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Recuerdo y futuro

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Poco a poco, con asistencia limitada se empiezan a celebrar festejos en varias partes del mundo y se anuncian corridas –dependiendo de las condiciones futuras– hacia abril y mayo con carteles de tronío, como es el caso de Sevilla.

En México, en Huamantla, Tlaxcala, se ungieron triunfadores Jorge Sotelo y Calita con toros de Coyotepec y de Zacatepec, respectivamente, el fin de la semana pasada. El lunes 1 de marzo en Apizaco, un muy buen encierro de José Arturo Huerta propició el triunfo de Sergio Flores, Luis David y Diego Silveti. Los dos primeros ungidos en hombros en función de los trofeos conseguidos en el festejo.

Así se mueve el cotarro y eso es positivo, aunque el impacto de la pandemia en el mundo taurino, además lo que venimos arrastrando antes de ella, lo veremos en los próximos años.

Mientras tanto, los recuerdos nos nutren, y curiosamente el 16 de febrero de este año pasé por una cirugía y recordé en mi camino al quirófano que, en esa misma fecha en 1946, Silverio Pérez en mano a mano con Manolete, obtuvo por una gran faena a Barba Azul de Torrecilla, el primer rabo que se otorgó en La México.

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Imagen: México en Fotos.

No había nacido cuando aquel día –pero sí el mismo día el 16 de febrero de 1975–, fecha en que el toro Bermejo de Xajay le propinó una cornada pavorosa al valiente diestro Antonio Lomelín, cuando en los medios del ruedo citó al astado para ejecutar un par al quiebro.

La plaza quedó estupefacta al ver al torero tomarse los intestinos y encaminarse a la enfermería de La México, donde lo atendió el doctor Campos Licastro y su equipo. Posteriormente, el doctor Hernán Cristerna, famoso gastroenterólogo, lo atendió para que reapareciera alrededor de dos meses más tarde, el 20 de abril, en Durango.

Toño era un torero muy arriesgado, ya había pasado por una cornada semejante en Tijuana en el segundo tercio, pero siguió en la brega por dar una gran tarde de muestra. En los ochenta en mano a mano con Manolo Martínez recibió los máximos trofeos de Luna Roja de Xajay, ganadería que, por cierto, es la que mayor número de toros ha lidiado en La México en sus 75 años de historia.

El español Antonio José Galán el 16 de febrero de 1975, tuvo que matar cinco toros. El primero de Lomelín y en el primero de su lote cumplió. En su segundo recibió aplausos. En el tercero, pitos. En el cuarto fue ovacionado con el capote, faena por naturales y derechazos, rematados por el de pecho y el de la firma. Media estocada. Una oreja y vuelta con el ganadero. En el último salió del paso, en lugar de Rafaelillo, quien sufrió una cornada. Rafaelillo en el tercero fue ovacionado con el capote, llevando a cabo una magnífica faena de muleta y, entre ovaciones, media estocada. Una oreja.

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Antonio José Galán Casero, toreo español (Imagen: Getty Images).

El traje de aquella infausta tarde quedó en manos de quien recientemente se fue a la Gloria y gran amigo de Toño, Gonzalo Martínez.

Toño siguió su trayectoria hasta 1996. Ese año, el 18 de febrero, se despidió triunfalmente con Segador de Rancho Seco en La México. Su apoderado por mucho tiempo fue el gran torero Rovira, quien lo acompañó en sus tardes aciagas y de triunfo. Fue un ejemplo de pundonor.

Espero como Toño recuperarme bien, y deseo que el movimiento y la vacunación nos lleve pronto a que nuestra querida fiesta siga adelante. ¡Un abrazo y muchos recuerdos!


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Pensando en el futuro del toreo

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En el momento que vivimos tan álgido es importante lo que están haciendo algunas instituciones en aras de mantener vigente las aspiraciones de quienes algún día pretenden ser figuras del toreo. Proyectos como “México busca un torero” de Espectáculos Taurinos de México y la AMTAC con festejos con toros, el más reciente en Aguascalientes con éxito.

