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Recuerdo y futuro

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Poco a poco, con asistencia limitada se empiezan a celebrar festejos en varias partes del mundo y se anuncian corridas –dependiendo de las condiciones futuras– hacia abril y mayo con carteles de tronío, como es el caso de Sevilla.

En México, en Huamantla, Tlaxcala, se ungieron triunfadores Jorge Sotelo y Calita con toros de Coyotepec y de Zacatepec, respectivamente, el fin de la semana pasada. El lunes 1 de marzo en Apizaco, un muy buen encierro de José Arturo Huerta propició el triunfo de Sergio Flores, Luis David y Diego Silveti. Los dos primeros ungidos en hombros en función de los trofeos conseguidos en el festejo.

Así se mueve el cotarro y eso es positivo, aunque el impacto de la pandemia en el mundo taurino, además lo que venimos arrastrando antes de ella, lo veremos en los próximos años.

Mientras tanto, los recuerdos nos nutren, y curiosamente el 16 de febrero de este año pasé por una cirugía y recordé en mi camino al quirófano que, en esa misma fecha en 1946, Silverio Pérez en mano a mano con Manolete, obtuvo por una gran faena a Barba Azul de Torrecilla, el primer rabo que se otorgó en La México.

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Imagen: México en Fotos.

No había nacido cuando aquel día –pero sí el mismo día el 16 de febrero de 1975–, fecha en que el toro Bermejo de Xajay le propinó una cornada pavorosa al valiente diestro Antonio Lomelín, cuando en los medios del ruedo citó al astado para ejecutar un par al quiebro.

La plaza quedó estupefacta al ver al torero tomarse los intestinos y encaminarse a la enfermería de La México, donde lo atendió el doctor Campos Licastro y su equipo. Posteriormente, el doctor Hernán Cristerna, famoso gastroenterólogo, lo atendió para que reapareciera alrededor de dos meses más tarde, el 20 de abril, en Durango.

Toño era un torero muy arriesgado, ya había pasado por una cornada semejante en Tijuana en el segundo tercio, pero siguió en la brega por dar una gran tarde de muestra. En los ochenta en mano a mano con Manolo Martínez recibió los máximos trofeos de Luna Roja de Xajay, ganadería que, por cierto, es la que mayor número de toros ha lidiado en La México en sus 75 años de historia.

El español Antonio José Galán el 16 de febrero de 1975, tuvo que matar cinco toros. El primero de Lomelín y en el primero de su lote cumplió. En su segundo recibió aplausos. En el tercero, pitos. En el cuarto fue ovacionado con el capote, faena por naturales y derechazos, rematados por el de pecho y el de la firma. Media estocada. Una oreja y vuelta con el ganadero. En el último salió del paso, en lugar de Rafaelillo, quien sufrió una cornada. Rafaelillo en el tercero fue ovacionado con el capote, llevando a cabo una magnífica faena de muleta y, entre ovaciones, media estocada. Una oreja.

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Antonio José Galán Casero, toreo español (Imagen: Getty Images).

El traje de aquella infausta tarde quedó en manos de quien recientemente se fue a la Gloria y gran amigo de Toño, Gonzalo Martínez.

Toño siguió su trayectoria hasta 1996. Ese año, el 18 de febrero, se despidió triunfalmente con Segador de Rancho Seco en La México. Su apoderado por mucho tiempo fue el gran torero Rovira, quien lo acompañó en sus tardes aciagas y de triunfo. Fue un ejemplo de pundonor.

Espero como Toño recuperarme bien, y deseo que el movimiento y la vacunación nos lleve pronto a que nuestra querida fiesta siga adelante. ¡Un abrazo y muchos recuerdos!


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Los primeros 50: escalafón de La Plaza México en 75 años

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En 75 años de historia de La Plaza México, es imposible designar al torero más importante de ese tramo y por ello acudo a los números de actuaciones que reflejan el interés del cónclave y en ese escalafón en los primeros 50; el número uno es Manolo Martínez con 91, pero además es también el primero en trofeos máximos, con 10 rabos en su trayectoria.

En faenas de dos trofeos Jorge Gutiérrez y Manolo Martínez comparten el primer sitio con 17 veces.

Las cifras fueron calculadas gracias al trabajo acucioso de quien fuera presidente de Bibliófilos Taurinos de México –a la que orgullosamente pertenecí y estoy en sabático–, Humberto Ruíz Prado; hijo de mi querido Humberto Ruíz Quiroz y en gran parte al trabajo estadístico de mi querido tocayo, ya en la Gloria, Luis Ruíz Quiroz, su recordado tío.

