Un cambio de rumbo en mi vida, para servir a México

“Tenemos que luchar todos por tener el México que deseamos y merecemos”, Schütte.

México ha venido sufriendo de caos en diferentes áreas de su vida cotidiana. Las instituciones casi en cualquier ámbito sufren desprestigio y, por ende, falta de credibilidad; salud, educación y seguridad pública son sin duda los temas más importantes en la agenda de los gobiernos así como de los ciudadanos. Existen muestras más que evidentes de la descomposición y ruptura del tejido social, y me queda claro que perdimos por lo menos doce años, mismos que pudimos haber aprovechado para brindar a la población de mejores estadios y para colocar a nuestro México en el lugar que le corresponderle dentro del entorno internacional, pero la ineficiencia ligada a la falta de experiencia fueron el motivo para que nuestros problemas crecieran de manera verdaderamente alarmante.

 

Yo llevo más de 35 años escribiendo en diferentes medios, además de hacer comentarios en radio y televisión, he sido líder gremial, maestro en prestigiadas Universidades mexicanas así como extranjeras. Toda mi vida la dediqué a cuestiones empresariales, pero simultáneamente me preocupé por lo que estábamos viviendo como sociedad y desde siempre participé en cuestiones sociales.

 

Presidí el Consejo Ciudadano de Seguridad Pública y junto con los miembros de este formamos parte de quienes organizaron la llamada marcha blanca del 2004. En ese tiempo recibí serias amenazas de muerte, pero pudo más el amor por México y mis convicciones que el miedo que trataron de infundirme. Antes de ello inicié, por las mismas razones de inseguridad, una campaña conocida como listón blanco por ahí de 1994. Con lo anterior quiero dejar en claro que mediante la crítica y dentro de las organizaciones de la sociedad civil, he venido luchando por tener un México mejor, país que me ofrecieron mis padres desde que era niño. No puedo olvidar a mis maestros de Civismo e Historia, quienes, además de mi propia familia, me inculcaron los valores nacionales y humanos que han hecho de mí quien soy.

 

Sin embargo hoy la vida me lleva por otros caminos.

 

En plena madurez de mi vida fui invitado a colaborar con el Dr. Manuel Mondragón y Kalb en la Comisión Nacional de Seguridad; lo primero que me llevó a tomar la decisión de aceptar es que el Dr. Mondragón quien fuera amigo de mi padre y después mío, es un hombre admirable con una reciedumbre interna y una inteligencia extraordinaria y pragmática con quien es un honor trabajar, la segunda es que el hecho de haber conocido y criticado desde hace años los temas de seguridad en nuestro país, me mueve, desde siempre, a hacer cosas por un México mejor.

 

La decisión no fue fácil. Lo consulté con mis hijos por el riesgo que ésta implica y fueron ellos quienes más me impulsaron a tomarla. Evidentemente aman tanto a su patria como yo, a pesar de las experiencias tan difíciles y riesgosas que han vivido en carne propia, como consecuencia de las luchas que he emprendido a lo largo de mi vida por un México mejor.

 

Quiero decirles, amables lectores,  que desde ésta nueva trinchera velaré siempre por el más alto interés de la nación, y trabajaré sin descanso para brindar a los mexicanos mayor seguridad en sus bienes y en sus personas; no escatimaré en honrar la confianza que ha sido depositada en mí.

 

Mientras me sea posible, seguiré compartiendo con ustedes reflexiones sobre el acontecer de nuestro país, y ahora, más que nunca, incluyendo la autocrítica. También, en medida de lo posible, seguiré dentro del ámbito académico dando clases en el ITAM, institución en la que creo y a la que tanto le debo.

 

Una última reflexión tiene que ver con lo siguiente: Cuando vemos fenómenos como los que nos preocupan como sociedad, pienso en qué hemos dejado de hacer los mexicanos o de qué manera hemos contribuido a formar lo que tenemos en el presente; muchas veces hemos dado mordidas para librarnos de una multa o de molestias cualquiera que sean, o bien para agilizar un trámite en lugar de presentar una queja formal en la instancia correspondiente, y con esto no me refiero a la extorsión que algunos funcionarios ejercen sobre los ciudadanos, ese es otro tema.

 

La falta de solidaridad social también ha propiciado lo que hoy sufrimos. Si somos empresarios en cualquier nivel, debemos preguntarnos si hemos pagado lo justo por el trabajo de los demás, como profesores, si nos hemos capacitado para ello y dado lo mejor a nuestros alumnos; como padres de familia, si hemos infundido en nuestros hijos valores adecuados como lo son el respeto, la solidaridad y el honor.

 

Como sociedad hemos contribuido a tener aquello de lo que hoy nos quejamos y no creo que toda la culpa sea ni de los políticos, ni de los gobernantes y si somos capaces de asumir la responsabilidad de los actos pasados, también seremos capaces de asumir nuevas responsabilidades que permitan que todos tengamos un mejor entorno, siempre más justo, más ordenado, más confiable, más tranquilo, más productivo y más alegre.

 

Tenemos que luchar todos por tener el México que deseamos y merecemos.

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