En las siguientes semanas se celebrarán los próximos festejos del anterior, en busca de los actuantes de un lugar en próximas corridas de toros a celebrarse, tal vez a partir de febrero, en el formato de los anteriores –literalmente han tomado al toro por los cuernos– y vale la pena encomiar su esfuerzo.

Ahora se anuncia la puesta en marcha del CART en Jalisco y se han anunciado los participantes de México, Ecuador, España, Colombia, Portugal, Perú; quienes en marzo estarán conviviendo en Guadalajara y en el país con la ilusión de lograrse un sitio importante en el toreo.

Futuro de la tauromaquia
Imagen: Infotauro.

Novilleros de diferentes nacionalidades de entre 18 y 25 años de edad asistirán al Centro de Alto Rendimiento, donde vivirán por dos meses en distintas ganaderías, en las cuales tendrán una serie de pruebas buscando su formación personal y profesional.

Recientemente han nombrado a Juan José Padilla su director artístico y me parece un acierto, por las cualidades que ha demostrado el jerezano a lo largo de su carrera y su capacidad, además de comunicar con claridad, sinceridad y elocuencia.

Padilla, cual ave fénix y en contra de la lógica, emergió de sus propias cenizas, luchó con agallas contra la adversidad después de la brutal cornada en Zaragoza en 2011 y soportó con paciencia franciscana las penurias de una dolorosa rehabilitación.

Reapareció en marzo del año siguiente en Olivenza en 2012, para el 16 de diciembre de 2018 cerrar su carrera en La México con el cariño del público, que después de las Golondrinas, le gritó “¡Torero, torero!”. Y le cantó “Cielito Lindo”.

Dejó una lección de fortaleza, de cómo encarar la existencia y cómo sacarle alegría a la vida, en su despedida con el toro “Guitarrista” de Boquilla del Carmen, brindó por el micrófono de la transmisión de televisión a su esposa Lidia, a quien conoció convaleciendo de una grave cornada en 1989, cuando novillero en la femoral y safena, teniendo que dedicarse dos años a repartir pan al estar en dique seco.

Futuro de la tauromaquia
Imagen: La Puente.

Estoy seguro de que tiene las cualidades de liderazgo para encauzar a los prospectos.

Por esto último es atinada su elección, cuando lo he escuchado siempre tiene el entusiasmo propio de quien ama lo que hace y su transmisión a los que empiezan, junto con todos los demás maestros seguramente será de vital importancia en los resultados finales.

Es importante que ambos proyectos caminen positivamente en aras de un futuro que recogerá los frutos, de lo que surgió en medio de una de las crisis más graves de la humanidad. Gran alegría será comunicar sus resultados, así como de otros más que vayan surgiendo con la finalidad de mantener viva la llama encendida del toreo. Enhorabuena.


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Antonio Vega, abogado y torero

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El formar parte de una sociedad que se sustenta en el intercambio de bienes y servicios, nos fuerza a competir entre todos, en aras de tener los medios para sustentar nuestras necesidades, tanto las básicas como las que nos hemos venido creando.

El tiempo que le dedicamos al trabajo en general es muy alto y tal vez sirva como paliativo filosófico como lo afirmó Confucio hace siglos: “Encuentra lo que te gusta y desde ese día no trabajas”. El trabajo absorbe gran parte del tiempo y energía; y se margina el resto de las dimensiones de la vida en pos del dinero, la respetabilidad, el poder y la fama.

Hace muchos años conocí a Peñoles, quien era un alto ejecutivo en su área legal, su nombre taurino Antonio Vega, y recuerdo que se entusiasmó cuando supo que era hijo de José Luis Carazo, me dijo que él iba a dejar su puesto porque iba a intentar ser matador de toros, a sus poco más de 40 años; recuerdo que le dije “ahí tienes el caso de Corralito”.

Platicamos sobre Fernando Corral “Corralito”, quien debutó como novillero en Tlalnepantla, Estado de México, en 1948; una novillada en 1949 y otra en 1960 completaron su breve historial siendo contemporáneo de andanzas taurinas de mi papá. Reapareció 24 años después, el 17 de junio de 1984, en la Plaza de toros Monumental de Morelia, Michoacán.

