Ciencia y Tecnología

Cuando la educación se mueve, pero hacia atrás

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Hasta hace por lo menos dos décadas, obligar a un estudiante “mal portado” a quedarse inmóvil, era un castigo común en no pocas escuelas.

Se le mandaba a un rincón y, viendo hacia la pared, se le confinaba a ese doble castigo: la segregación y la inmovilidad.

Mas el castigo, que con el tiempo ha ido desapareciendo casi hasta extinguirse, ha sobrevivido sin problema alguno en su versión de sinónimo de disciplina militar.

Legendarios, por parecer estatuas de marfil intocable, han sido por centurias los guardias reales del Palacio de Buckingham, capaces, se dice, incluso, de no pestañar.

La movilidad es el signo de este siglo. De eso no hay duda. No sería la primera vez, sin embargo, que moverse hiciera a lo conocido transformarse radicalmente.

Cual si no hubiese libertad mayor que la de moverse, se sabe de sobra ya lo que el ir de un lado a otro de los comerciantes que acampaban en las afueras de cada feudo, trajo para la historia.

Aquellos lejanos habitantes de los burgos, las afueras de los feudos, sabemos ahora, constituían en realidad una suerte de protoburgueses, que sin saberlo encarnaron el sentido de movilidad del que siglos más tarde se preciaría el capitalismo.

Movilidad artificial.
Imagen: Depositphotos.

 La movilidad física pasó a ser construida en el imaginario como movilidad social, como posibilidad de romper las cadenas de lo que se ha sido, ser por uno mismo, transitar libremente por las rutas de la escala social.

La movilidad es el signo de este siglo, retomemos. El celular es el elemento consustancial de este fenómeno expansivo.

Llevar con uno el celular a donde se vaya, significa portar, trasladar en el bolsillo, de modo literal, la información del mundo, de muchos modos, el mundo mismo.

En el mundo, según algunos reportes, hay actualmente alrededor de 5 mil millones de celulares, repartidos entre siete mil millones de habitantes.

Tales cifras no alcanzan, como se nota de inmediato, a pensar que estamos siquiera cerca de alcanzar el número mágico de un celular por habitante.

Pero el número no deja de ser trascendente. Tanto porque en el recuento de la población se incluye a menores de 10 años, como porque hay países en los que hay más celulares que personas.

Nueva Zelanda, Australia y España tienen más líneas de celulares que habitantes. En América Latina, en Brasil, hace 5 años, había una población de 200 millones de personas, frente a casi 285 millones de teléfonos celulares.

México no ha llegado a cifra parecida, pero destaca el hecho de que de los más de 80 millones de celulares que se reportan, 3 de 4 sean smartphones o teléfonos inteligentes.

La movilidad no es pues sólo moverse en un sentido literal, sino también el sentido, y velocidad, con la que se mueve el entorno, con la que se pasa de un estado de cosas a otro.

Imagen: LearnUpon.

Así, por ejemplo, la multiplicación de los teléfonos celulares, aunado a las crecientes capacidades de éstos, ha terminado por abrirle una posibilidad inédita a la educación no presencial: el mobile learning.

Nada menor resulta, en este contexto, el desprendimiento del mobile learning, aprendizaje en movimiento, de lo que hasta hace poco tenía en el e-learning, aprendizaje a través de plataformas digitales, la mayor expresión de la educación en línea.

Sofía García Bullé, del Observatorio de Innovación Educativa del Tecnológico de Monterrey, llamaba hace apenas unos meses a reconocer en el m-learning características y desafíos propios en relación con otro tipo de experiencias no presenciales.

Escribe García Bullé: “Un enfoque que aprovecha la tecnología móvil para aprender, viene a poner nuevos retos en materia de educación”, para luego centrar en la combinación entre contenidos, tiempo y dispositivos, las condiciones propias de este aprender moviéndose.

