El secretario de Hacienda, Luis Videgaray, y el presidente del Banco de México, Agustín Carstens, coincidieron que las reformas estructurales recién aprobadas, se encuentran en un proceso de maduración, por lo que aún no es posible ver resultados, menos en la situación en que se encuentra el país.
Ciudad de México.- El gobernador del Banco de México, Agustín Carstens, advirtió que es imprescindible fortalecer el Estado de Derecho, pues uno débil genera altos costos al aumentar la incertidumbre en las interacciones cotidianas y en las transacciones económicas.
A decir de Carstens, al “inducir una reasignación de recursos privados a la protección de bienes y personas y a retrasar la administración de la justicia”.
Durante la inauguración del “Annual Conference on Development Economics”,Carstens advirtió que debido a los anteriores fenómenos, se reasignan los recursos privados a la protección de bienes y personas y se retrasa la administración de la justicia”.
Al hablar de las reformas, Carstens reconoció que el país no ha concluido este proceso de transformación, sino que está inmerso en su etapa más laboriosa, la de implementación de dichas reformas”, que de adecuarse y transparentarse, dijo, se generarán expectativas positivas.
“Nuestro país no ha concluido este proceso de transformación sino que está inmerso en su etapa más laboriosa, la de implementación de dichas reformas”, advirtió.
Ante ello, dijo, en la medida que la sociedad pueda seguir su progreso mediante la implementación adecuada y transparente se generarán expectativas positivas que contribuirán con un circulo virtuoso que acelerará los efectos benéficos de las propias reformas.
Durante su intervención, el secretario de Hacienda, Luis Videgaray, reconoció que la gran prioridad del gobierno de México es la implementación completa y oportuna de las reformas estructurales, lo que implica la agenda de productividad.
“La implementación de la reformas estructurales no es hacer magia con la economía; es un proceso que requiere disciplina, que requiere tenacidad, para lograr que los beneficios de una mayor productividad, de mayor flexibilidad y de mayor competencia, se traduzcan en beneficios para todos en la economía”, resaltó Videgaray.
Refirió que de 1983 a 2014, el crecimiento promedio de México fue de apenas 2.4 por ciento, más bajo que el de otros países con los que puede compararse, lo que se explica por el crecimiento negativo de la productividad.
Subrayó que si se mide la productividad del total de los factores, de 1990 a 2013 tiene una disminución acumulada de 7.0 por ciento, lo que quiere decir que el capital, el trabajo, la tecnología son menos productivos hoy que lo que eran hace poco más de 20 años.
“Más allá de los ciclos económicos, de las coyunturas internacionales, México tiene que enfrentar el reto de la productividad”, aseveró, al señalar que por ello surgió la agenda de reformas impulsadas por el gobierno federal, apoyadas por el Congreso.
Explicó que esta agenda de reformas tiene como objetivo un común denominador: la productividad, y añadió que través de la implementación oportuna y completa de las reformas estructurales es como México puede abrirse una gran oportunidad para elevar su crecimiento de manera sostenida.
La realidad es que todas las famosas reformas estructurales son proyectos fallidos n México. Tienen tantos vicios, tantos candados y adecuaciones políticas, que sus objetivos se han quedado perdidos en el tiempo y en la frustración. La única reforma que quizás fue estructurada legal como tecnicamente para ser exitosa, puede que sea la energética, mas sin embargo aquí lo que la frenado es la situación mundial del mercado de energéticos fósiles, que es el rubro del que se esperaban las cuantiosas inversiones.
La mas importante de las reformas para México, es la educativa y esta naufraga desde su creación en medio de una caótica Secretaria de Educación, inepta e inmóvil.