Le sigue Jorge Gutiérrez con 86 corridas y protagonista en los noventa de grandes rivalidades principalmente con David Silveti, quien a su vez, con 28 actuaciones ocupa el lugar 27 en el escalafón y en el tercero se ubica Mariano Ramos con 84 corridas, que contendió en esa época con los dos anteriormente mencionados y también en los finales de los setenta y los ochenta, con Manolo, Curro Rivera y Eloy Cavazos, quien con 71 corridas ocupa el séptimo sitio.

En el cuarto sitio se encuentra El Zotoluco con 79 corridas y va por delante de Miguel Espinosa Armillita en el 5, con 78 corridas, y Curro Rivera con 77 corridas ocupa el sexto lugar, siendo el octavo Manolo Mejía quien renació después de la faena de Costurero de Garfias, el jueves 7 de octubre de 1993 –curiosamente actuando con Manuel Capetillo hijo– cuando el papá de Manuel ocupa el lugar 9 y fue denominado como el mejor muletero del mundo. Capetillo padre actuó en 50 festejos.

Los alternantes de Mejía en el jueves taurino lo fueron; además de Capetillo hijo, el torero a caballo Octavio Sánchez y Germán Garza.

El primero en el escalafón entre los toreros españoles es Enrique Ponce con 49 corridas y ocupando el lugar número 10 en La Plaza México.

El queridísimo Capea ocupa el 16 con 38 corridas, mismas que Manolo Arruza.

El Juli va en el 23 con 31 corridas; Manolo Dos Santos, el Lobo Portugués en 43 con 23; Sebastián Castella con 23 en el lugar 41, mismas que Juan Silveti; sorpresivamente el año pasado anunció su retiro de los ruedos el francés.

Eulalio López "Zotoluco"
Eulalio López “Zotoluco” (Fotografía: Plaza México).

En el 47 con 21 actuaciones Morante de la Puebla, mismas que Diego Silveti y Polo Casasola, El Conde y Alfredo Gutiérrez.

Manolete actúo tardes en La México, 9 ocasiones entre 1946 y 1947, la última el 2 de febrero de 1947 al lado de Silverio y en la despedida de los ruedos de David Liceaga con toros de Coaxamalucan (Tlaxcala).

Uno de los toreros españoles consentido de México, Paco Camino, alcanzó 10 corridas entre los sesenta y los setenta, siendo la última con Manolo y Eloy con toros de San Miguel de Mimiahuapan (Tlaxcala), el 1 de abril de 1978, y no ocupa un sitio entre los primeros cincuenta.

En resumen, entre los 50 que más han actuado en La México solamente seis son extranjeros; cuatro españoles, un francés y un portugués.

En rabos, el número uno entre los matadores a pie foráneos, es El Capea con tres.

El primero en los de a caballo, mexicanos y extranjeros, es Pablo Hermoso de Mendoza con cuatro.

Pablo Hermoso de Mendoza
Pablo Hermoso de Mendoza (Fotografía: El Sol de Toluca).

Los números son fríos y se pudieran aderezar con el número de trofeos que lograron, sin embargo, sirvan de base para que cada uno saque sus conclusiones, entendiendo que en gustos se rompen géneros y dependen de la época. Por ejemplo, la rivalidad del toreo de angustia, de Antonio Velázquez y Rafael Rodríguez en los cincuenta, llevó a Rafael al onceavo sitio en número de actuaciones con 47 y a Toño al lugar 18 con 35.

Alguna vez que entrevisté a Joselito Huerta en el cincuentenario de la Monumental y con el celo que tienen las figuras, cuando enfaticé que Manolo consiguió 10 rabos en su historia, comentó: “yo 8, pero con la mitad de festejos que Martínez”, Joselito ocupa el lugar 13 con 42 corridas, por cierto, un lugar arriba de Antonio Lomelín, con 40.

Eloy y Joselito comparten número de rabos en la espuerta.

Números que ubican, pero prefiero en lugar de inducir el que cada uno opine, aunque los del uno en el escalafón: Manolo Martínez; quien revela lo mucho que en La México representó para sus leales y todavía algunos le gritan “¡Manolo, Manolo y ya!”. Grito de guerra, que, al segundo del escalafón, Jorge Gutiérrez, alguna vez también lo auparon.

Sirvan pues las cifras puntuales de Humberto Ruíz Prado a los aficionados al toreo y agradecerle la atención de compartir tan valioso trabajo.


