En México menos del 20 por ciento de las personas que presentan algún tipo de enfermedad mental acuden a servicio medico y quienes si lo hacen tardan hasta 14 años en decidirse a tener tratamiento.
Ciudad de México (elsemanario.com).- No existe una regulación adecuada en cuanto a salud mental dentro de nuestro país. Existe un apartado para esta sección dentro de la Ley General de Salud, y en el 2007 iniciaron algunos programas para su atención, sin embargo, la demanda de servicios psiquiátricos y psicológicos desbordó la oferta del Estado en el 2014.
La Ley General de Salud plantea realizar modificaciones a nivel estructural, para atender al sector de la población afectada por algún trastorno mental, el cual cuenta con 35.6 millones de individuos y se estima incremente a 115.4 millones para el 2050.
Del total de recursos con los que cuenta el sistema de salud en México, tan solo dos por ciento se destina para salud mental, cantidad que pretende sostener los 46 hospitales psiquiátricos, las trece estancias de internamiento psiquiátrico en hospitales generales y los ocho establecimientos residenciales que existen para la atención a tratamientos mentales tan solo en la ciudad de México.
Las principales afecciones para México suelen presentarse en forma de demencia, esquizofrenia, problemas de aprendizaje, ansiedad y depresión; problema que ya ha tomado una alarmante cifra pues tan solo en Chihuahua existieron 254 defunciones en adolescentes que cometieron suicidio durante el 2013. La doctora Corina Benjet, ganadora del Premio Nacional de Psiquiatría a la Investigación, considera que en México, la clave es la antelación a la enfermedad. Benjet señala que se debe considerar una importante campaña de prevención especialmente en jóvenes, pues el sector salud no tiene acceso a ellos tan fácilmente como a otros grupos poblacionales.
Si bien el Estado ha intentado elevar sus cifras en cuanto a la atención primaria y las campañas de sensibilización para la prevención y la información sobre trastornos mentales, estas no han sido tan relevantes, ya que el problema de desatención y manejo de daños es tan grande, que nuestro país se enfoca más en la intervención y menos en la prevención, lo cual le toma el 80 por ciento de su presupuesto, por lo que sus Programas de Atención a Salud Mental (PASM) no alcanzan a despuntar como se espera.
La Secretaría de Salud pretende trabajar mas a fondo sobre la sensibilización dentro de campañas hacia el público en general sobre el estigma que se tiene hacia los individuos que requieren algún tipo de tratamiento psicológico o psiquiátrico, estas nuevas regulaciones también especifican las instancias de atención con las que cuentan los pacientes dependiendo de la afección que presenten, por lo que han dejado de pertenecer a ‘nadie’, sin embargo, no se ha especificado nada sobre un aumento de recursos.
Se trabaja también para mejorar la creación y el mantenimiento de instituciones y organizaciones que ayuden a la población bajo una perspectiva de rehabilitación psicosocial, neurología, psicología, psiquiatría y trabajo social que ayude, de forma individual, a obtener ayudas económicas para el tratamiento y a acceder a los servicios de atención médica.
Esto representa un pequeño paso hacia la mejora de la salud mental ya que las regulaciones en el articulo 73 y 77 de la Ley General de Salud instauran con claridad las diligencias que pueden y deben proporcionarles los servicios de salud a los pacientes que presentan algún trastorno psíquico, además de que ponen en el mapa la importancia de tratar este tipo de malestares que, atendidos en un estado temprano, pueden ser sumamente controlables.
Por otro lado, existe una desconfianza generalizada debido a los tratamientos deficientes, la mala atención y la pésima calidad de servicio que prevalecieron durante años, sin mencionar la sobre burocracia existente en los trámites de ingresos y salidas que tienen que realizar las pocas personas que identifican este tipo de trastornos para recibir cualquier tipo tratamiento.
Un cambio cultural, aunado a un fuerte aumento en el gasto público destinado para salud mental, son metas que parecen todavía distantes.