Michelle Obama relató que ese día se despidió de todo el personal de la Casa Blanca y que sus expresiones eran porque no quería tener lágrimas en los ojos.
A finales de enero de este año, la exprimera dama de Estados Unidos, Michelle Obama, dio mucho de qué hablar, después de haber sido captada con expresiones faciales “gélidas”, segundos después de que Donald Trump acabara su discurso de toma de protesta como presidente de Estados Unidos.
En una serie de imágenes y vídeos captadas por periodistas, se puede observar el momento en que el republicano saluda al expresidente Barack Obama y al exvicepresidente Joe Biden, pero justo atrás de ellos se puede ver a Michelle, quien no parece muy feliz ante la escena que se desarrolla frente a ella.
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Tras el incidente, cientos de personas y medios de comunicación quisieron ver el gesto como una muestra del descontento de la exprimera dama ante las nuevas y duras políticas en materia de economía y migración que promovía el republicano.
Sin embargo, en su último discurso, ofrecido en la ciudad de Orlando, Florida, la exprimera dama explicó el porqué de sus expresiones, y describió también cómo ha cambiado su vida desde que los Obama dejaron la Casa Blanca.
Michelle explicó que el día de la toma de protesta de Trump, se despidió de todo el personal de la Casa Blanca, lo que le provocó muchas e intensas emociones, mismas que no quería mostrar ante tan icónico momento.
“No quería tener lágrimas en los ojos porque la gente hubiera dicho que estaba llorando por el nuevo Presidente”, aseguró Michelle Obama, según rescata el portal noticioso RT.
Al ser cuestionada sobre si tiene planes para postularse como presidenta de Estados Unidos en las próximas presidenciales, Michelle aseguró que la “política es dura, y es difícil para una familia”.
“No querría que mis hijas pasaran otra vez por eso, porque cuando uno se postula para un cargo superior no es solo para él, sino para todos”, señaló la esposa de Barack Obama.
También compartió que ella y su familia disfrutan ahora de las libertades de una vida más allá de la Casa Nlanca, como la posibilidad de abrir las ventanas por la noche, no viajar acompañados por largas caravanas de coches u oír el timbre de la puerta y abrirla ellos mismos.
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