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El Toreo de la Condesa

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Celebramos el Aniversario de Platino de la inauguración de La México y con tres emotivos videos se significó la fecha del 5 de febrero, por parte de la empresa en los que las imágenes nos transportaron a su historia en espera de que, con el transcurrir del tiempo y sin pandemia de por medio, se abran sus puertas.

Y aprovecho el momento recordando que por aquellos días cerró sus puertas el Toreo de la Condesa, mismo que se ubicaba en donde hoy se encuentra El Palacio de Hierro Durango.

La estructura metálica del coso se trasladó a Cuatro Caminos en el Estado de México y hace algunos años desapareció la plaza, con lo que se cerró un capítulo importante de la tauromaquia mexicana.

Por unos meses, hace 75 años convivieron en la Ciudad de México dos plazas que tantos recuerdos nos provocan al evocar su memoria.

El 31 de agosto de 1946, empezaron los trabajos de demolición del coso de la Condesa –que en 1907 había sido inaugurado– y en cuyo ruedo se tejieron muchas faenas que han llegado a nuestros días a través de imágenes y textos, como el monumental trabajo de Guillermo E. Padilla.

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Albañiles trabajando en la demolición del Toreo de la Condesa (Imagen: Mediateca INAH).

Una de las tardes más mencionadas por quienes la vivieron, fue la celebrada el 17 de febrero de 1946 y en la que alternaron Manolete, Pepe Luis Vázquez y Luis Procuna; con un extraordinario encierro tlaxcalteca de Coaxamalucan.

Manolete con el segundo de su lote de nombre Platino, realizó una faena estrujante y culminó con la suerte suprema de su trasteo, recibiendo los máximos trofeos, que en aquella época eran una oreja y un rabo.

El sevillano Pepe Luis Vázquez no se quedó atrás y como escribe Don Guillermo: “hizo poemas con el capote y la muleta entre el delirio de toda la plaza”. Rotundo en la suerte suprema, recibió los máximos trofeos.

Luis Procuna con Cilindrero prendió la mecha a su estilo, en el que toreó por alto; ése era su sello, estructuró una faena preciosa de capote y muleta, bien rematada con la suerte suprema, con máximos trofeos.

El esplendoroso conjunto valió para que con los integrantes del cartel y el ganadero Felipe González dieran varias vueltas al ruedo, con el cariño del público, y quien sabía que en unos meses más cerraría sus puertas uno de los cosos más entrañables y memorables de nuestra capital.

El adiós se concretó el domingo 19 de mayo de 1946 y los alternantes fueron Andrés Blando, mi padrino de bautismo Edmundo Cepeda y Miguel López El Colombiano; con toros de San Diego de los padres propiedad en aquella época de Juan de Dios Barbabosa y su hijo el doctor Agustín.

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Imagen: Mediateca INAH.

La presencia de Rodolfo Gaona fue recibida con el coro de ¡Torero, torero! Provocando una vuelta al ruedo entre el cariño del emocionado conclave, quienes daban el adiós al recinto.

Samuel Solís actuó en la inauguración del coso en 1907 y fue anunciado como fin del festejo con un becerro de Heriberto Rodríguez; al terminar su lidia muchos de los presentes derramaron lágrimas y abandonaron el coso, relata Don Guillermo, nostálgicos y melancólicos.

Así concluyó la historia del Toreo de la Condesa, dando pasó a La México con ahora 75 años de existencia, que pronto se dice, abarca muchos momentos de la historia personal y colectiva de nuestra capital.

Y para cerrar me preguntan quién fue el primer torero en ungirse matador de toros en el coso monumental, y tal honor con merecimiento le correspondió a José Luis Vázquez, el 23 de noviembre de 1947 con un toro de Lorenzo Garza procedencia San Mateo.

El padrino del potosino fue El Espartero y el testigo, Ricardo Balderas; asimismo recordemos que Pepe Luis –quien también fue juez de plaza posteriormente– sería el primer novillero en obtener un rabo en La México.

Ya vendrán tiempos mejores, pero por lo pronto recordar es vivir y la memoria taurina nos ayuda a tener presente lo que aconteció hace 75 años en nuestra capital, con el cierre y apertura de dos cosos que en conjunto y por más de un siglo han sido escenario de grandes instantes de arte efímero que es el toreo.


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LXXV Aniversario de la Plaza México

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El pasado viernes 5 de febrero se cumplieron 75 años de la inauguración de la Plaza México, esta vez no se pudo conmemorar como es debido y como se acostumbra, con una brillante corrida de toros. La pandemia del Covid lo impidió. Muy lamentable como todo lo que ha sucedido alrededor de la crisis ocasionada por la propagación de este virus. Las consecuencias económicas, sociales, pero sobre todo, las sanitarias, han sido terribles y todos estamos aun en espera que se vayan solucionando.