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Antonio Vega, matador mexicano (Imagen: Al Toro).

En esta segunda etapa tuvo su presentación en la Plaza de toros México con 54 años de edad, el 5 de enero de 1986. Alternó con Eulalio López “El Zotoluco” y Pepe Murillo con novillos de doña Celia Barbabosa y su segundo novillo le infirió una cornada, era funcionario público y dejó el puesto para dedicarse a su vocación taurómaca.

Me dijo: “Carazo, quiero encontrar sentido a lo que hago”. Y nos despedimos enterándome al poco tiempo que había renunciado a su puesto y que iba a seguir su sueño adolescente, truncado por su madre, quien lo mandó a Estados Unidos a estudiar la preparatoria, para que quitarle la idea –según ella negativa– de ser torero.

Fue muy amigo de Jesús Solórzano –por cierto, de los pocos tentadores de las ganaderías de Alberto Baillères–. Chucho lo invitó a sus andanzas en tientas y corridas de toros, en algunas ocasiones se vestía de luces para salir como sobresaliente y Chucho –generoso- le dejaba hacer quites en sus toros.

Antonio –como abogado su nombre real Alejandro de la Vega–, a instancias de Jorge Ávila, gerente de la plaza Caletilla de Acapulco, le ofreció la oportunidad de debutar de luces y, a los 43 años, casado y con dos hijos, teniendo un puesto de trabajo de alto nivel, se decidió a ser novillero contra viento y marea, cumpliendo su primera vocación.

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De izquierda a derecha: Jesús Solórzano, Curro Rivera y Antonio Vega.

A lo largo de más de cinco años, comprendidos entre 1983 y 1988, Antonio Vega sumó más de 50 novilladas. En esa época alternó con toreros como “El Glison”, Alejandro Silveti, Guillermo Ibarra, Mele Barbosa, Rafael García, José María Napoléon, Alejandro del Olivar, entre muchos otros, bajo el apoderamiento del impecable taurino como fue Antonio Martínez “La Crónica”, el banderillero potosino ya retirado por aquellos años.

Me alegró que tomará la alternativa el 1 de octubre de aquel 1988 en la plaza “Oriente” de San Miguel de Allende, con 48 años. Su padrino fue Chucho Solórzano y el testigo Curro Rivera. No llegó a los 30 festejos cuando se decidió retirar de los ruedos en 1995 y al mismo tiempo siguió ejerciendo su carrera de abogado en la cual era brillante.

Su charla era agradable y su conversación absorbente en varios temas –predominando el taurino en que destilaba su amor por su profesión–, y desde luego el legal, en el que fue excelente, varias veces nos encontramos en la ópera y en conciertos de música clásica, en Bellas Artes y en otros sitios.

Alguna vez comentamos lo que escribió Viktor Frankl: “La vida nos exige una contribución, y depende de cada uno de nosotros descubrir en qué consiste”. Él me parece que por diferentes vías la encontró. Se fue en el paseíllo de la vida a la Gloria un hombre que vivió intensamente sus pasiones; deja en sus hijos y nietas la herencia de quien disfrutó de su pasar por este mundo intensamente. Lo vamos a extrañar. Un abrazo a su familia y amigos con nostalgia.


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Cohesión y fuerza

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Con el transcurrir del tiempo hemos sido los aficionados testigos del declive de la fuerza del toreo, en los países que lo tienen como tradición –perdón, tal vez la excepción sería Francia en sus reductos taurinos– y, entre otros, me refiero a la asistencia a los festejos, la difusión y el crecimiento de corrientes animalistas que pretenden su prohibición.

El número de festejos ha disminuido; los medios de comunicación poco o nada se ocupan de los acontecimientos taurinos; la asistencia a los cosos no se rebosa como en épocas pasadas –salvo excepciones muy puntuales–; los patrocinios son magros y los políticos se han alejado de lo que algunos en ese sector perciben, ya no es popularmente correcto.

