“Verdad o reto. El Musical”: “Barbas a remojar”

Sinopsis

En una casa en Acapulco, un grupo de ex compañeros de escuela se reúnen por el llamado de una amiga; el reencuentro saca a flote las cuentas pendientes entre ellos y los amoríos pasados ponen en duda las decisiones que se  tomarán en el futuro. 

 

Sería tan fácil pegarle a “Verdad o reto”. Muchos críticos, periodistas y espectadores han comentado el fallido intento de este musical de rocola con canciones pop en español de los noventa en el Teatro Banamex de Santa Fe. Cuando la estaba viendo pasé de la angustia al enojo y del enojo al asombro.

Muchos han comentado que Mejor Teatro y Morris Gilbert, los productores, quisieron tener un segundo “Mentiras” pero lamentablemente les salió el tiro por la  culata (a quince minutos de acabar la función resonaba en mi cabeza esta súplica: “Tú no, Morris. Tú no”).

“Mentiras” tiene detrás a uno de los dramaturgos y directores más audaces de los últimos diez años, José Manuel López Velarde, quien dispuso una historia comprometida con las canciones y, sobre todo, con su espíritu; se aprovechó de la ñoñería y el aire telenovelesco de las baladas de los ochenta del pop en español para hacer un culebrón sobre el escenario que nunca se toma en serio. No quiere ser pretencioso; sólo busca divertir al espectador.

“Verdad o reto”, en la primera mitad del texto, quiere probarse como una comedia pero fracasa en el intento; ya para la segunda parte se arrepiente y decide convertirse en un melodrama con todas las de la ley; se pierde en un abismo de intención, estilo y tono. La construcción de los personajes es unidimensional por defecto y no por virtud; me sobrepasó que ningún personaje es empático: no puedes interesarte en alguno porque son carentes de función dramática.

En este tipo de formato la música está para salvar el espectáculo. El mejor ejemplo es “Hoy no me puedo levantar” con canciones de Mecano: la historia era terrible en fondo y forma pero el solo hecho de tener una banda en vivo, las composiciones de los Hermanos Cano y sus nuevos arreglos eran suficientes para hacer la experiencia más llevadera. En “Verdad o reto” no hay música en vivo y los arreglos son peor que una versión de karaoke de YouTube.

Cuando la historia trata de empatar con las canciones todo se vuelve demencial; ninguna de ellas sirve para hacer avanzar la historia en cuanto a la estructura general, el conflicto de los personajes o el planteamiento de los actos. La inserción de cada una de ellas es una ocurrencia; en ningún momento el público se levanta de su butaca para aplaudir o cantar (cosa que sucede muy a menudo con este tipo de musicales). Por lo menos en la función que me tocó todos a mi alrededor estaban desconcertados sobre cómo comportarse frente a lo ocurrido en el escenario.

Manuel Galaz, el autor junto a Juan Porragas, se llevó el Premio Nacional de Dramaturgia Teatro Nuevo de la UNAM y la Secretaría de Cultura del Distrito Federal con la obra “Ángel”; no dudo ni tantito de su ingenio en la escritura pero es evidente que “Verdad o reto” es su dark side. La dirección al mando del mismo Galaz está perdida porque no sabe cómo entonar a los actores. Hay una necesidad de llevarlos al límite energético; siempre están arriba con su voz y cuerpo para, supongo, sostener los pocos momentos chistosos. Además, no distingo si fue una nota del director o un contagio colectivo, todos están impostados en sus personajes; hay una afectación innecesaria para construir al personaje (a decir verdad, Moisés Araiza quien interpreta a Pepe se mantiene en un justo balance, hasta parece de otra obra).

La escenografía e iluminación son pobres en cuanto a propuesta y realización. Elizabeth Álvarez Wehrley y Víctor Zapatero, encargados de estas áreas respectivamente, quisieron hacer un homenaje a la estética estrambótica de los noventa pero sólo se quedó en una mala copia de la nevería Bing. El mayor problema de la plástica radica en que no genera atmósfera.

Sobre los actores tengo poco qué decir porque no se pueden sacar agua de las piedras. Tal vez la participación de Erika Hau como Chiquitere (¡ay, hasta el nombre me duele!) destaca porque busca conectarse con la audiencia con un  encanto personal.

Sería tan fácil pegarle a “Verdad o reto” pero mi enojo me hizo ver más allá de lo inmediato: el profundo desprecio por la historia en una obra de teatro. Y no lo digo sólo por el equipo de este proyecto sino porque la mayoría que participamos de este negocio se nos ha pasado por la cabeza privilegiar la idea, el actor, la estrella de televisión, la escenografía, la iluminación o hasta la ubicación del teatro antes de la anécdota.

“Verdad o reto” es el síntoma de un problema mucho más grave. Vamos, le pasó a Morris Gilbert; pésele a quien le pese él es una de las piezas clave en el desarrollo y profesionalización del teatro mexicano y cayó en esta trampa de pensar en mil y un cosas antes que en el texto. No estamos exentos de caer en lo mismo. Ya sea en teatro musical o hablado. ¿Qué estamos haciendo para no acercarnos a este lugar?  ¿Al momento de escribir nos dejamos llevar por el ímpetu creativo o por el oficio? ¿Nos preocupamos por las competencias comunicativas del espectador? ¿Qué elementos influyen en la selección de una obra nacional o extranjera?

¿Cuál es la situación del dramaturgo en el negocio teatral? ¿Realmente nos importa? ¿Qué se entiende por escritura teatral a nivel educativo y profesional? La principal lección de “Verdad o reto” está en que ningún elemento de la producción puede estar por encima de la historia; con un texto fallido ningún montaje puede salir adelante por más actor, escenógrafo, iluminador, diseñador de vestuario o productor que se tenga. Estos elementos importan muchísimo cuando están al servicio de compartir una experiencia, una visión del mundo.

Asumámoslo: si queremos hacer más grande este negocio debemos apostar por las historias que dependen del oficio de los escritores y no de sus ideas maravillosas, arrebatos creativos o buenas intenciones. Y, sobre todo, apostar por la capacidad del dramaturgo de entender y sentir al espectador. Si queremos hacer lucir cualquier otro elemento de la producción, dejemos al teatro en paz. “Verdad o reto” debe ser vista por  todo teatrero para poner nuestras barbas a remojar.

 

Traspunte

¡Qué emotivo homenaje a Mercedes Pasucal sucedió en el Teatro de las Artes esta semana! ¡Viva Mercedes Pascual!

 

“Verdad o reto. El musical”

Autores: Mauricio Galaz y Juan Porragas

Director: Mauricio Galaz

Teatro Banamex Santa Fe (Lateral Autopista México-Toluca 1235, Colonia Lomas de Santa Fe)

Viernes 19:00 hrs. y 22:00 hrs., sábados 17:00 y 20:30 hrs., domingos 18:00 hrs.

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