En 1946, en la corrida inaugural alternaron Luis Castro “El Soldado”, Manuel Rodríguez “Manolete” y Luis Procuna, con toros de San Mateo, la plaza se llenó hasta el reloj y fue un acontecimiento en todos los sentidos, especialmente en el taurino, resultando Manolete el triunfador; quien cortó una oreja al segundo de la tarde, aunque Luis Procuna también cortó un apéndice al tercer. La siguiente corrida se llevó a cabo el 16 de febrero y fue un mano a mano entre Manolete y Silverio Pérez; aunque el de Córdoba obtuvo un trofeo cortado al segundo de la tarde, Silverio cortó orejas y rabo al primero de la tarde como todos de Torrecilla y que se llamó Barba Azul. La plaza no se llenó y quizá ahí empezó el reto de llenar la plaza cada tarde; la tercera corrida se hizo el 25 de febrero, estando programados, Manolete, Luis Procuna y Rafael Perea El Boni, quien fue el primer torero en recibir la alternativa en la Plaza de Insurgentes, toros nuevamente de Torrecillas, nada digno de escribir a casa.

El 9 de marzo se cerró la breve temporada inaugural con Joaquín Rodríguez Ortega Cagancho, El Soldado y Luis Procuna, y entre el viento, los toros que no quisieron y los toreros que no pudieron, acabó la tarde. Así sucedió la breve temporada inaugural. Al tiempo que empezaba la historia de la plaza más grande de América, la más importante y la que da y quita aquí y allá. En esta primera temporada participaron dos de los toreros españoles “consentidos” en México, Manolete y Cagancho, aunque han venido casi todas las figuras españolas, francesas, portuguesas y de otros países, no muchos pueden ser considerados como “consentidos”, por ejemplo, Paco Camino, El Capea, Ponce y pronto lo será Ferrera. No muchos más.

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Joaquín Rodríguez Ortega Cagancho, torero español (1903-1984) (Imagen: De luz y sombra).

Yo empecé a ir pronto a la plaza, en el año 58 o 59 del siglo pasado, viejos tiempos en los que dos niños, mi amigo Raúl y yo, podíamos ir solos al fut y a los toros. 

No recordaba ninguna corrida especial para el XXV Aniversario de la inauguración y, al revisar, efectivamente nada sucedió, incluso no hubo corrida el 5 de febrero.

Es Curro Leal en su etapa de empresario (1988-1993 y 2006-2010) quien intenta resaltar el aniversario de la inauguración con una corrida que resultara el clímax de la temporada; él, Herrerías y los que lo han seguido lo consiguieron.

La corrida del L Aniversario constituyó un verdadero acontecimiento, participaron Ramón Serrano como rejoneador (nunca me he explicado porqué) y a pie Jorge Gutiérrez, Manolo Mejía, y Enrique Ponce, con toros de Xajay; lleno hasta el reloj; con ambiente festivo Ponce vistió de tabaco y oro como muchos españoles que participan en las corridas de aniversario en honor a Manolete que lo usó en la inauguración. Todos triunfaron (menos Serrano por supuesto) aunque los tres tuvieron que regalar un toro, por lo que al final se lidiaron diez toros, y resultó un muy brillante festejo. Luego se prepararon otras dos corridas los días 3 y 4 para envolver a la del aniversario y, a pesar de que en la primera los rejoneadores estuvieron muy bien, y en la segunda Miguel Espinosa Armillita triunfó, la corrida de la temporada fue la que se llevó a cabo el 25 de febrero; estuvieron anunciados Eloy Cavazos, José Miguel Arroyo Joselito y Federico Pizarro con toros de la ganadería De Santiago. Joselito realizó una maravillosa faena, suave, pausada y poderosa que empezó con crinolinas y culminó con la muleta por las dos manos y con una estocada bien colocada que mereció las dos orejas y el rabo con clamor del público. Eloy tuvo que regalar un toro al que prácticamente le arrancó las dos orejas para poder salir en volandas con Joselito. Sin duda una de las grandes faenas sucedidas en la plaza. Al año siguiente la corrida de aniversario contó con ellos dos en el cartel y el triunfador indudable fue Eloy.

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Eloy Cavazos, matador mexicano (Imagen: Milenio).