El segmento popular –ese que abarrotaba las localidades más baratas– ha disminuido notoriamente en todos los países y es cuestión solamente de ver los huecos en esas localidades en muchos de los festejos; sean corridas de toros o novilladas.

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Imagen: Milenio.

Ahora que llegó la pandemia, lo anterior se agravó y vemos con gran preocupación cómo los segmentos profesionales del toreo, en todos sus estamentos, están padeciendo por la continuidad, en especial los ganaderos quienes han tenido que sacrificar muchos años de trabajo al detenerse los festejos en casi 90%, y si algo no para en su crecimiento diario, es el toro.

Desde luego, qué decir de los novilleros, matadores, subalternos, muchos más que tienen su fuente principal de ingreso directa o indirectamente en la celebración de festejos taurinos y que son un gran número de personas.

Ahora bien, la pandemia ha arrasado parejo y el regreso a una convivencia de contacto –con la vacuna ya empezando a circular para paliarla– se ve en un horizonte de bastantes meses, lo cual implica una situación económica mundial compleja y tensa.

¿Qué nos toca a quienes nos interesa el toreo? Impulsarlo y construir –con base en lo genuino– la solidez que habita en su tradición y poner sobre la mesa sus fuerzas y también las debilidades para paliarlas.

Todos los segmentos tenemos que construir la cohesión que no existe y que, en gran medida, es la que tiene a la tauromaquia en el estado en que se encuentra y que se ha tornado más sombrío con la pandemia. Debemos salir del encierro obligatorio; con el objetivo de ganar el favor popular que se ha perdido, ese me parece que pudiera ser el grial.

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Imagen: Hardtimes.

Desde la máxima figura y el empresario, hasta el aficionado que le importa lo que acontece en el ruedo –del que viven miles de personas y representan muchos puestos de trabajo– sería la principal asignatura.

Terminó un año que nadie consideró que íbamos a vivir así –¡y lo que le sigue!–, entonces es momento de pensarnos distintos y reflexionar en que la cohesión hace la fuerza, y como me dijo un buen amigo español: “de grano en grano se llena el granero”. Habría que aportar el propio.

El mensaje es que el toreo entre en una etapa de mirar al futuro con el ánimo de reposicionarlo en el favor popular; los ganaderos siguen criando toros y habrá algunos niños que piensen que mañana quieran ser toreros, y existen empresarios con gran afición que no están pensando tirar la toalla y desperdiciar la historia y la identidad de los países taurinos.

Ya cerrado el año, a ello expreso estas líneas con el deseo de que a todos los que amamos al toreo nos parezca que es necesario hacerlo, y sea la tarea de recolocarlo en el ámbito popular la que nos lleve a ser diferentes, a pensarnos en equipo y no que cada uno jale por su cuenta, como tantas veces e inútilmente lo hemos hecho. Es hora de jalar parejo, no la chiflemos que es cantada. Feliz 2021.


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Ocho décadas de El niño sabio de Camas

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El que escribe era muy niño cuando a México vino a torear y convertirse en un ídolo de la afición mexicana el torero de Camas, Paco Camino, quien era un jovencito o mocito como dirían en España cuando debutó como matador de toros en el Toreo de Cuatro Caminos, el 1 de enero de 1962, con El Calesero y Antonio del Olivar con toros de Pastejé.

El tiempo pasa volando y el 14 de diciembre cumple 80 años uno los toreros más importantes de la historia y es motivo de alegría desearle parabienes a quien tanto nos retribuyó en los ruedos. Trayectoria majestuosa a partir de sus once años y que entre los años 1958 y 1959 tomó velocidad como novillero, ganándose el mote de “el niño sabio de Camas” por su clara facilidad en la práctica del toreo.

Eran épocas de nuestro país en las que el toreo ocupó un lugar preponderante en los hogares mexicanos, había tres canales de televisión y los domingos por canal 2 era una costumbre el futbol a mediodía; luego la corrida o novillada en la voz de Pepe Alameda y, al terminar, el cuento de Cachirulo.