Los contenidos del m-learning suelen incentivar el aprendizaje no formal para obtener habilidades, como inteligencia emocional o resolución de problemas… “su práctica de buscar la flexibilidad en el aprendizaje… de forma que los estudiantes puedan cubrir estas secciones cuándo, cómo y donde quieran”, señala la investigadora del TEC.

La (tímida) irrupción de la Banca Digital en México

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El Foro “No Money”, organizado por el periódico El País en la Torre BBVA de la Ciudad de México el 23 de octubre, ha puesto en la palestra un tema que está en la frontera de la discusión actual. En México, el 90% de las transacciones se hacen en efectivo, más de la mitad de la población carece de una cuenta bancaria y sólo algo más de un tercio tiene una tarjeta de crédito. En Canadá, el país que menos efectivo usa en el mundo, el 57% de los pagos se hacen sin dinero físico y los ciudadanos tienen más de dos tarjetas de crédito per cápita. Las ventajas de manejar dinero en forma virtual son evidentes pues agiliza los intercambios, reduce los costos y los riesgos de transportar o cargar efectivo (aunque el dinero virtual también tiene riesgos de otros tipos).

La carrera por desarrollar el mercado de transacciones financieras virtuales en México ya se nota. Se estima que había alrededor de 400 Instituciones Tecnológicas Financieras (ITF) antes de que se promulgara la Ley Fintech (marzo 2018), cuyo propósito es justamente empezar a normar los mercados financieros virtuales. Un signo de que esta Ley es sólo un comienzo, es que únicamente 200 de las 400 empresas mencionadas calzaban en el marco regulatorio de esa nueva ley, pues ésta reglamenta principalmente instituciones de fondos de pago electrónico (monederos), instituciones de financiamiento colectivo (crowdsourcing) y muy parcialmente las criptomonedas, pero el mercado financiero virtual es mucho más variado que el considerado en la ley. De las 200 empresas idóneas, sólo 85 solicitaron permiso a la CNBV para poder operar legalmente (las demás tendrán que dejar de funcionar en este mercado hasta que obtengan el correspondiente permiso). La mayor parte de estas empresas (60) pidieron autorización para operar como instituciones de fondos de pago electrónico y las restantes (25) como instituciones de financiamiento colectivo (CNBV). Las operaciones que se realizan a través de las ITC registradas ante CNBV, pueden ejecutarse a través de aplicaciones en teléfonos celulares o computadoras personales y tienen facultades y garantías similares a aquellas con que cuenta la banca tradicional.

Pago electrónico.
Imagen: Sopitas.

Dentro de este proceso de ordenamiento del mercado financiero digital, el Banco de México lanzó una plataforma para Cobros Digitales (CoDi) el 30 de septiembre, que opera a través del Sistema de Pagos Electrónicos Interbancarios (SPEI). Este es un mecanismo que ayuda a hacer pagos en forma inmediata vía Internet o banca móvil (con el uso de códigos QR, quick response y NFC, Near Field Communication), permitiendo reemplazar el dinero en efectivo. Sin embargo, su campo de operación aún es limitado si se compara con lo que efectúan plataformas similares en otros países.

Las condiciones de infraestructura para realizar pagos en línea están en gran parte disponibles en México. En 2018, 70% de la población mexicana contaba con banda ancha móvil, el 66% de los individuos usaban Internet y se estima que para 2024, el 92.2% de la población del país tendrá acceso a la red digital . Sin embargo, la utilización de estos medios de telecomunicaciones para operaciones financieras ha sido limitada, como se ha señalado.

Para ser competitivos, los bancos necesitan “modernizarse” y facilitar las transacciones digitales que agilizan y abaratan los intercambios en el mercado. CoDi es un paso adelante, ya que permite el pago casi inmediato de un servicio o producto: el vendedor realiza un cobro virtual al comprador, éste debe aceptarlo por esa vía y con ello queda saldada la operación. Nótese que el monto de la transacción no puede exceder el modesto monto de 8 mil pesos. El uso de este nuevo instrumento digital para transacciones requiere tener una cuenta bancaria, lo que limita su radio de acción, pero varios bancos que participan en la plataforma CoDi ofrecen crear una cuenta bancaria de forma remota para el cliente, lo que quizás lleve a una mayor bancarización de la población.

