El sistema educativo mexicano está atravesando uno de sus peores momentos.
El rezago en materia educativa no es sólo una cuestión cuantitativa, sino cualitativa, y en buena medida mucho de los problemas que hoy tenemos se deben tanto a la falta de educación en los hogares mexicanos, donde los medios de comunicación tienen una grave responsabilidad también, como en las escuelas públicas y privadas, donde los programas no contemplan una formación holística. En las escuelas muchas veces se le ha restado importancia a cuestiones como la historia, y esto aunado a la ausencia de la formación cívica está generando un caos en el desarrollo de los ciudadanos.
Me queda claro que la reforma educativa es indispensable y que la manera de oponerse a ella es absolutamente reprobable. ¿Cómo es posible que los maestros puedan llevar a cabo actos vandálicos como lo manifiestan los hechos ocurridos recientemente? ¿Qué clase de educación pueden dar estos maestros a sus alumnos? La CNTE tiene como argumento que fueron infiltrados; sin embargo para que los hubiera, el evento tendría que darse en el marco de una manifestación sin orden ni autoridad. Sea esto cierto, o no, me parece que las manifestaciones y plantones, no sólo no son la presión adecuada que puede ejercerse, sino que en virtud de la afectación que tanta gente sufre por ello, la animadversión de la ciudadanía hacia su movimiento va en aumento.
En esta marcha se lesionó a miembros de la Policía Federal que estaban cumpliendo con el deber de salvaguardar el orden, y esto muestra con una rotunda contundencia que los propios maestros no saben que en una democracia existen caminos políticos para conciliar las ideas y llegar a acuerdos. O quizá los maestros que están en desacuerdo con la Reforma, no se sienten adecuadamente representados en ningún partido político, pero con sus recientes actos hasta los partidos y gobiernos que pudieran ser afines a sus ideas empiezan a distanciarse de ellos.
En México, es urgente y necesario que los maestros sean evaluados, como lo son los alumnos, y prácticamente todos los trabajadores, ello en beneficio de una educación de mayor nivel. Los maestros no pueden ni deben seguir pretendiendo contar con los privilegios que claramente no están mereciendo – y esto aunque lo tengo claro, siendo yo mismo maestro, que los salarios son muy bajos y que a veces las condiciones no son las óptimas para educar-.
Se dice que un maestro no puede ser evaluado de la misma manera si este es, por ejemplo, un maestro rural, que no tiene acceso a programas de actualización, o bien a equipo o instalaciones. Pero pregunto, si un alumno de tercer año de primaria, tiene los mismos libros de texto en Monterrey que en un poblado remoto, ¿no debe tenerse también el mismo plan de estudios? Y ¿no debe el maestro de tercero de primaria estar igualmente preparado que el de Monterrey?
Lo único que puede llevar a nuestro país a mejores estadios es la educación, aunque queda claro que además debe existir un importante abatimiento de la pobreza, al tiempo en que se generan oportunidades laborales. Pero la educación es la base de la que podemos partir para un México mejor.
El Estado no puede ser rehén de grupos del tamaño que sean y ninguno de estos grupos puede estar por encima de la ley. Por otra parte, tenemos que darnos cuenta que son los alumnos quienes más están sufriendo con la ausencia de profesores en sus escuelas, y que el mal ejemplo que los maestros les están dando a estos niños no promete mejores ciudadanos en el futuro.
Todo ciudadano tiene derecho a disentir, tiene derecho a manifestarse, pero en ello, la violencia es reprobable desde el ámbito jurídico, y cada vez más en el ámbito social.
Las formas hablan mucho del fondo, y por lo menos en mi caso, cabe la sospecha que pseudo políticos que están arrojando las piedras y escondiendo la mano, son los que están detrás de este movimiento, y debieran ser expuestos a la opinión pública, desenmascarando de una vez por todas cuáles son las prebendas que los líderes pretenden, mientras se esconden en las que pueden ser exigencias justas para los maestros que así lo piensen.
Es verdad que somos un pueblo poco educado, pero los maestros a los que me estoy refiriendo ¡son la antítesis de la educación!
Reconozco que en nuestro país también tenemos maestros extraordinarios y estoy seguro que ellos siguen en sus aulas, manteniendo el sueño de un México mejor para nuestros niños.