Rápidamente se dio a conocer en todo el país El camero y según he podido platicar con aficionados de aquella época, en especial el 27 de enero de 1963 cuando toreó en La México con Juan Silveti y Alfredo Leal.

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Imagen: Al Toro México.

Los toros eran de Mariano Ramírez y no había pasado mucho durante el festejo, hasta que Paco anunció un toro de regalo de nombre Novato que brindó al entonces presidente Adolfo López Mateos, popular político –ya no hay de esos– y muy reconocido aficionado taurino.

Seguramente aconsejado por su gran apoderado Chopera, a través de los micrófonos de la televisión, le brindó su lidia que resultó en una faena de apoteosis, en la que los naturales y la suerte suprema fueron de tal magnitud que le concedieron los máximos trofeos y su consagración plena en México, presenciada prácticamente en todo el continente y retrasmitida con la magistral crónica de Pepe Alameda.

Pero tal vez la tarde más representativa en su trayectoria mexicana, lo fue la de los berrendos de Santo Domingo, en El Toreo de Cuatro Caminos el 31 de marzo de 1963. Faenas vibrantes que se pueden apreciar en las imágenes que existen en las redes sociales, con la voz emocionada de Pepe Alameda, celebrando la manera de interpretar el toreo del andaluz y la comunión con la afición mexicana.

Genio y figura del que siempre es una alegría recordarlo sabiendo que actualmente goza de cabal salud, uno de los ídolos más importantes de la historia del toreo mundial y que, además, a través de su ganadería, tiene presencia en muchas dehesas mexicanas por su encaste, Santa Coloma.

No sé por qué, tendrá su explicación, pero hay recuerdos de la infancia, de la adolescencia o de la juventud y, entre esas remembranzas que se mantienen vigentes en la memoria, está aquella tarde de Querétaro en mano a mano con Manolo Martínez y el toro Navideño de Javier Garfias, el 18 de diciembre de 1977, faena que le brindó, por cierto, a Lorenzo Garza. Cuando regresábamos de la corrida le dije a mi papá: “tenías razón, éste es uno de los mejores cinco toreros de la historia”.

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Imagen: Alamy.

El apellido Camino se convertiría puntal en Madrid con doce puertas grandes en su carrera y así sucedió en muchas otras plazas.

Y para muestra de lo que implica ser figura del toreo una historia, en 1970, la afición de Madrid, igual que la de Sevilla, se había quedado sin ver a Paco. La petición para que se respetase su cache no había casado bien con los intereses de ambas empresas que decidieron dejarlo fuera.

Ante tal situación, Paco Camino comenzó a rondar la idea de hacer una gesta.

Y qué mejor que seis toros en la corrida de Beneficencia. Además, quería hacerlo gratis, para dejar claro que, al reivindicarse como figura del toreo, el dinero estaba en un segundo plano. Lo que de verdad quería en aquel momento era demostrar que su trayectoria merecía un respeto, que sentía no había recibido por parte de las empresas de la Maestranza y Las Ventas.

A las seis en punto de la tarde, Paco Camino se hizo presente en la arena de Las Ventas vestido de grana y oro. La gran ovación que sonó al aparecer ya no cesó un sólo instante en las apenas dos horas que duró el festejo. Pero Camino no se conformó y pidió que saliera el segundo sobrero de Felipe Bartolomé, al que El camero cortó la octava oreja de tan apoteósica tarde.

Datos escuetos de una trayectoria plena de vicisitudes en las que predominó el carácter, la gracia y la determinación de no apearse de su sitio en el planeta taurino y por eso lo reconocemos como uno de los más grandes.

Tengo la gran fortuna de platicar con él de vez en cuando y siempre lo siento animado, añorando a México y apasionado por la vida. Por eso, es una gran alegría recordarles a todos que el 14 de diciembre es un día especial, pues nació en Camas uno de sus iconos más grandes, y para quienes lo hemos tratado, el ser humano en otro plano, esto es, en términos mexicanos, una persona a toda máquina. Dios le conserve la salud muchos años más.