Los bancos en México necesitan avanzar más rápidamente en esta era digital, pues la competencia de los neobancos plantea un reto enorme. Estas no tienen sucursales que mantener y prácticamente no usan efectivo, lo que también hace prescindibles los cajeros automáticos propios (aunque los clientes pueden hacer uso de aquellos de bancos tradicionales), ahorrándose buena parte de los costos relacionados y pudiendo ofrecer servicios financieros mucho más baratos que los bancos establecidos (prácticamente no se cobran comisiones a los clientes). En México ya empieza esa competencia. Por ejemplo, Weex Wallet provee una tarjeta de prepago MasterCard Digital, que almacena el dinero del cliente y que éste puede usar en línea o en comercios físicos en forma muy ágil. También se puede obtener un préstamo en línea, con lo cual la tarjeta puede funcionar en forma muy similar a una tarjeta de crédito. Asimismo, operan en México Albo, Klar y próximamente Nubank (de Brasil), cuyos servicios son similares a los descritos. Todos con respaldo de MasterCard.

Nubank.
Imagen: Labs EBANX.

En países emergentes, como China, la mitad de la población paga normalmente con Apps móviles como AliPay y WeChatPay, y en Kenia casi todos usan M-Pesa para pagos móviles. Este cambio es muy rápido en países desarrollados. En Gran Bretaña, donde se ha reglamentado mejor que en nuestros países estas nuevas instituciones y mercados financieros, se han pedido al menos 15 licencias para este tipo de bancos digitales desde 2005, los cuales están encausando la tercera parte del incremento anual de los ingresos en ese país. Se estima que 9% de los británicos adultos y alrededor de 15% de jóvenes entre 18 y 23 tienen una cuenta en un neobanco (The Economist).

Un tema que sólo es tocado marginalmente en la Ley Fintech son las criptomonedas.  De hecho, al emitir reglamentos secundarios a la Ley, el Banco de México (Banxico) dejó al margen la regulación de empresas de Exchange de criptomonedas (o plataformas que permiten cambiar unas criptomonedas por otras o bien por dinero tradicional) y además prohíbe a las ITF ofrecer operaciones con criptomonedas a sus usuarios.

“El Banco de México estima conveniente mantener una sana distancia entre tales activos y el sistema financiero, dados los riesgos que la operación con estos pudiera conllevar para los usuarios, para las instituciones que operen con ellos y para el sistema financiero en general”. (Banxico).

Criptomonedas.
Imagen: Freepik.

Sin embargo, no prohibe a las ITC y a instituciones de crédito realizar las operaciones con criptomonedas, habiendo previamente obtenido la autorización para ello, pero estarán limitadas a las “operaciones internas que dichas instituciones realicen para el procesamiento de los servicios que ofrezcan a sus clientes”.

En suma, dos características de las FinTech destacan entre las más relevantes: un esfuerzo por modernizar y hacer más incluyente el sistema financiero mexicano, del que ha estado marginada gran parte de la población y, por otra parte, hacerlo más seguro, especialmente dificultando el lavado de dinero mediante las nuevas reglas (se cambiaron también algunas disposiciones de la Ley-Antilavado con este fin).

Entre los desafíos que tiene México por delante, como muchos otros países, es que las disposiciones que ha introducido, especialmente para las criptomonedas, son aplicables dentro de su territorio pero las operaciones con estas monedas virtuales son cada vez más importantes a nivel internacional. La ex-directora del FMI, Christine Lagarde, hace muy poco hizo declaraciones advirtiendo sobre el potencial uso de las criptomonedas como vehículo de lavado de dinero y financiamiento del terrorismo a nivel internacional. Mientras tanto, Facebook, el gigante tecnológico ha anunciado el lanzamiento de su propia criptomoneda “Libra” que podría llegar a miles de millones de personas en el mundo, pero que pocos países podrán regular y controlar a nivel nacional.

