Hay mucha expectativa del primer debate para la elección presidencial que tendremos este próximo domingo. Desde un nuevo formato y participantes externos, hasta la esperanza de descubrir que tenemos un perfil que realmente cumpla con las expectativas de los mexicanos.
Quiero imaginar que, más que un desorden, será un buen debate donde los mexicanos podamos contrastar no sólo propuestas, sino los perfiles que presenten en coherencia y cohesividad con México. Esto va más allá de ataques, culpas y posturas partidistas. Es realmente una oportunidad para que uno de los cinco participantes “conecte” con el inconsciente colectivo, comparta una realidad sin falsedades y proponga una visión desde los potenciales que tenemos y que podemos aprovechar para sacar este país adelante.
Hasta hoy lo que predomina en los mexicanos durante el actual proceso electoral es el miedo y el enojo. Estas emociones manejan las encuestas y las discusiones en cada lugar donde se toca el tema. Por lo tanto, significa que ninguno de los candidatos ha logrado conectar de forma universal, ya que hoy los ciudadanos defendemos una postura desde la emoción en lugar de unificar una visión común hacia un perfil deseado. Hoy no hemos descubierto un líder que, en caso de ganar la elección, sea aceptado como tal por la otra parte del electorado, lejos de las preferencias de cada uno.
Los participantes irán armados hasta los dientes, con datos, mensajes emotivos, palabras clave, posturas y acciones mediáticas, entre otras cosas; pero lo más importante será desde dónde dirijan todo esto, ya que mientras ellos hablen, el inconsciente colectivo hará lo suyo. Es decir, su estado de ánimo será esencial, y no sólo hablo de la tranquilidad que muestren físicamente, sino lo que cada uno esté pensando y sintiendo en el momento de comunicar y debatir, ya que esto será captado desde el inconsciente de los mexicanos y será la base para que su perfil y discurso pueda conectar de forma universal.
Lo anterior me permite traer el ejemplo del “discurso del sexenio” de nuestro presidente Enrique Peña Nieto. La conexión que hubo en ese momento tuvo que ver con dos cosas, el discurso que fue coherente y cohesivo, y desde dónde lo comunicó. Nuestro presidente, así como muchos políticos, han tenido otros discursos bien elaborados técnicamente, pero sin llegar a esa conexión universal. Esta última vez él lo logró; fue contundente la reacción de los mexicanos en el apoyo y aceptación de su mensaje, donde mostró la seguridad y coherencia como respuesta a la auto-referencia que le permitió fluir y conectar naturalmente, dejando atrás las percepciones y emociones hacia su persona.
En este debate, la oportunidad no sólo la tienen los candidatos, también la tenemos todos los mexicanos. Es momento de hacernos conscientes del México que queremos y podemos ser. Desde esa conciencia podemos reflejarnos individualmente en una visión lejos del miedo y el enojo, con el fin de poder observar con mayor precisión quién sería entre los cinco candidatos, el que nos permita dar el siguiente paso en confianza y unidad como mexicanos. Si uno de ellos logra fluir y conectar, terminaremos nosotros fluyendo y conectados más allá de las emociones y lo racional; eso es lo que un verdadero liderazgo logra.
No se trata de ganar el debate con argumentos, sino de posicionarse como el próximo presidente de México y para ello se requiere más que buenas respuestas, es necesario conectar.
Sin duda totalmente de axuerdo con tu comentario.
Es necesario que el próximo presidente de México conecte con aquellos a los que liderará y que, en un circulo virtuoso, les haga a ambas partes crecer y ser mejor desde su posición.
Gracias Sandra muy correcto, eso lo hace la coherencia, saludos
Sin duda alguna se refieren a Jose Antonio Meade
Esperemos que logren conectar con México y gane quien gane nos unamos como un sólo país. Felicidades Alex