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Recordando a Arenero

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Hace unos días, el 11 de noviembre de 2020, se conmemoró un aniversario más de la partida a la Gloria de José Luis Carazo Vega y su recuerdo sigue presente, pues lo añoramos sus familiares y todos sus amigos; quienes siempre tienen el gran detalle de hablar alrededor de esa fecha, para evocar lo mucho que lo estimaron y que aún lo tienen en su mente.

Y recién le acaba de alcanzar en la Gloria, quien fue su compañero de muchas andanzas periodísticas y taurinas, Guillermo Salas, un gran reportero y cronista taurino, que ocupó por muchos años importantes espacios, entre otros, en La Afición y en El Universal, dejando lecciones de cómo manejar la información taurina, hoy tan reducida en la mayoría de los medios. Como José Luis hizo el intento por ser torero y era un ser de gran bonhomía.

Saludarlo cada año en la Feria de San Marcos de Aguascalientes con su esposa era un gusto enorme, pues significaba ratos de charla de lo que había vivido y de aprender de su entendimiento de lo actual.

Ellos dos, Memo y José Luis, creían en el buen o mal fario –en castellano suerte– y, curiosamente, al que escribe le acaba de pasar un detalle que pintará de lo que estoy tratando de chamullar –en lenguaje gitano charlar– porque me acaba de suceder algo que tiene el fario pintado.

Guillermo Salas
Guillermo Salas, gran aficionado práctico y periodista taurino (Foto: El Heraldo).

Resulta que el que escribe, el sábado pasado 21 de noviembre, estaba a punto de salir de casa a una cita con mi doctora y estaba presenciando la corrida de la Gira de Reconstrucción que con gran tino organizó la Fundación del Toro en España y se lidiaba una corrida de Miura.

Poco antes de salir a la cita, saltó a la arena de la plaza de Logroño el tercero de la tarde de nombre “Arenero” –que le correspondió a Pepe del Moral–, y la verdad que se me iluminó la mirada porque en unos minutos iba a conocer el resultado de mis exámenes médicos.

Me dio la sensación de buen fario y me encomendé a la Guadalupana y a Dios porque así fuera; sin más si lo fue y sin echar las campanas al vuelo, las noticias del estudio fueron positivas y sentí que en la vida hay veces que ciertas coincidencias pudieran no serlo tanto y creo en ello.

Así somos los que hemos crecido en el ritual del toreo, como diría aquel gran torero gitano de apodo Cagancho: “no creo en las supersticiones porque eso trae mala suerte”. Lo que les platico es como fue y sinceramente me estremecí al sentir la conexión entre lo que vi en la pantalla que sucedió en Logroño y el resultado clínico.

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José Moral Fernández, torero español (Foto: El País).

Arenero de Miura, que por cierto no fue en sus cualidades en la lidia positivo, a mí me levantó la moral solamente con su nombre y, cómo no, si me recordó el nombre de guerra de cronista taurino de mi señor padre.

Y para concluir, platico con gusto sobre el cierre de los festejos organizados en el Cortijo de los Ibelles; el gran triunfador fue el novillero de Aguascalientes, Miguel Aguilar, quien con tres trofeos ante los novillos de Barralva el sábado 21 de noviembre tuvo una actuación rotunda.

Entiendo que los  novillos de Barralva estuvieron bien presentados y, en general, se prestaron al lucimiento, destacando el tercero que recibió arrastre lento y el codicioso quinto.

Sebastián Ibelles y Cristian Antar, un trofeo para cada uno, desafortunadamente varios subalternos fueron lesionados y también Sebastián Ibelles, aunque todos se recuperan satisfactoriamente de la Final del Encuentro Mundial de Novilleros.

Cierro este espacio enviando un abrazo fraternal a la familia de Memo Salas, lo vamos a extrañar a quien siempre demostró bonhomía y sencillez, y le pido le dé un abrazo en la Gloria a mi Arenero, que en el nombre de un toro de Miura, me hizo saber que las conexiones amorosas son más fuertes de lo que muchas veces creemos.


