Guía Bioética

Polémica con la Guía Bioética para COVID-19

Lectura: 5 minutos

Mi nota sobre el triage de los enfermos con COVID-19 que requieren ingresar a ser atendidos en las Unidades de Cuidados Intensivos, escrita la semana pasada, suscitó una mayor respuesta a la que habitualmente ocurre con mis escritos en esta columna. Hubo quien se manifestó de acuerdo con la postura que mostré ante la Guía Bioética de Asignación de Recursos de Medicina Crítica, emitida por el Consejo de Salubridad General, hubo quien francamente se manifestó en contra incluso mencionándome que no había yo comprendido la importancia del documento y su aplicación ante la epidemia que afrontamos, y la carencia que seguramente tendremos de instalaciones para atender a los pacientes gravemente enfermos. Alguno de mis lectores –un brillante infectólogo– me dijo que probablemente no la había yo leído. Un amigo –un destacado intensivista– me comentó que había sido yo muy light ante mis críticas. Aunque me parece que una de las críticas fue especialmente dura. Todo me dejó preocupado; por ello leí nuevamente la guía y recapacité sobre ella.

En el transcurso de esta semana mi preocupación fue disminuyendo porque vi aparecer en diferentes sitios opiniones dispares acerca de la Guía Bioética. Voy a comentar cuatro de ellas. El día 18 apareció una nota en El Universal en que Jorge Salas y David Kershenobich, lamentaban que la guía no hubiera sido comprendida y aceptada porque resultaba un auxiliar valioso para el manejo de los pacientes con COVID-19 y los recursos para atenderlos. Jorge Salas es un distinguido neumólogo, que se ha destacado por su ejercicio ante los pacientes, su interés por la enseñanza de nuevas generaciones y sus aportaciones en el campo de la investigación, es actualmente el director del Instituto Nacional de Enfermedades Respiratorias (INER).

David Kershenobich, por su parte, es un médico todo terreno con una carrera muy larga y destacada en muchos ámbitos, ha sido un brillante gastroenterólogo y hepatólogo, teniendo a su cargo un servicio en el que se han atendido muchísimos enfermos y formado varias generaciones de valiosos profesionales. Su participación en la investigación es muy destacada, es SIN III desde hace muchos años, ha tenido varias responsabilidades, algunas muy altas como Secretario del Consejo de Salubridad general, todo sin haber dejado de atender a sus pacientes en la esfera pública y privada. Entre las distinciones que ha recibido baste con mencionar que es Doctor Honoris Causa de la UNAM, y es quien dirige actualmente el Instituto Nacional de Ciencias Médicas y de la Nutrición.

Por eso, lo anterior mencionado por dos tan distinguidos profesionales que, además, dirigen dos hospitales que encabezan la atención de pacientes con COVID-19, mueve a la reflexión.

Como contraparte, el Dr. Manuel Ruiz de Chávez renunció a su encargo como Comisionado de la Comisión Nacional de Bioética porque se manifestó en desacuerdo con la emisión de la Guía; la Comisión es un organismo no gubernamental del Estado mexicano, que goza de plena capacidad de independencia funcional, operativa y financiera para el análisis, discusión y difusión de diversos aspectos bioéticos.

Manuel Ruiz de Chavez
Manuel Hugo Ruiz de Chávez Guerrero, MD. Comisionado Nacional de Bioética de la Secretaría de Salud Federal.

El Dr. Enrique Graue también manifestó estar en desacuerdo con la publicación de la Guía. El Dr. Graue es miembro del Consejo de Salubridad General en su calidad de Rector de la UNAM, pero su opinión debe tomarse muy en cuenta porque tiene una larga trayectoria como médico, oftalmólogo, exitosa tanto en el área pública como privada, además de su destacada participación docente en la que ha llegado a ser Jefe de la División de Estudios de Posgrado, Director de la Facultad de Medicina y Rector de la UNAM.

Arnoldo Kraus publicó en su nota semanal en El Universal, el día 19 de abril, su opinión acerca de la Guía; con su enorme capacidad para escribir hace una crítica irónica –otra de sus características– respecto a la selección de pacientes de acuerdo a su edad, y en la que emite los conflictos éticos en que puede caerse. Termina haciendo una crítica severa al sistema de Salud. Kraus es miembro destacado del Colegio de Bioética y, si no me equivoco, fundador, entre otros, con Ruy Pérez Tamayo; a esta Asociación Civil pertenecen todos los que firman la Guía Bioética. El Colegio fue fundado para la discusión, análisis, difusión, crítica de la Bioética desde el punto de vista de la Sociedad Civil.

Por último comentaré que el Dr. José Ignacio Santos, Secretario del Consejo de Salubridad General, mantuvo su posición ante la utilidad y validez de la Guía.

Para finalizar, quiero compartir con ustedes las reflexiones que he hecho. Primero, me parece que el Consejo de Salubridad General no debió elaborar una Guía Bioética para el manejo de los recursos necesarios para la atención de enfermos con COVID-19, porque al hacerlo la convirtió en norma, hay que tomar en cuenta que desde el punto de vista jerárquico el secretario del Consejo es la segunda autoridad sanitaria del país; sólo por debajo del Secretario de Salud. Emitir normas bioéticas desde el gobierno resulta complicado y siempre controversial y en todo caso debe emitir normas de funcionamiento o ejercicio.

Segundo, para emitir la Guía se rodeó –y por qué no decirlo–, se bastó de expertos reconocidos en el área bioética, para emitir una norma operativa, con repercusiones pragmáticas fundamentales, no se rodeó de expertos en el tratamiento de los enfermos. Para el Consejo hubiera sido simple reunir, son parte de su cuerpo la Academia Nacional de Medicina y la Academia Mexicana de Cirugía donde existen intensivistas, neumólogos, internistas, urgenciólogos, que pudieron aportar opiniones valiosas, toda vez que al final se discute la distribución pragmática de recursos, probablemente, insuficientes para atender a los enfermos. También pudieron llamar.

Para mí, la mayor carencia de la Guía consiste en la despersonalización que se hace de los pacientes y de las decisiones en la distribución de los recursos para atenderlos. Ésta propone la creación de un comité de expertos que a distancia decidirá si perengano tiene prioridad sobre mengano para ingresar a cuidados intensivos, para utilizar o no ventilación mecánica e incluso cuando este recurso debe ser retirado, todo con los datos que se les envíen, por eso me quedan dudas si su capacidad de respuesta es en tiempo; aducen que de esta manera se evitarán sesgos de parte de los médicos tratantes y se les quitará estrés al no ser ellos quien decidan.

Sin embargo, al haber, entre los firmantes de la Guía, muy pocos médicos con experiencia operativa ante los enfermos, quizá sólo dos; se olvida que los médicos han (hemos) estado acostumbrados a tomar decisiones en la distribución de los posibilidades. Los recursos siempre son insuficientes, quizá no tanto como se prevé que lo serán, pero tenemos el compromiso de hacerlo siempre en beneficio de los pacientes. Pensar que esto se logrará mejor a distancia y de forma despersonalizada, es dudar de la honorabilidad y profesionalidad de los médicos quienes tienen toda la responsabilidad de brindar los cuidados necesarios y la atención, esa sí, personalizada de los pacientes.

Estoy seguro que los médicos al frente de los cuidados de los enfermos con COVID-19 están comprometidos con la mejor atención de los enfermos y la justa distribución de los recursos.


También te puede interesar: ¿Qué será lo correcto?