Tuve el gusto de impartir una charla en el TEC de Monterrey en el campus de la ciudad regia. Lo que más me llamó la atención fue la nueva biblioteca, de la que pienso que muchas instituciones de educación superior podrían tomar como ejemplo. Seguramente debe haber otros establecimientos académicos que han construido o en los que han adaptado espacios similares, pero ésta es la primera donde pasé horas admirando un logro tan afortunado.
La biblioteca se encuentra ubicada en el centro del campus, varios de los senderos que llevan a ella poseen bajo-puentes donde están instalados pianos afinados y otros instrumentos musicales para que los jóvenes puedan interpretar a placer. Combinar la música con otras disciplinas como las matemáticas o el deporte facilita el aprendizaje de ambas.
En este nuevo recinto ya no moran los libros de uso escaso como los textos técnicos desactualizados o viejas enciclopedias; estos se trasladaron a otro edificio donde también se pueden consultar. En el actual sólo están a la mano libros en papel actualizados, de uso frecuente. Además, cuenta con un acervo amplísimo de libros en línea, acceso a computadoras y cargadores para dispositivos electrónicos por todos lados. Existen salas amplias con pizarrones y muebles cómodos, así como cubículos para varias juntas o para el uso individual de los alumnos.
Uno de los grandes aciertos de esta biblioteca es que siempre hay un grupo de asesores para enseñar a escribir o pulir textos; incluso se pueden programar citas. Esto anima a los jóvenes a escribir ensayos, artículos, incluso poesía, tanto en español como en inglés. También me di cuenta de que los alumnos del TEC están habituados a escribirles a sus maestros para hacerles consultas de todo tipo, pues a partir de que impartí mi conferencia, me siguen llegando consultas de los estudiantes de esa institución. Es decir, los alumnos no sólo poseen asesores individuales, sino saben que los docentes están allí para ayudarlos cuando lo necesitan.
Dentro de la biblioteca existe un espacio para que los jóvenes instalen sus “micro empresas” para que puedan vender productos que ellos mismos compran o fabrican, teniendo una caja a su disposición en la que se deposita el pago.
Se preguntarán por qué elegí este título para mi columna de ahora. Pues es porque la biblioteca está abierta 24 horas al día. Incluso existen colchones donde los alumnos pueden dormir cuando les viene en gana, tanto de día como de noche. O tomar algún refrigerio recostados, ya que también existe una cafetería dentro de la biblioteca. Lo interesante es que ésta se halla impecable, no vi el piso sucio, basura, ni restos de comida tirados (como sucede en los vagones del metro). Varias chicas me comentaron que se quedan a dormir en la biblioteca, les rinden más el tiempo y nunca han tenido problema alguno.
No quiero finalizar sin mencionar antes que más allá de las bondades de la biblioteca, existe un nuevo auditorio que tiene las paredes de vidrio, de tal suerte que si los chicos van pasando por allí y ven que algo interesante está ocurriendo en el interior del recinto, los incita a ingresar, y si les convence se quedan. El auditorio es una invitación a integrarse a la actividad multidisciplinar de la vida académica (por cierto, al menos en las conferencias magistrales también hay bocadillos, lo cual siempre es un gran incentivo para acudir a ellas).
Aunado a todo esto, en el terreno adjunto al campus, hay una oficina de la Secretaría de Relaciones Exteriores para facilitar el intercambio de académicos y alumnos tanto mexicanos como extranjeros y brindar un panorama internacional a la institución.
Enhorabuena por la iniciativa del TEC en crear más espacios multidisciplinarios y de esparcimiento para la formación integral de los jóvenes.