Violencia en Celaya

El pasado fin de semana, Celaya, la tercera ciudad más grande de Guanajuato, vivió (otra vez) una jornada violenta. Bloqueos, autos y comercios incendiados construyeron el paisaje de miedo y caos en la ciudad. Crónicas periodísticas y reportes policiales apuntan a que la región se ha convertido en un campo de disputa entre grupos criminales, con Celaya como epicentro. El diagnóstico, aunque acertado, carece del análisis de elementos estructurales que implican ver mucho más atrás del pasado fin de semana pasado e, incluso, del último año. En la última década, Celaya quedó atrapado entre una política fallida de seguridad que provocó la aparición de grupos delictivos más pequeños pero violentos, la inserción en un cluster de desarrollo industrial que no se acompañó de desarrollo social, y la evolución de un “nuevo” mercado ilegal  basado en el robo y venta de combustibles.

De acuerdo con cálculos de Diego Valle-Jones, y basados en los registros del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública, el municipio de Celaya suma 364 homicidios dolosos denunciados entre junio de 2019 y mayo de 2020. Esa cifra se traduce en una tasa de 65.8 asesinatos por cada cien mil habitantes, más del doble en comparación con la tasa nacional que, de por sí, ya es muy alta. El municipio de Celaya no es la excepción sino el epicentro de una serie de localidades guanajuatenses violentas. Para muestra, sobran los botones. Varios municipios alrededor de Celaya tienen tasas de homicidio por encima de los cien casos. Es el caso de Apaseo el Grande, Apaseo el Alto, Salamanca, Tarímoro y Santiago Maravatío –este último incluso alcanza una tasa de casi 207–. Todo esto sin considerar la cifra negra o casos no denunciados.

celaya violencia
Ilustración: El Universal.

Hace veinte años Celaya no era tan violenta, o al menos eso demuestran los datos de las defunciones por homicidio que registra el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (y que no lidia con tantos problemas de cifra negra pues no se basa en las denuncias). En 1998, hace veintidós años, Celaya registró 26 defunciones por homicidio durante todo el año. Del total, dos víctimas fueron mujeres. Casi la mitad (12) tenían entre 15 y 39 años (el rango de edad donde más hay ocurrencia de víctimas en la actualidad). Tomando como base la población del censo del 2000, la tasa de homicidios de Celaya en aquel año fue de 6.8 por cada cien mil habitantes.

Diez años después, en el 2008, el total de víctimas en ese año fue de 45. Es decir, en diez años, la cifra municipal anual aumentó pero ni siquiera se duplicó. En ese año, del total, las víctimas mujeres fueron siete, por lo que ahí sí hubo casi una triplicación comparando 1998 contra 2008. Lo que sí se mantuvo es la tendencia del juvenicidio: más de la mitad de las víctimas tenían entre 15 y 39 años. Tomando como base la población según el censo de 2010, la tasa de homicidios de Celaya en 2008 fue de 9.6 homicidios por cada cien mil habitantes, un incremento relativamente pequeño de 2.8 comparando 1998 vs 2008. Sin embargo, todo se agravó drásticamente en los siguientes años.

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Ilustración: Letras Libres.

En el 2018 (y el año más reciente publicado con esta información), la cifra de víctimas que registró Celaya fue de 245. Durante ese año, el número de víctimas mujeres aumentó más de cinco veces en comparación con 2008, y la tendencia de concentrar víctimas jóvenes se acentuó: del total, más del 81% tenían entre 15 y 39 años. Finalmente, el dato más revelador es el incremento en la tasa de homicidio: 53.6 casos por cada cien mil habitantes. Y como ya se citó, en este 2020, con base en casos denunciados, esa tasa sigue incrementando. ¿Cómo explicar que una ciudad prácticamente octuplique su tasa de homicidio anual en un lapso de veinte años?

El caso de Celaya recuerda que los espacios sociales y sus dinámicas cambian, y que las afectaciones a niveles nacional, regional y global impactan localmente. Pero este caso también refrenda que las decisiones y omisiones de política pública tienen consecuencias sobre la vida de las personas. En Celaya urge justicia, reparación de daños, y una política de seguridad integral de corto, mediano y largo plazo. De lo contrario, es cuestión de tiempo para que se sumen más municipios a la larga lista de municipios violentos en la que, desde hace años, Celaya ya se inscribió.


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