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El arte vence al miedo

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La vida, ese instante presente que nos mantiene con la ilusión de la eternidad, nos pone siempre ante la perspectiva de que vivimos en un mundo volátil, incierto, complejo, ambiguo y al que más nos vale tomarle con buen humor y entendiendo que el cambio es la constante.

Así, se está viviendo en estos tiempos todas las actividades y la tauromaquia no es diferente, está tratando de encontrar el rumbo que le permita seguir adelante.

Desde luego y mientras no sea posible la asistencia plena, estaremos en la sobrevivencia, que nos permita que cuando haya mejores tiempos, ajustar y tratar de recuperar la rentabilidad económica; lo que comento más adelante es con referencia al tiempo antes de la pandemia.

Hoy vivimos épocas de romance en la que todos están recuperando el sentido primitivo de lo que hacemos sin fin económico sino lúdico.

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Imagen: Occulta.

Muchos de los criadores de toros en el mundo de la tauromaquia desde hace varios años se conforman con salir a mano, a pesar del caudal de tiempo que invierten en una actividad en la que la satisfacción es participar y no necesariamente lograr rendimiento económico; la mayoría tiene otros negocios de donde generan para mantener su afición vigente.

Algunos –los menos– viven exclusivamente del campo y a esos les pega más fuerte un momento como el que estamos viviendo, pues su única posible fuente de ingresos está mermada.

Los empresarios taurinos en los últimos años la están viviendo igual que los ganaderos y, salvo excepciones puntuales, la mayoría han declarado que las ganancias son magras –cuando las hay–, y es por eso que algunos de plano han botado el arpa y otros por su afición se mantenían tratando de no perder y con base en otros negocios que sí les eran rentables.

Un grupo selecto de matadores son los que se llevaban el grueso del ingreso –con base desde luego en sus capacidades de convocatoria–, ellos eran los principales beneficiarios de la tauromaquia y nadie lo cuestionamos, porque al fin y al cabo son los que provocaban las entradas y las expectativas más grandes.

Los demás cobraban menos y de alguna manera podían ir acumulando lo que su esfuerzo les permitía y saber también que haber dedicado su vida a su afición, en algo les estaba redituando.

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Imagen: Los Pleyers.

Los novilleros hace tiempo, salvo casos excepcionales –como Roca Rey–, surcan su carrera acumulando méritos para convertirse en matadores y ahí tratar de recuperar el tiempo invertido y muchas veces sustentados en mecenas que les invierten, en espera de que con el transcurrir de su carrera puedan capitalizar aquello que antaño no era necesario, porque desde esa categoría los punteros ya empezaban a saborear las mieles de los ingresos generosos.

Los demás participantes activos de la fiesta en su gran mayoría tienen otras labores, pues la taurina no era la que –salvo excepciones– les permitía concentrarse en ella.

Es decir, ya económicamente el modelo taurino tenía desde ese punto de vista muchos agujeros antes de la pandemia, y ahora que estamos en ella pasa como aquellos que cuando le bajan el agua al río es obvio quiénes nadan desnudos.

El toreo no se arredra en México, en Tlaxcala se han dado corridas y novilladas, en otros puntos del país también y proyectos como los del Centro de Alto Rendimiento Taurino con novilleros de varias partes del mundo, para iniciar el próximo año.

Entonces, lo que mantendrá a la tauromaquia vigente pudiera ser el romance de que todos los profesionales saben que le siguen por amor al arte y emociona que muchos no se arredren y sigan en espera de tiempos mejores, porque hoy en día estar en el mundo profesional del toreo será claramente por vocación y eso pudiera dar pie a la transformación del toreo a futuro, lo cual desde hace mucho, es justo y necesario.


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La ruta del toreo

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En un momento en que el mundo se encuentra en una encrucijada existencial, las manifestaciones culturales como es el caso de la tauromaquia, se viven y padecen con el alma en vilo por no tener claridad en el lapso de tiempo que seguiremos manteniendo la sana distancia y cuándo los rituales colectivos se podrán celebrar con el calor humano que los hace inigualables.