Del analfabetismo digital al pensamiento complejo

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La muy conocida expresión: “ver en cada cosa, las dos caras de la moneda”, tiene un origen mucho más lejano de lo que solemos imaginar.

Los romanos quisieron rendir culto a uno de sus dioses más preciados, representándolo en sus monedas.

El dios recibía el nombre de Jano y tenía bajo su tutela los comienzos, las transiciones y los finales.

Conscientes de ello, es que los romanos decidieron representar a Jano como una figura bifronte. Es decir, con dos caras.

En este contexto, hablar de brechas digitales implica que la nueva era plantea problemáticas inéditas.

Jano
Imagen: Pinterest.

La más preocupante, quizá, hoy por hoy, es el número de personas que se rezagan día con día de los avances que la expansión de lo digital trae consigo.

Por otro lado, dirigir la mirada hacia las competencias que habrá de requerir el mundo que se abre paso, es enfilar la atención en buena medida sobre quien ya está dentro de este mundo digital.

 Colocarse entre aquellos que buscan avizorar cómo será ese tiempo por venir, y, sobre todo, qué demandará de quien pretenda representar un aporte importante en el mundo laboral.

Así, por una parte tenemos que, según las estadísticas con que se cuenta, de los 617 millones de habitantes de América Latina, 322 millones tienen acceso a Internet, un 52.2%.

Pero que esta cantidad representa sólo el 10.6% de los usuarios que a nivel mundial usan Internet.

Está solo un punto por arriba de África, cuyas cifras son dramáticas en todos los aspectos.

Menos de la cuarta parte de los africanos puede conectarse a Internet, y su participación a nivel mundial llega apenas al 9%.

Digitalización.
Imagen: Pinterest.

El porcentaje de latinoamericanos conectados es significativamente menor que el de los europeos; y no se diga respecto a los norteamericanos. Y se halla por debajo de los ciudadanos de la zona de Oceanía.

En el caso de Europa la cobertura de Internet rebasa el 70% de los habitantes, mientras que en Oceanía llega al 72%.

La cifra más alta la tiene, desde luego, Estados Unidos y Canadá, en cuyos territorios prácticamente el 87% de sus ciudadanos accede a Internet sin ningún problema.  

Este modelo, claramente desigual, se repite a su manera. Como si fuera un espejo macabro, cada nación, por bajo que sea su índice de acceso a Internet.

Por otro lado, la manera en que se han modificado apenas en un puñado de años las competencias da cuenta una era caracterizada por un presente reducido a una fracción de vida hacia otro presente que emerge tan rápido como de nuevo es suplido por otro presente.

De acuerdo con el World Economic Forum, en 2015, las diez competencias o habilidades laborales y personales que tenían mayor valor social y laboral, que eran las más apreciadas era:

  • 1. Resolución de problemas;
  • 2. Coordinación con los demás;
  • 3. Gestión de personas;
  • 4. Pensamiento crítico;
  • 5. Negociación;
  • 6. Control de calidad;
  • 7. Orientación a servicio;
  • 8. Toma de decisiones;
  • 9. Escucha activa; y,
  • 10. Creatividad.

Media década después, algunas de estas habilidades o competencias han cambiado de lugar y otras han dejado su lugar a las necesidades de un mundo que se desplaza incesantemente.

Competencias.
Imagen: Cegos.

Para este 2020, el mismo World Economic Forum presenta las siguientes modificaciones con respecto al de 2015:

  • 1.Como habilidad número más preciada se mantiene la Resolución de problemas;
  • 2. La Coordinación con los demás, segunda en 2015, pasa la 5ª posición, para 2020;
  • 3. Gestión de personas cae del tercero al cuarto sitio;
  • 4. Pensamiento crítico pasa del cuarto lugar al segundo;
  • 5. Negociación cae del quinto al noveno puesto;
  • 6. Control de calidad desaparece, y emerge una nueva categoría: inteligencia emocional;
  • 7. Orientación cae del séptimo al octavo sitio;
  • 8. Toma de decisiones sube del octavo al séptimo lugar;
  • 9. Escucha Activa; desaparece y aparece una categoría nombrada flexibilidad cognitiva.
  • 10. En el cambio que representa el mayor y más radical cambio de concepción, se presentará: Creatividad, que en 2015 fue colocada en el lugar décimo.

