Canadá, como se hizo en Europa para asegurar la cohesión de la Unión.

El TLCAN vigente no contiene ninguna de esas cláusulas por lo cual, la emigración de México a Estados Unidos sigue siendo ilegal, peligrosa y denigrante, e igual que siempre, la siguen empujando las asimetrías económicas que no se atenúan, sino al contrario.

Exigencias justas como esas llevarían a la terminación del TLCAN por mejores motivos que quedar contra la pared por las exigencias de las grandes empresas transnacionales.

Lo que persigue Trump en nombre de las corporaciones son normas supranacionales, es decir, que estén por encima de la autoridad de los Estados nacionales, del nuestro, por supuesto.

Para muestra de lo que se propone, basten tres botones.

En materia agropecuaria, exige que México establezca reglas sanitarias y fitosanitarias que “no discriminen” las siembras de semillas transgénicas; en Estados Unidos el uso de esas semillas no está sujeta a ninguna regulación y eso es lo que pretende lograr Trump en nuestro país, pero ello significaría, en el caso del maíz, la pérdida de variedades y de diversidad productiva, y tener que pagar por el uso de patentes en cada siembra.

Igualmente delicada es la administración del comercio digital que dominan Apple, Google, Microsoft, Amazon y Facebook, todas estadounidenses, generadoras de ingresos superiores a las de las siete hermanas petroleras.

Esas grandes corporaciones tienen información de empresas y datos personales de casi todos los países del mundo y quieren dos cosas: tener libertad para disponer de ellos y que los gobiernos no puedan cobrarles impuestos a sus utilidades en el espacio cibernético.

La única posibilidad de preservar derechos de privacidad y protección de datos y de establecer impuestos fiscales, es la capacidad de cada Estado en particular, para hacerlo; Trump quiere un mundo sin barreras para el comercio digital, sin más reglas que las supranacionales.

La cereza del pastel en la “negociación” del TLCAN es la propuesta trumpiana de eliminar el Capítulo 19 para la solución de controversias, a fin de que se litiguen en los tribunales estadounidenses. Canadá ha dicho que se retiraría del tratado si prospera esa idea.

En la cuarta ronda de negociación que empezó ayer en Washington tendrá que desahogarse ese punto, quizás sea el que ponga fin al TLCAN.

http://estadoysociedad.com

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Rodolfo Martínez

Considero, en términos generales, que el actual líder del vecino país del norte no quiere negociar punto alguno del TLCAN sino por el contrario lo que pretende es intimidar a sus dos socios comerciales, principalmente a México, para que se acepten sus peticiones y posturas ya que la táctica que el mencionado líder es “golpea tanto como puedas para así doblegar al adversario”; una vez que los socios comerciales de EUA tengan un momento de duda y/o debilidad pueda dar su golpe final.

El hacer creer a las partes negociadoras involucradas que una de las partes es indispensable y muy importante para su crecimiento económico es un principio muy antiguo pero que todavía en la actualidad da resultados para quién la practica: recordemos que una mentira dicha 1000 veces se convierte en verdad.

Saludos.

Fernando Espinosa Escalona

Libre tránsito de personas, servicios y mercancías. Ese sería el objetivo de un acuerdo entre países civilizados que busquen el beneficio multilateral. Ese mundo dejó de existir hace unos años, cuando los xenófobos nacionalistas decidieron buscar la regla de dominación del más fuerte, aunque eso empequeñece al mundo y a su propia economía

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