Quien  haya estado en una plaza de toros en una faena inolvidable, ¿acaso no se ha abrazado con el de a lado, conocido o desconocido, por lo que hemos presenciado juntos, reconociendo las cualidades del toro y del torero?

En las circunstancias actuales es imposible y nos acongoja debido a que los hábitos desaparecen y recuperarlos no siempre es posible.

La tauromaquia está bajo constante presión de quienes no la entienden como un ritual y por eso su modelo de negocio del toreo depende –en todos los países en que se celebra– del ingreso de taquilla, principalmente, y en mucho menor medida de derechos de transmisión y patrocinios –diría que raquíticos ambos–, así como de apoyos gubernamentales escasos.

Por si faltara poco, existen quienes suponen que es muy fácil conseguir patrocinios o vender derechos de transmisión, lo cual es descubrir el hilo negro o el agua tibia, todos sabemos lo complejo que es para un espectáculo tan popular como el futbol mantenerles, imagínese cómo será para el toreo, al que por diferentes razones no ha podido en muchos años apalancarse con ellos y que en cierto modo lo tienen vetado.

ruta del toreo
Imagen: Cope.

Para poder resurgir en unos años es necesario sobrevivir muchos meses de magros ingresos.

El toreo –y me refiero antes de la pandemia– ha perdido atractivo popular.

Sin embargo, ése es un efecto, entender la causa sería motivo de reflexión y no de proponer fácilmente una solución a la ligera, o afirmar qué se tiene cuando sin rubor y con gran soberbia señalan con dedo flamígero y culpan a diestra y siniestra sin aportar.

Los ganaderos están haciendo esfuerzos denodados para un animal que no se detiene en su marcha de crecimiento.

Reducción de camadas, sacrificio de vacas y toros. Algunos han vendido su ganadería, desistiendo de seguir perdiendo lo que han sostenido por años, a la larga será imposible mantenerla si los festejos no regresan a sus números como antes de la pandemia.

Desde luego, ya se padecían muchas dolencias en las que convendría estar de acuerdo y a partir de ellas diagnosticar los problemas y proponer soluciones si las hubiera, sin olvidar que el toro es el eje de la fiesta.

El torero, la otra parte de la ecuación de la tauromaquia, en sus diferentes categorías la estará padeciendo, debido a que el sentón económico es mundial y los honorarios que devengaban por un tiempo largo no serán iguales, al no haber de dónde se puedan retribuir; dado que las entradas son limitadas y los ingresos adicionales de derechos de transmisión y de patrocinio son pírricos.

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Fotografía: Diario Córdoba.

Por ello y como me dijo Antonio Bañuelos, actual presidente de la Unión de Criadores de Toros de Lidia en España: “No sólo está en peligro la Fiesta, sino el toro bravo como especie única. El toro bravo, con las medidas contra las corridas y las exigencias de aforo, va camino de convertirse en especie en riesgo de extinción”.

Dentro de este panorama sombrío, los que creemos que el toreo es parte de nuestro acervo cultural, deseamos que los sectores profesionales del toreo se unan y con ello materializar estrategias que permita su continuación, bajo las condiciones futuras que prevalezcan y, por lógica, respetando a quienes invierten tiempo y dinero en hacerlo; entendiendo que vivimos tiempos de supervivencia que se van a prolongar por varios meses hacia adelante.

Con muchos siglos a las espaldas, ¿al toreo le queda aún algo nuevo qué decir? Ésa es la pregunta, que me parece debemos plantearnos a nivel mundial y es recomendable construir un espacio de regeneración en el tránsito de la tauromaquia, unidos por el vínculo del otro lenguaje que nos une: los toros.

La evolución de los diversos componentes del mundo taurino es necesaria, en manos de los protagonistas está reconstruir un rompecabezas con miles de pequeñas piezas y solamente la cohesión evitará la ruptura, de la ruta que lleva hoy la tauromaquia que no es diáfana, pero que con toda y esta incertidumbre es lo que propongo; tratemos de esclarecerla, olvidándonos de rencores, complejos y teniendo claro que tenemos todos que echar pata pa’lante en época de vacas flacas. ¿O habrá de otra?


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