¿Por qué EU no cuestiona la actuación de México en torno a Derechos Humanos?

Estados Unidos enfrenta su propia crisis de derechos humanos con los reportes de tortura de la CIA y las violaciones de los derechos humanos de los migrantes indocumentados.

Ciudad de México.- Por primera vez, el “tema incómodo” durante la reunión de los mandatarios de México y Estados Unidos no fue el tema migratorio. Medios de comunicación esperaban escuchar qué tenía que decir Obama respecto a los acontecimientos ocurridos en Iguala y la actuación del gobierno federal para dar respuesta a estos eventos, en medio de las protestas de ciudadanos americanos y residentes que le exigen retirar la asistencia financiera que el país del norte le otorga a México a través de la Iniciativa Mérida, argumentando que las reiteradas violaciones a derechos humanos documentadas por organismos internacionales, entre ellos Human Rights Watch, y por el propio Departamento de Estado de Estados Unidos, son motivo de suspensión de dicha ayuda, de acuerdo con las leyes estadounidenses.

“En materia de seguridad hemos seguido con preocupación los eventos trágicos de los estudiantes […] El presidente Peña Nieto habló de sus reformas y nosotros queremos recalcar nuestro compromiso de ser amigos de México y apoyar estas reformas para poder blindar el flagelo de los cárteles de drogas, la tragedia que constituye esto para México”, señaló el mandatario estadounidense en su conferencia de prensa, y agregó que “desde luego en ultima instancia tendrá que ser el pueblo mexicano a través de la procuración de justicia quien se encargue de eliminar este flagelo.”

Ambos presidentes enfatizan la relación de “amistad” entre los países que gobiernan cuando se les cuestiona sobre algún hecho que suscita reclamos de la población, y esta camaradería no es casual.

De acuerdo con Josefina Zoraida Vázquez y Lorenzo Meyer en México frente a Estados Unidos: Un ensayo historico, 1776-2000, antes de la Segunda Guerra Mundial, la relación entre México y Estados Unidos estaba caracterizada por la guerra y los reclamos por la nacionalización del petróleo. Después del ataque a Pearl Harbor, Estados Unidos se dio cuenta de que México era un socio estratégico para temas de seguridad nacional, y México aprovechó esto para resolver el problema de las compensaciones por la expropiación del petróleo y para negociar la deuda ferroviaria, explican los autores.

Walter Astie Burgos señala que en el periodo de posguerra, la relación entre ambos países estuvo sustentada en la cooperación económica, política y militar. Así, México ofrecía apertura para los inversionistas estadounidenses y el comercio internacional, y obtenía créditos y financiamientos a cambio, todo ello sobre la base de relaciones diplomáticas, en las cuales la amabilidad y el respeto, por lo menos en apariencia, siempre son lo más importante.

Es por eso que el espionaje realizado por la Agencia de Seguridad Nacional (NSA) al presidente Peña Nieto, revelado por Edward Snowden, pasó a segundo término cuando lo primordial en la agenda era el tema energético y el petróleo, y es por eso que el gobierno estadounidense “apoya” las reformas de Peña Nieto al mismo tiempo que respalda su estrategia de seguridad y las medidas que ha implementado para resolver el caso Ayotzinapa.

Además, ¿cómo puede Obama cuestionar la actuación del gobierno mexicano en torno a las violaciones a derechos humanos que se ejercen en el país, cuando quiso restarle importancia al reporte del Senado sobre las torturas de la CIA para obtener confesiones, y cuando ha omitido actuar para investigar las violaciones a los derechos humanos de los migrantes indocumentados?

Por Andrea Jaramillo.

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