El 5 de febrero de 2020, en víspera de la pandemia, se llevó a cabo la corrida de Aniversario LXXIV con Uriel Moreno El Zapata, Antonio Ferrera, Morante de la Puebla y Octavio García El Payo, todos estuvieron muy bien pero el triunfador fue Ferrera, siendo además el triunfador de la temporada. Con ello y por su participación en la Corrida del Estoque de Oro, lo empezaron a colocar como torero “consentido”. Unos días después se estableció el cierre de los espectáculos que condujo a que la temporada 2020-2021 no se pudiera realizar y por esa razón no se celebró el LXXV Aniversario.

La empresa actual hizo un esfuerzo que me parece loable y culminó con la realización de tres programas que se difundieron por las redes sociales. Los tres muy buenos, el primero me encantó, nos hizo un relato pormenorizado de la construcción de la plaza, aunque conocíamos algunos de los fragmentos, ahora nos pudimos percatar de la magnitud de la obra arquitectónica y de ingeniería, y que la Plaza México es todavía un ejemplo para el mundo. También nos mostraron la corrida inaugural con tres figurones destacándose, y llamaba la atención ver a Silverio en una barrera, aunque a la siguiente corrida triunfó plenamente. En los otros programas la empresa no regala grandes faenas de muchos toreros que han triunfado en La México, muchas son destacadísimas, yo me quedo con una de Curro Rivera, poderoso relajado, fino, brillante, transmitiendo gusto (nótese que es mi torero favorito de todos los tiempos). Por cierto, realiza tres o cuatro veces el circurre, mostrando la belleza del pase, ahora abandonado; ya habrá quien lo resucite. Los programas resultaron un bello esfuerzo digno de agradecer.

Sabemos que varias organizaciones, muchas de ganaderos, están haciendo esfuerzos en esta época de crisis, y espero que al final permitan un retorno triunfal de la tauromaquia.

Desde luego, yo estoy dispuesto a regresar respetando plenamente a todos los que no quieran asistir, a cambio de que nos permitan hacerlo a quienes intentamos disfrutar del espectáculo. Los esfuerzos de diversos grupos viajan por dos caminos, por un lado, están realizando difusión de los aspectos profundamente ecológicos de la fiesta taurina, en la que la corrida es sólo la parte final y destaca el valor de la crianza del toro y todos los aspectos que a su alrededor beneficia, y la otra vertiente, es preparar, cobijando y atendiendo a toreros jóvenes que pudieran ser figuras en el futuro.

Ojalá que todo mejore pronto y que se reparta suerte.


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La Plaza México, aniversario de platino

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En febrero fue inaugurada la plaza de toros más importante del continente americano, la más grande y cómoda del mundo como diría su eslogan.

Contra viento y marea, el proyecto de la Ciudad de los Deportes de Neguib Simón y otros inversionistas –además de levantar un recinto taurino– en su plan se incluía el estadio de futbol –hoy en día casa del Atlante–, boliche, cines, restaurantes, arena de box y lucha, alberca, playa con olas, ferias y exposiciones.

Finalmente, la plaza de toros y el estadio quedan como muestra incuestionable del tesón del empresario yucateco de ascendencia libanesa. Con gran ingenio Modesto Rolland fue el ingeniero capaz de interpretar las ideas de Neguib.

La construcción de La México se inició el 1 de diciembre de 1944, en un sitio donde se ubicaba una ladrillera en la colonia Nochebuena, obra colosal monolítica de concreto premezclado.

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Imagen: Pinterest.

Las estatuas que la adornan de aquella época son diseño del valenciano Alfredo Just, quien contó entre sus ayudantes al genial yucateco Humberto Peraza.

Por aquellos años recién había fallecido Maximino Ávila Camacho –hermano del Presidente de México, Manuel– y en algún momento así se iba a denominar en su honor la Monumental Plaza México, pero prudentemente el homenaje quedó en una calle lateral del contorno.

En el planeta taurino ningún coso tiene cabida para más de cuarenta mil asistentes.

El primer lleno no fue de personas, sino de costales de arena para verificar la resistencia del coso y de ese hecho ya se cumplieron 75 años, el 27 de enero, y la primera vuelta al ruedo la pegó el arzobispo Luis María Martínez, cuando bendijo con agua bendita el ruedo y, por aquellos días, él comentó: “que conste que yo di la primera vuelta al ruedo”.

La primera corrida se celebró el martes 5 de febrero de 1946 con Luis Castro “El Soldado”, Manuel Rodríguez “Manolete” y Luis Procuna, con toros de San Mateo, propiedad por aquellos años de Antonio Llaguno –hoy en día propiedad de Nacho García Villaseñor–, y contra la costumbre de empezar puntual, por el tumultuoso lleno, ese día la corrida empezó minutos más tarde.

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Imagen: Horatio Tacuba.