De modo pues que Creatividad, cinco años después, se halla solo por debajo de resolución de problemas y pensamiento crítico.

Hoy, está claro, carecer de conectividad es no solo faltar a un derecho humano elemental, sino colocar a las y los individuos en una situación de vulnerabilidad personal y social que perpetuará sus condiciones de pobreza.

Redes.
Ilustración: C. Manuel.

Mas, está claro también, que la conectividad es una condición indispensable, pero no suficiente.

No hay ninguna duda, pues, de la centralidad de los dos ejes sobre los que trabaja AlfabetizaDigital: inclusión y fomento de las creatividades digitales.

Constituyen el detonador que ha de acompañar a la conectividad hacia una nueva agenda tecnológica que sirva a mejorar las condiciones de vida, material y cultural, de las personas.

Sólo así, Resolución de problemas, Pensamiento crítico y Creatividad, las tres habilidades para el mundo de un futuro que ya está aquí, serán una realidad para los más amplios sectores de toda sociedad.

Seamos capaces, pues de sembrar y navegar bajo la mirada al futuro de aquel Jano, sin desentendernos del pasado.

La agenda 2030 de la ONU y la preservación del medio ambiente

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Poco antes de la suscripción del Acuerdo Climático de París de 2015, se aprobó la Agenda 2030 de Naciones Unidas que consta de 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) y 169 metas.

Los Objetivos de Desarrollo Sostenible van desde poner fin a la pobreza, lograr erradicar el hambre, y comprenden la salud y el bienestar; educación de calidad; igualdad de género; agua limpia y saneamiento; energía asequible y no contaminante; trabajo decente y crecimiento económico; industria, innovación e infraestructura; reducción de las desigualdades; ciudades y comunidades sostenibles; producción y consumo responsables; acción por el clima; vida submarina; vida de ecosistemas terrestres; paz, justicia e instituciones sólidas y alianzas para lograr los objetivos.

ODS
Imagen: ExpokNews.

Se trata de salvar el planeta, nuestro hogar común, para que todos vivamos mejor, procurando que nadie se quede atrás. Esto es, de erradicar la pobreza y el hambre, así como reducir drásticamente las desigualdades. Sin embargo, de los aspectos declarativos a la implementación de los 17 ODS, hay un buen número de dificultades y contradicciones. La declaración sobre la Agenda 2030 sostiene que: contemplemos un mundo en el que el desarrollo y la aplicación de las tecnologías respeten el clima y la biodiversidad y sean resilientes; un mundo en el que la humanidad viva en armonía con la naturaleza y se protejan la flora y fauna silvestres y otras especies de seres vivos.

Para ello es necesario revisar que los ODS armonicen entre sí. Entre los 17 ODS hay tres de carácter ambiental: el objetivo 13 habla de combatir el Cambio Climático; el 14, conservar y usar de manera sostenible los océanos; y el 15, proteger y promover el uso sostenible de los ecosistemas terrestres, luchar contra la desertificación, la degradación de las tierras y la pérdida de la biodiversidad. Así, de los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible de la Agenda 2030, los ODS del 1 al 11, son de carácter socioeconómico. El ODS 12 se ocupa del consumo y la producción sostenibles y del 13 al 15 son objetivos medioambientales. El ODS 16 trata sobre la paz, la justicia e instituciones fuertes y el 17 de las alianzas durante el proceso.

