No me deja de parecer absurdo que haya tantos quienes se informen del #YoSoy132 vía los medios tradicionales de comunicación, es ingenuo pretender que el objeto de mayor crítica y enfrentamiento por un movimiento, sea el idóneo para informar de él. Pero ello es triste consecuencia precisamente de la regulación de los medios en nuestro país; ausente, o deficiente cuando la hay, que ha permitido la existencia, y busca la perpetuidad, de un duopolio televisivo nocivo a la salud democrática de la nación y un oligopolio en radio y prensa escrita tan pernicioso como aquél.
#YoSoy132 nace con esa consigna común, sin aún vislumbrar solución pero consciente de la existencia de un problema mayúsculo; a saber, el poder político fáctico de los medios de comunicación masiva en México que llevó al extremo en esta ocasión, no solo de obedecer y difundir la versión oficial del presidente en turno (“el mejor soldado del PRI” como se autodenominó Azcárraga Milmo), sino ahora incluso, pretendiendo imponer al país su presidente. Fue la gota que derramó el vaso, ya bastante lleno por las mentiras y manipulación informativa que imperaron en la cobertura de la matanza de Tlatelolco en 1968, el Halconazo de 1971, el grosero fraude a las izquierdas en 88, el asesinato de Colosio en 94, la represión y violencia de Estado en Atenco, haciendo pasar a las víctimas por victimarios, y de nuevo el fraude hace seis años…
A pesar de que hoy los jóvenes universitarios se han solidarizado y han hecho propia una lucha social mucho más amplia; adoptando como ejes rectores no sólo la problemática de medios, sino temas como el sistema educativo, las políticas de seguridad nacional, el modelo económico, la reforma política, entre otros, creo que vale decir que su núcleo permanece en el tema de medios. Y hoy los jóvenes ya comienzan a vislumbrar y proponer soluciones.
Han difundido su mensaje de la democratización de los medios señalando que se traduce en la mayor competencia en radio, televisión y prensa escrita; a la que ya apunta el acuerdo para la transición a la Televisión Digital Terrestre que permitirá la licitación de una tercera, y posiblemente una cuarta cadena televisiva. Han propuesto también la regulación en la operación interna de las empresas concesionarias del espectro radioeléctrico, por ejemplo, con la figura del Ombudsman, un código de ética, la exteriorización obligatoria de líneas editoriales, e incluso la regulación de contenidos que genere opciones culturales y educativas para el público. Por otro lado, han pugnado también por la socialización de los medios, vía la regularización de radios comunitarias. Trabajar de la mano de diversas organizaciones y actores que tienen ya un largo camino recorrido en la lucha para los cambios necesarios en materia de medios es otra de las acciones que el #YoSoy132 está emprendiendo.
¿Pero qué es lo que hoy se sabe y se dice del #YoSoy132? Su supuesta radicalización, las supuestas riñas internas, divisiones y deslindes falsos, cuando la diversidad de propuestas e ideologías desde un principio era reconocida e incluso celebrada como ejemplo de sana pluralidad. Y en cambio, no se retoman los valiosos contenidos que han sido generados y que hablan del arduo trabajo que los miembros del movimiento han emprendido.
El reto para el #YoSoy132 es efectivamente resistir y superar la manipulación mediática de la que ahora ellos están siendo víctima. Su mejor arma es la unidad y la difusión vía redes sociales de su mensaje verdadero; las protestas y manifestaciones pacíficas en calles e hitos de los poderes fácticos a los que se enfrentan, pero de la mano de una operatividad real de valor académico e intelectual que dote de contenido concreto a tan significativo desplegado del reproche social.
De trascender la coyuntura electoral, a este movimiento estudiantil del siglo XXI le depara un gran futuro como contrapeso permanente al gobierno en turno, aunque de sucumbir a las falsas acusaciones, será solo un recuerdo digno de nostalgia, pero nada más.