El primer toro fue el número 33, “Jardinero” que le correspondió a Luis CastroEl Soldado”; el primer capotazo lo pegó El Chato Guzmán, peón de la cuadrilla del matador, así como el primer par de banderillas y el primer puyazo corrió a cargo de José Noriega “El Cubano”. El primer trofeo lo conquistó Manolete, con el segundo toro de la tarde llamado “Fresnillo”, y Luis Procuna fue el primer mexicano en llevarse un trofeo, con el tercer ejemplar de nombre “Gavioto”.

El primer rabo lo consiguió días más tarde Silverio Pérez el 16 de febrero de 1946, en la segunda de las cuatro corridas de las que constó el serial inaugural. En esa fecha actuó mano a mano con Manolete, y el texcocano obtuvo la oreja y un rabo de Barba Azul de Torrecilla. Por cierto, el 13 de marzo de 1949 cambió el reglamento taurino capitalino y, desde entonces, los máximos trofeos son dos orejas y rabo.

Los empresarios actuales del coso son el licenciado Alberto Baillères y el arquitecto Javier Sordo –Don Alberto varias veces lo ha sido exitosamente en su historia–; los propietarios son los herederos de Moisés Cosío, quien después de la primera temporada de novilladas la adquirió.

Virtualmente a través de su página, La México celebra su aniversario ante la imposibilidad de hacerlo en vivo como hubiéramos deseado.

En esa temporada Pepe Luis Vázquez, torero potosino, ratificó su sitio ganado a ley en la plaza de toros de El Toreo de la Condesa –hoy El Palacio de Hierro Durango–, pues conquistó los máximos trofeos por primera vez en La México –en esa categoría– el 16 de junio de 1946 con un novillo de Atlanga; y en la misma tarde el peruano Isidoro Morales recibió los segundos.

La primera oreja para un novillero en La México se otorgó el 2 de junio de 1946, a Pablo Tapia, de un novillo de Lucas González Rubio.

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Pepe Luis Vázquez, torero mexicano (Imagen: Pureza y Emoción).

Genaro Núñez, director de la banda de música, instituyó desde la época del Toreo de la Condesa, la costumbre de alegrar el paseíllo con el pasodoble “Cielo Andaluz” de Rafael Gascón, acompañado por el ¡Olé! popular, único en el mundo en el desfile de cuadrillas. El maestro Núñez, por cierto, fue quien arregló la versión de “La Macarena” en la que el trompetista solista se pone a prueba y nos llena de euforia su interpretación.

Recuerdos hay muchos y más cuando se han pasado tantos años en su interior desde niño, viviendo a su público que le ha dado vida a sus localidades. Desafortunadamente, por la pandemia no será posible celebrar –como lo hubiera deseado la empresa– por todo lo alto, el aniversario de platino de su inauguración.

Uno de sus iconos recientemente partió a la Gloria, Gonzalo Martínez de la Fuente, querido amigo quien desde el primer festejo asistió y fue testigo del transcurrir de los 75 años del coso monumental, ocho con ocho.

Le deseamos al coso de Insurgentes –como también se le conoce– muchos más y que cuando sea posible las cuerdas de la emoción y la pasión den rienda suelta a tardes de gloria –y, por qué no, de fracaso–, y que siga siendo el lugar donde se exprese, a través de la tauromaquia, el deseo de vivir de un país acostumbrado a celebrar aun en los momentos más difíciles.

Por sentirlo así, en ella, para los que somos taurinos, respira México.


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Pensando en el futuro del toreo

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En el momento que vivimos tan álgido es importante lo que están haciendo algunas instituciones en aras de mantener vigente las aspiraciones de quienes algún día pretenden ser figuras del toreo. Proyectos como “México busca un torero” de Espectáculos Taurinos de México y la AMTAC con festejos con toros, el más reciente en Aguascalientes con éxito.

En las siguientes semanas se celebrarán los próximos festejos del anterior, en busca de los actuantes de un lugar en próximas corridas de toros a celebrarse, tal vez a partir de febrero, en el formato de los anteriores –literalmente han tomado al toro por los cuernos– y vale la pena encomiar su esfuerzo.

Ahora se anuncia la puesta en marcha del CART en Jalisco y se han anunciado los participantes de México, Ecuador, España, Colombia, Portugal, Perú; quienes en marzo estarán conviviendo en Guadalajara y en el país con la ilusión de lograrse un sitio importante en el toreo.

Futuro de la tauromaquia
Imagen: Infotauro.

Novilleros de diferentes nacionalidades de entre 18 y 25 años de edad asistirán al Centro de Alto Rendimiento, donde vivirán por dos meses en distintas ganaderías, en las cuales tendrán una serie de pruebas buscando su formación personal y profesional.

