El ataque glorioso consistió en destruir una base militar que estaba dando muchos problemas a Estados Unidos y ningún escuadrón norteamericano podía destruirlo. Solamente la mentalidad ingeniosa del mexicano lo podría hacer. El Escuadrón 201 atacó la base enemiga volando casi “a ras de suelo”, por lo que a los radares japoneses se les hacía difícil PRECISAR la localización del Escuadrón 201… lástima que la historia no cuente esta parte.
“Juan Fabián N” (su padre le contaba que había conocido a un piloto del Escuadrón 201).
Para aquellos que no conocen del todo la trama de la Segunda Guerra Mundial, les recuerdo brevemente: Alemania, Italia y Japón (también conocidos como los países Potencias del Eje) unieron fuerzas de un lado, mientras que Francia, Reino Unido y más adelante Estados Unidos y la Unión Soviética (Aliados), se encarnaron durante seis años y un día en una lucha que terminó justo con la rendición de Japón tras los bombardeos en Nagasaki e Hiroshima. Pero justo antes de que terminaran las hostilidades, los países del Eje mostraban su poder y la capacidad de ganar la guerra. Para el año 1941, Estados Unidos se une a la guerra del lado de los Aliados, con el bombardeo a la isla de Pearl Harbor (Hawái). Unos meses después, México envía a Estados Unidos un buque carguero con combustible, el Potrero del Llano; mismo que es atacado por un submarino alemán. A partir de este momento, México declara la guerra a los países del Eje de manera simbólica: enviando una tropa de soldados a capacitarse en Estados Unidos. Nacía entonces el Escuadrón 201, o las Águilas Aztecas.

Dicho escuadrón tuvo su entrenamiento militar en Texas e Idaho durante el año 1944. Trescientos jóvenes aptos para el Grupo de Perfeccionamiento Aeronáutico (después renombrado como Fuerza Aérea Expedicionaria Mexicana) para la recién creada Fuerza Aérea Mexicana. Se cuenta que la capacitación fue de manera exprés para facilitar el apoyo requerido a Estados Unidos, por lo cual se notaba la diferencia entre los soldados norteamericanos (ordenados, dispuestos a seguir instrucciones, etc.) y los mexicanos (bravos, creativos, arrebatados). Así, participaron un mes en diversas misiones, donde se destacan “95 vuelos de combate, 53 misiones de apoyo a tierra, 37 misiones de entrenamiento, 4 barridos a la isla de Formosa (actualmente Taiwán), y una misión de bombardeo en picado contra el puerto de Karenko”.
La guerra terminó y los pilotos regresaron en calidad de héroes a sus casas. Homenajes a los valientes, homenajes a los caídos, nombres de calles, estaciones del metro, colonias enteras, todos hablaban del Escuadrón 201. Pero después, tristemente –como casi siempre pasa– estos héroes y su participación exitosa dentro de la historia universal fueron enterrados en el olvido.
Pero casualmente, a la derrota de Alemania y su muro de Berlín, dividiendo el país en dos, con lo que Alemania Occidental (con influencia norteamericana) tuvo que adherirse a la OTAN, era necesario tener un Escuadrón Aéreo como mínimo para su permanencia dentro del organismo internacional. Estados Unidos se ofreció entonces a capacitar dos escuadrones militares para operaciones aéreas, de las cuales el segundo escuadrón se caracterizó por su valor y arrojo a la hora de completar misiones, surgió así una de las más simpáticas comparaciones con los “locos pilotos mexicanos” del Escuadrón 201. Veinte años después fueron recordados por las misiones y las acrobacias complejas que realizaban, de tal manera que ellos mismos se autonombraron el “Escuadrón Viva Zapata” y a la fecha siguen volando con el rostro del caudillo del sur como escudo bordado en su uniforme de la Fuerza Aérea Alemana.

Lo que quiero decir con toda esta historia es que, como siempre, los mexicanos resaltamos en todos los ámbitos que nos pongan. Nuestra capacidad de actuar ante situaciones adversas es algo de lo que ya hemos hablado antes, pero seguimos sin creer de lo que somos capaces. Otros países nos reconocen y recuerdan como los locos que hacemos historia, ¿por qué nosotros no terminamos de creer que somos capaces de crear un futuro mejor, entre todos?
La lección es simple y para lograrlo tenemos que unirnos como sociedad, como gente que sabe superarse. Dejemos atrás culpas, menosprecios, miedos. Somos capaces de eso y mucho más. Sólo hay que creer que podemos lograrlo, capacitarnos y actuar de manera similar a los “locos” que volaban sus aviones casi “a ras de suelo”, haciendo malabares increíbles y forjando sus propias historias como héroes.
En Saltillo, Coahuila, hay una estatua erigida en honor al Gral. Antonio Cárdenas, Jefe del Escuadrón 201, del escultor Cuauhtémoc Zamudio. Sólo con ánimo de ampliar la información del arquitecto Ferenz. Saludos
Muchas gracias Don Elías! Visitaré la estatua en mi siguiente visita a Saltillo.