Sin embargo, la Agenda 2030 no reconoce que si la consecución de los once objetivos sociales y económicos se basa en estrategias de crecimiento convencionales, esto implicaría que es prácticamente imposible aunque sólo sea de forma parcial reducir la velocidad del calentamiento global, detener la sobrepesca en los océanos o la degradación de la tierra así como la pérdida de la biodiversidad. Esto es, si no hay cambios importantes en la forma en la que se define o supervisa la economía, existen enormes contradicciones entre los ODS socioeconómicos y los ambientales. Tanto los países ricos como los países pobres contaminan el ambiente y degradan la naturaleza, por muy diferentes motivos, Chancel y Piketty observaron que los tres millones de estadounidenses más ricos producen per cápita una media al año de 318 toneladas de emisiones de CO2 mientras que la media mundial por persona ronda las 6 toneladas. Piketty agrega que el 1 por ciento de los estadounidenses más ricos produce alrededor del 2.5 por ciento de los gases de efecto invernadero mundiales. Además, el 10 por ciento de los hogares más ricos del mundo contribuye con el 45 por ciento de las emisiones totales. Para Piketty los hábitos que se deben cambiar son principalmente los de los ricos. Por otra parte, en forma por demás entendible, los países en vías de desarrollo priorizan los ODS socioeconómicos: la erradicación de la pobreza, la seguridad alimentaria, la salud, la educación y el empleo, lo cual es realmente muy positivo. Sin embargo, multipliquemos este esfuerzo por casi 7,700 millones de personas actuales; los 9,000 millones en menos de veinte años y los quizás 11,200 millones de personas que existan hacia finales del siglo XXI. En suma, estas nobles metas hay que lograrlas sin degradar el medio ambiente.

Sobrepoblación.
Ilustración Ángel Boligán.

Desde una perspectiva declarativa, la ONU conviene que los 17 ODS deben ser considerados como una entidad indivisible. Pero incluso entre los objetivos socioeconómicos (del 1 al 11) hay importantes contradicciones. Arjen Hoekstra señala que alcanzar la seguridad alimentaria (objetivo 2) entra en conflicto con la disponibilidad de suficiente agua para todas la personas. En suma, los objetivos relacionados con el bienestar de la población dependen de un uso muy cuidadoso de los recursos naturales.

En un estudio reciente Jeffrey Sachs presenta una evaluación cuantitativa de la consecución de los ODS. Los diez países que más han avanzado en la instrumentación de los ODS son europeos: Suecia, Dinamarca, Noruega, Finlandia, Suiza, Alemania, Austria, Holanda, Islandia y el Reino Unido. En tanto que Estados Unidos ocupa el lugar 25, China el 76 y la India el 110. Los últimos diez países son casi todos de África.

ODS
Imagen: Freepik.

En las consideraciones de Sachs, se señala que los países con mejores puntuaciones en los ODS están estrechamente vinculados con el crecimiento convencional que incluye huellas ecológicas desmesuradas. La huella ecológica de un país, estimada anualmente por Global Footprint Network mide el área necesaria para producir los bienes y servicios que consume la población. Este valor es mucho mayor para los países con un elevado nivel de vida. Sachs muestra una paradoja oculta: si todos los países alcanzarán los once o doce ODS socioeconómicos, es de esperar que la huella ecológica promedio asciende de 4 a 10 hectáreas por persona. Esto quiere decir que para los casi 7,700 millones de personas actuales necesitaríamos entre dos y cinco planetas del tamaño de la Tierra.

Otro dato muy preocupante es el Día de la Deuda Ecológica, esto es, el día a partir del cual el consumo de recursos naturales excede la capacidad de la Tierra para regenerar dichos recursos ese mismo año. En 1970, ese día se situaba todavía a finales de diciembre; en 2007, fue el 2 de agosto y se espera que para 2030 se adelante a junio. En suma, del análisis sobre la Agenda 2030 se infiere que el planeta no puede permitirse perseguir por separado estos 17 ODS. Para abordar los objetivos socio-económicos y político-ecológicos en su conjunto, es indispensable diseñar una política coherente. Esto conlleva a revisar a fondo los planteamientos del desarrollo tecnológico, económico y político a nivel mundial.