Recientemente han nombrado a Juan José Padilla su director artístico y me parece un acierto, por las cualidades que ha demostrado el jerezano a lo largo de su carrera y su capacidad, además de comunicar con claridad, sinceridad y elocuencia.

Padilla, cual ave fénix y en contra de la lógica, emergió de sus propias cenizas, luchó con agallas contra la adversidad después de la brutal cornada en Zaragoza en 2011 y soportó con paciencia franciscana las penurias de una dolorosa rehabilitación.

Reapareció en marzo del año siguiente en Olivenza en 2012, para el 16 de diciembre de 2018 cerrar su carrera en La México con el cariño del público, que después de las Golondrinas, le gritó “¡Torero, torero!”. Y le cantó “Cielito Lindo”.

Dejó una lección de fortaleza, de cómo encarar la existencia y cómo sacarle alegría a la vida, en su despedida con el toro “Guitarrista” de Boquilla del Carmen, brindó por el micrófono de la transmisión de televisión a su esposa Lidia, a quien conoció convaleciendo de una grave cornada en 1989, cuando novillero en la femoral y safena, teniendo que dedicarse dos años a repartir pan al estar en dique seco.

Futuro de la tauromaquia
Imagen: La Puente.

Estoy seguro de que tiene las cualidades de liderazgo para encauzar a los prospectos.

Por esto último es atinada su elección, cuando lo he escuchado siempre tiene el entusiasmo propio de quien ama lo que hace y su transmisión a los que empiezan, junto con todos los demás maestros seguramente será de vital importancia en los resultados finales.

Es importante que ambos proyectos caminen positivamente en aras de un futuro que recogerá los frutos, de lo que surgió en medio de una de las crisis más graves de la humanidad. Gran alegría será comunicar sus resultados, así como de otros más que vayan surgiendo con la finalidad de mantener viva la llama encendida del toreo. Enhorabuena.


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En la capital poblana quieren prohibir la Tauromaquia

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En los países en donde se practica el toreo, desde hace siglos, existen quienes despreciando su significado en las tradiciones nacionales, pretenden abolirlo –yendo en contra de muchos aficionados que apreciamos sus valores– con el apoyo de aquellos que, en hacerlo, creen estar en lo correcto.

Tal es el caso de Puebla, en donde –me platican aficionados poblanos– la alcaldesa de Puebla, Claudia Rivera Vivanco, intenta presentar una iniciativa en las próximas semanas, misma que pretende se autorice prohibir en la capital poblana los festejos taurinos, después de siglos de ser un importante enclave del toreo mexicano.

En una de sus antiguas plazas, para dar un dato que lo recuerde, Fermín Espinosa Armillita, el 6 de noviembre de 1938, le confirió la alternativa a uno de los más grandes ídolos de México, el compadre Silverio Pérez, teniendo como testigo a Paco Gorráez, con toros de La Punta.

Claudia Rivera Vivanco, contra la tauromaquia
Claudia Rivera Vivanco, alcaldesa de Puebla (Fotografía: Puebla 321).

La alcaldesa se suma a los grupos que intentan prohibir, en detrimento de quienes entendemos los impactos culturales y económicos de su práctica.

Una eventual prohibición se traduciría en la pérdida directa e indirecta de empleos, producto de la celebración de festejos taurinos que –como tantas otras actividades– han sufrido el golpe de la pandemia, y Puebla lo que necesita –como todo mundo–es el impulso gubernamental, no restricciones a actividades que legalmente se han practicado por siglos.

La fiesta brava es una rama que, de acuerdo con datos corroborados por instituciones como la Secretaría de Agricultura, en 2019 fue generadora, a nivel nacional, de un flujo económico de 6,900 millones de pesos. Creó más de 80 mil empleos directos y 146 mil indirectos, y representó más de 800 millones de pesos en materia de impuestos.

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Fotografía: Manati MX.

Según me han platicado aficionados, en su campaña la alcaldesa prometió ser incluyente y respetar divergencias. Y, se percibe, que sumarse a la petición de quienes pretenden prohibir, lo hace asumiendo porque tal vez le sirva como un argumento más en busca de su reelección en el próximo período, dado que su gestión actual ha sido cuestionada por diferentes medios locales.

Así las cosas, ya veremos qué sucede en la capital de uno de los más bellos estados de nuestro país, con una medida –que a quienes disfrutamos del toreo– de hacerse realidad, nos parece desmesurada e inoportuna. Ya veremos y diremos.


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Antonio Vega, abogado y torero

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El formar parte de una sociedad que se sustenta en el intercambio de bienes y servicios, nos fuerza a competir entre todos, en aras de tener los medios para sustentar nuestras necesidades, tanto las básicas como las que nos hemos venido creando.

El tiempo que le dedicamos al trabajo en general es muy alto y tal vez sirva como paliativo filosófico como lo afirmó Confucio hace siglos: “Encuentra lo que te gusta y desde ese día no trabajas”. El trabajo absorbe gran parte del tiempo y energía; y se margina el resto de las dimensiones de la vida en pos del dinero, la respetabilidad, el poder y la fama.

Hace muchos años conocí a Peñoles, quien era un alto ejecutivo en su área legal, su nombre taurino Antonio Vega, y recuerdo que se entusiasmó cuando supo que era hijo de José Luis Carazo, me dijo que él iba a dejar su puesto porque iba a intentar ser matador de toros, a sus poco más de 40 años; recuerdo que le dije “ahí tienes el caso de Corralito”.

Platicamos sobre Fernando Corral “Corralito”, quien debutó como novillero en Tlalnepantla, Estado de México, en 1948; una novillada en 1949 y otra en 1960 completaron su breve historial siendo contemporáneo de andanzas taurinas de mi papá. Reapareció 24 años después, el 17 de junio de 1984, en la Plaza de toros Monumental de Morelia, Michoacán.

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Antonio Vega, matador mexicano (Imagen: Al Toro).

En esta segunda etapa tuvo su presentación en la Plaza de toros México con 54 años de edad, el 5 de enero de 1986. Alternó con Eulalio López “El Zotoluco” y Pepe Murillo con novillos de doña Celia Barbabosa y su segundo novillo le infirió una cornada, era funcionario público y dejó el puesto para dedicarse a su vocación taurómaca.

Me dijo: “Carazo, quiero encontrar sentido a lo que hago”. Y nos despedimos enterándome al poco tiempo que había renunciado a su puesto y que iba a seguir su sueño adolescente, truncado por su madre, quien lo mandó a Estados Unidos a estudiar la preparatoria, para que quitarle la idea –según ella negativa– de ser torero.

Fue muy amigo de Jesús Solórzano –por cierto, de los pocos tentadores de las ganaderías de Alberto Baillères–. Chucho lo invitó a sus andanzas en tientas y corridas de toros, en algunas ocasiones se vestía de luces para salir como sobresaliente y Chucho –generoso- le dejaba hacer quites en sus toros.

Antonio –como abogado su nombre real Alejandro de la Vega–, a instancias de Jorge Ávila, gerente de la plaza Caletilla de Acapulco, le ofreció la oportunidad de debutar de luces y, a los 43 años, casado y con dos hijos, teniendo un puesto de trabajo de alto nivel, se decidió a ser novillero contra viento y marea, cumpliendo su primera vocación.

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De izquierda a derecha: Jesús Solórzano, Curro Rivera y Antonio Vega.

A lo largo de más de cinco años, comprendidos entre 1983 y 1988, Antonio Vega sumó más de 50 novilladas. En esa época alternó con toreros como “El Glison”, Alejandro Silveti, Guillermo Ibarra, Mele Barbosa, Rafael García, José María Napoléon, Alejandro del Olivar, entre muchos otros, bajo el apoderamiento del impecable taurino como fue Antonio Martínez “La Crónica”, el banderillero potosino ya retirado por aquellos años.

Me alegró que tomará la alternativa el 1 de octubre de aquel 1988 en la plaza “Oriente” de San Miguel de Allende, con 48 años. Su padrino fue Chucho Solórzano y el testigo Curro Rivera. No llegó a los 30 festejos cuando se decidió retirar de los ruedos en 1995 y al mismo tiempo siguió ejerciendo su carrera de abogado en la cual era brillante.

Su charla era agradable y su conversación absorbente en varios temas –predominando el taurino en que destilaba su amor por su profesión–, y desde luego el legal, en el que fue excelente, varias veces nos encontramos en la ópera y en conciertos de música clásica, en Bellas Artes y en otros sitios.

Alguna vez comentamos lo que escribió Viktor Frankl: “La vida nos exige una contribución, y depende de cada uno de nosotros descubrir en qué consiste”. Él me parece que por diferentes vías la encontró. Se fue en el paseíllo de la vida a la Gloria un hombre que vivió intensamente sus pasiones; deja en sus hijos y nietas la herencia de quien disfrutó de su pasar por este mundo intensamente. Lo vamos a extrañar. Un abrazo a su familia y amigos con nostalgia.


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