El riesgo de tener instituciones débiles

Lectura: 3 minutosLas instituciones son fundamentales en la vida de las sociedades, son un invento de los seres humanos para desarrollar y homologar los beneficios que deben recibir las personas.

Las primeras instituciones surgen en Mesopotamia a partir del s. V a.C. y tienen que ver con temas que siguen vigentes en la actualidad, como: el Estado, la iglesia, el ejército, el comercio y el orden social. Si nos damos cuenta, desde los orígenes de las sociedades constituidas, hasta los momentos actuales, con transiciones, cambios de forma y pensamiento, diversos enfoques, etc., estos siguen siendo los grandes temas sociales.

Las instituciones surgen para garantizar, mejorar, coadyuvar e incrementar los niveles de bienestar, seguridad y equidad de las sociedades; es en este punto que debemos hacer una pausa; cuando hablamos de la sociedad, hablamos de las personas, hablamos de usted, de su vecino, de su compañero de trabajo, de quien va compartiendo el transporte público, de cada uno de nosotros, es por eso que las instituciones son importantes, porque han sido creadas para nuestra seguridad, beneficio y bienestar.

Las instituciones buscan el bien mayor, lograr una mayor cobertura de seguridad y beneficio posible, poniendo especial atención en los grupos vulnerables. No todas las normas o reglas que rigen las instituciones benefician en igual forma a todos, inclusive puede ser que algunas instituciones o normas no formen parte de nuestra manera de ver las cosas, sin embargo, debemos entender para qué fueron creadas y qué beneficios derraman a la sociedad.

Sociedad.
Ilustración: Freepik.

Por lo anterior podemos pensar que las instituciones fuertes ayudan a crear sociedades más sólidas, contribuyen a fomentar el desarrollo, el bienestar, el crecimiento, protegen a los menos favorecidos. Las instituciones fuertes logran sociedades evolutivas, estables, sanas. Es por lo que debilitarlas son uno de los más grandes riesgos que puede afrontar una sociedad.

Desconocer, minimizar, ridiculizar a las instituciones, resulta peligroso para las sociedades, ellas son nuestros aliados para garantizar el bienestar y la seguridad de muchos de nuestros derechos como personas y parece que atacarlas se ha vuelto una forma de liberarse de una carga, nada más equivocado, eso nos condena a todos.

Si las instituciones son tan valiosas, ¿por qué fallan? ¿Por qué restarles valor? ¿Por qué no engrandecerlas?

La respuesta es muy sencilla y tiene que ver con su valor, instituciones poderosas ayudan a contener actos de autoridad individual fuera de la norma e institucionalidad, en otras palabras, instituciones poderosas contienen actos de naturaleza autocrática e instituciones débiles permiten actos autoritarios.

Si las instituciones se debilitan o desaparecen quedamos a la merced de la voluntad, de la fuerza y de la autoridad sin freno; la sociedad pierde lo que construye con tanto esfuerzo, sacrificio y, en mucho casos, violencia de por medio; perder un poco de su influencia significa la pérdida del esfuerzo de antepasados revolucionarios, filósofos, pensadores y todas aquellas personas que tratan de crear sociedades mejores y más justas.

Instituciones.
Ilustración: Freepik.

Como sociedad es nuestra responsabilidad fortalecer a las instituciones, exigirles que cumplan su cometido, defender su existencia y evitar que se vuelvan rehenes de voluntades e intereses particulares.

Nada justifica perderlas o debilitarlas, ningún acto o persona excusa que dejen de actuar, funcionar y cumplir su cometido. Pensar esto es un gran engaño y un discurso sin sentido. El sentimiento de destruir una institución sólo refleja ignorancia y temor.

Debemos evolucionar como sociedad, por eso tenemos que conseguir que el número de instituciones de calidad aumente, y con ello nuestra sociedad se desarrolle.

Las instituciones no fallan más que por actos de interés individual en su concepción, su desarrollo, o su ejercicio, así que quienes fallan son los individuos por actos egoístas que las corrompen.

Como sociedad debemos unirnos para mantenerlas y cuidarlas.